Congreso CREA 2025: liderazgo para afrontar contextos difíciles
“Quiero invitarlos a que se imaginen a bordo del Fortuna III, el velero oceánico de alta competencia de la Armada Argentina. Es el más rápido de Latinoamérica. Un gigante de fibra de carbono y nomex. Pero lo que realmente lo hace navegar no es la tecnología, sino las personas”.
Así lo indicó hoy Gustavo Pablo Rúa, capitán de navío de la Armada Argentina, durante una charla sobre liderazgo ofrecida en el Congreso CREA 2025 que se está llevando a cabo en Tecnópolis.
El Fortuna III tiene una tripulación integrada por 18 personas, entre civiles y militares, todos destacados profesionales de la náutica que conforman un equipo de alto rendimiento que en 2023 se consagró ganador de la XXVII Regata Oceánica Buenos Aires-Río de Janeiro.
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Velero oceánico Fortuna III
Un poco de historia
El velero de la Armada Argentina fue construido en el Taller de Mantenimiento Buenos Aires (TTBA), bajo las especificaciones del diseñador naval Germán Frers, quien cedió el diseño y colaboró en la construcción.
“Una regata oceánica es muy diferente a las regatas que conocemos. En el mar abierto no vemos a los rivales. Cada barco enfrenta su propia realidad: distintos vientos, distintas corrientes, distintos desafíos”, relató Rúa.
“No hay tribunas que nos alienten. Lo único que nos sostiene es nuestra propia voluntad, nuestro espíritu, el compromiso y la confianza en el equipo. Días de trabajo duro, poco sueño, a veces durmiendo colgados en la banda, con olas que nos cubren por completo; ahí aparece el verdadero liderazgo”, añadió.
Rúa explicó que liderar en ese contexto no implica tener todas las respuestas, sino tener la habilidad de amalgamar las personalidades, sostener el ánimo cuando el cansancio pesa, rotar equipos, organizar guardias y escuchar observaciones.
“Es necesario decidir aún con incertidumbre y sobretodo transmitir calma. En el barco aprendí que la indecisión es la peor tormenta y la empatía la mejor herramienta”, remarcó.
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Velero oceánico Fortuna III
La vida a bordo es muy dura. Todo tiene que estar bien planificado para mantener la energía y el buen humor, dado que los tripulantes comparten jornadas extensas en un espacio reducido y condiciones por demás difíciles.
“El mar me enseñó algo poderoso: el liderazgo es estar en los detalles: saber quién comió, quién está cansado, quién necesita un gesto de ánimo; es aceptar que no controlamos la naturaleza, pero sí cómo respondemos a ella”, resaltó.
Resiliencia
Unos años atrás, Rúa tuvo que enfrentar otra tormenta: un accidente de tránsito que casi le cuesta la vida. “Un camión me embistió cuando iba en moto. Mi pierna estuvo comprometida, pasé ocho meses postrado, con cirugías, dolores, rehabilitación interminable. Y la pregunta era brutal: ¿volveré a caminar? ¿Volveré a navegar? Ahí entendí que lo que en el barco trabajábamos en equipo, ahora tenía que trabajarlo yo en soledad: la resiliencia”.
“Día a día. Cada mañana repetirme: voy a volver a caminar, voy a volver a navegar. Descubrí que mi mejor tripulación estaba en casa, mi familia, que estuvo conmigo codo a codo, como lo hacemos en el barco, entre todos en cubierta cuando el mar golpea fuerte. Y comprendí algo: liderar también es liderarse a uno mismo. Es sostener la esperanza, aun cuando la tormenta está adentro”.
En el barco, como en la vida, las condiciones cambian constantemente. Lo que era una buena decisión hace un minuto, puede ya no serlo después. “Cambiamos velas, cambiamos guardias, dejamos el descanso de lado porque hay que maniobrar. Nos sostenemos entre todos. La resiliencia se construye así: en comunidad, con disciplina, compromiso y camaradería”.
El capitán de navío indicó que liderar no es dar órdenes, sino dar ejemplo. No es tener todas las respuestas; es contar con la actitud adecuada para enfrentarse a la incertidumbre. “El verdadero desafío es formar líderes empáticos, resilientes, humanos y flexibles. Personas capaces de unir todas las personalidades en pos de un objetivo común”, exclamó.
“En el mar, como en la vida, no siempre navegamos en las aguas que elegimos. No siempre tenemos calma, no siempre hay viento a favor. Pero lo que nunca cambia es nuestro objetivo: hacer que el barco camine”, concluyó.
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Velero oceánico Fortuna III
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