En el Congreso CREA 2022, el consultor Marcelo Elizondo describió los cambios de paradigma que se están dando en el comercio global de la agroproducción.
Marcelo Elizondo, consultor de empresas y asociaciones empresariales en materia de negocios internacionales y director del capítulo argentino de International Chamber of Commerce (ICC).
"Algunos piensan que estamos en una etapa de desglobalización. No es lo que creo yo. Los datos globales de comercio exterior muestran que, a pesar de todos los conflictos geopolíticos, la internacionalidad económica está sólida y los flujos comerciales no sólo no mermaron, sino que de hecho siguieron creciendo, el año pasado hubo un récord de comercio mundial de bienes y servicios”. Así lo indicó Marcelo Elizondo, consultor de empresas y asociaciones empresariales en materia de negocios internacionales y director del capítulo argentino de International Chamber of Commerce (ICC), durante una conferencia ofrecida hoy miércoles en el Congreso CREA 2022 que se está desarrollando hasta el próximo viernes en la Rural de Palermo (CABA).
Elizondo comentó que, si bien los commodities tienen un rol estratégico en la economía mundial, en los últimos años viene creciendo de manera sostenida la participación en el comercio global de servicios y productos derivados del capital intelectual, como es el caso, por ejemplo, del derecho de uso de patentes.
Según explicó, el proceso de globalización, cuando no es interferido por ningún factor distorsionante, puede caracterizarse como “hexagonal”, porque comienza con el comercio de bienes para luego seguir con servicios y, en una tercera instancia, la integración entre economías facilita las inversiones extranjeras directas que vienen usualmente acompañadas por migraciones de trabajadores. “Las crecientes interrelaciones entre los países posteriormente promueven un intercambio sistemático de conocimiento y financiamiento, lo que genera una sinergia que propicia el desarrollo económico”, destacó el consultor.
Esa es la razón por la cual en las últimas décadas –y muy especialmente en los últimos años– se viene registrando un incremento de los Tratados de Libre Comercio (TLC) entre diferentes naciones y regiones del orbe. Según detalló Elizondo, hay más de 350 acuerdos de libre comercio celebrados en el planeta, de los cuales más de la mitad son de los últimos 20 años, y el 60 por ciento del comercio ocurre entre países que han celebrado alguno de estos acuerdos. “Pero en Argentina solo el 15 por ciento de las exportaciones se dirigen a algún país en el que tenemos algún tipo de preferencia, lo que hace que haya obstáculos que otros países ya han logrado eliminar”, advirtió el especialista. Esto tiene una implicancia especial para el sector agrícola ya que es el que explica el 70 por ciento de los embarques argentinos.
El 60 por ciento del comercio ocurre entre países que han celebrado algún tipo de acuerdo de libre comercio. El 60 por ciento del comercio ocurre entre países que han celebrado algún tipo de acuerdo de libre comercio.
Elizondo explicó que los acuerdos internacionales se están redefiniendo, que en la pospandemia se está volviendo a una selección de socios por un criterio de “friendshoring”, es decir, por afinidad entre países, pero advirtió: “Los pactos empiezan a generar espacios comunes supranacionales de altísima exigencia de calidad. En la medida que bajan las cargas impositivas suben las exigencias de calidad. La competencia cambió de paradigma y se imponen nuevos estándares de calidad, estándares vinculados con el proceso, con la forma en la que las empresas se vinculan con su entorno”.
En este contexto, la integración comercial hace que las cadenas de valor evolucionen hacia “redes de valor”, dado que los procesos involucrados comienzan a generar datos que luego proporcionan información valiosa para producir conocimiento, un insumo que, gracias a las nuevas tecnologías, puede aplicarse con gran velocidad y amplitud territorial.
“Las cadenas globales de valor -que integran más del 70 por ciento del comercio mundial- se están viendo modificadas críticamente. Son empresas que se vinculan de manera regular, invierten juntas, planifican, son aliados más que clientes. Estas cadenas están cambiando porque se consolida la economía del conocimiento, los intangibles son el componente más valioso”, dijo Elizondo.
Luego explicó que las “redes de valor”, cuando se van integrando unas con otras, conforman verdaderos “ecosistemas” de negocios que suelen potenciarse mutuamente. Así las empresas que fabrican productos pueden eventualmente generar tecnologías y promover nuevos estándares o modalidades de gestión de recursos. “Hoy en el mundo más que cadenas hay ecosistemas, redes de organizaciones que se vinculan entre sí. Y la sofisticación de los negocios es tal que la innovación requiere socios, open innovations”, dijo. Y agregó: “El mundo va del paradigma del menor costo al paradigma del mayor valor. Mucho de lo que el agro argentino exporta es servicio incorporado en la previa, en el proceso y en la fase final de comercialización”.
Por supuesto: para que tales fenómenos prosperen se necesitan una serie de requisitos, entre los cuales se incluyen una escala de valores adecuada, educación, infraestructura, orden social, apertura comercial, capacidad de gestión y políticas tributarias acordes a la capacidad presente en la economía, entre otros factores.
Para concluir, Elizondo dejó una advertencia y un desafío. “Desde que empezó el siglo, el valor agregado agrícola en el mundo creció 80 por ciento mientras que en Argentina creció 40 por ciento, y esto tiene que ver con nuestra dificultad para incorporarnos en estos procesos”, dijo, y llamó al sector privado a tomar las riendas del asunto. “El 70 por ciento de la inversión en investigación y desarrollo del mundo es de las empresas. Los innovadores que mueven el horizonte permanentemente hacia adelante son las empresas, no los países. Somos una economía con enorme capacidad de abastecimiento de algo crítico para el mundo, pero tenemos que empezar a adaptarnos para un mundo que nos mira con lupa”.
Los innovadores que mueven el horizonte permanentemente hacia adelante son las empresas, no los países. Los innovadores que mueven el horizonte permanentemente hacia adelante son las empresas, no los países.