11 de diciembre de 2024 en Buenos Aires

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Producción de carne en el Chaco Santiagueño

Durante una jornada organizada por la Región CREA Chaco Santiagueño se analizó cómo gestionan los sistemas productivos los grupos de la región, destacando las estrategias y herramientas utilizadas para alcanzar mejores resultados.

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Por CREA Región Chaco Santiagueño | CHS

En el marco de la Jornada de Tranqueras Abiertas 2024 organizada recientemente por la Mesa Ganadera de la Región CREA Chaco Santiagueño en Pozo del Tigre, Formosa, se compartió información clave de los sistemas productivos ganaderos de la región. El evento reunió a más de 240 productores y técnicos de la red CREA de las provincias de Formosa y Chaco, además de profesionales del INTA y del Ministerio de la Producción de Formosa, quienes compartieron estrategias para mejorar la rentabilidad y la eficiencia de los establecimientos.

Durante la jornada, Marcelo Barboza, asesor del grupo CREA Ibarreta, de Formosa, y Alejandro Aranda, asesor del CREA Renovales, de Chaco, ofrecieron una charla técnica donde analizaron indicadores clave para la actividad, como la producción de carne, la eficiencia de stock y los índices reproductivos, y también el impacto del contexto climático en los resultados obtenidos. También se discutieron prácticas para la mejora continua, como el uso de herramientas de análisis para evaluar la situación productiva y planificar nuevas estrategias.

Entre los datos más relevantes, se mencionaron los 79 kilos promedio de carne por hectárea alcanzados en los campos de cría, los 123 kilos por hectárea logrados en campos de ciclo completo, y una eficiencia de stock que llegó hasta el 59% en algunos de los establecimientos analizados. Asimismo, la tasa de preñez promedio fue del 72%, mientras que las mermas reproductivas se situaron en un 14%. Estos valores evidencian la importancia de áreas clave en las cuales los productores pueden mejorar para optimizar sus resultados productivos.

Según Barboza: “La red CREA ofrece una metodología de análisis que permite a los productores entender dónde están situados de manera objetiva para, desde allí, plantearse mejoras concretas”.

El intercambio de información en los grupos CREA se basa en una metodología que permite comparar resultados de manera estandarizada. “Es importante que los productores puedan identificar dónde están parados en relación con otros, pero no como una competencia, sino como una manera de colaborar, aprender y mejorar”.

El evento tuvo como objetivo ofrecer una mirada integral de la ganadería en la región, que involucró una caracterización detallada de los sistemas productivos, una comprensión del impacto de las condiciones climáticas, la importancia de la capacitación del capital humano y la adopción de tecnologías que permitan mejorar la eficiencia de manera sostenible, entre otras variables que inciden en los resultados y permiten enfrentar los desafíos actuales del sector.

Sistemas productivos

La región CREA Chaco Santiagueño abarca un total de 13 grupos establecidos y otros 3 en proceso de formación. Estos grupos están distribuidos en las provincias de Santiago del Estero, Chaco y Formosa, con gran diversidad productiva y climática.

En conjunto, los establecimientos de la región manejan aproximadamente 83.000 cabezas de ganado bovino. Además, cinco establecimientos cuentan con feed lots.

En términos productivos, los sistemas incluyen cría, cría y recría, ciclo completo e invernada de compra, cada uno con características propias. Los campos de cría son los predominantes -seguidos por el ciclo completo y la recría-, con mayor estabilidad en su producción debido a que ésta depende en gran medida de la reproducción de las vacas y del manejo del forraje. Esto implica un ciclo largo de aproximadamente tres años.

El sistema de cría y recría es adoptado habitualmente por quienes buscan incrementar la producción de carne mediante el engorde de terneros. Éstos se mantienen en los campos unos meses adicionales antes de la venta, lo que permite optimizar la rentabilidad. El ciclo completo, que incluye las etapas de cría, recría y engorde, es más intensivo y se asocia a una mayor producción de carne, aunque los ciclos son más largos debido a la complejidad en la suplementación y en la nutrición.

Una campaña particular

El análisis presentado durante la jornada abarcó las campañas 2022/23 y 2023/24, caracterizadas por el impacto de las condiciones climáticas en los sistemas productivos de la región. La campaña 2022/23 estuvo signada por un déficit hídrico significativo, que afectó severamente la producción de pasto en momentos clave del ciclo productivo, como el inicio del servicio en primavera y en otoño. Este déficit provocó una disminución considerable en la disponibilidad de forraje, especialmente en etapas críticas para el desarrollo de los animales. Según datos del Programa de Monitoreo Forrajero del INTA, efectuado sobre la base de imágenes satelitales, la baja acumulación de biomasa forrajera fue un factor determinante para los índices de preñez y para el rendimiento general del ganado.

El impacto de estas condiciones climáticas adversas fue particularmente evidente en los sistemas de cría y recría, donde la disponibilidad de recursos forrajeros es esencial para sostener la productividad. Los datos recopilados indicaron que la tasa de preñez promedio en esta campaña se redujo en varios puntos porcentuales con respecto a los valores habituales en la región. Además, la falta de pasto obligó a muchos productores a recurrir a la suplementación, aumentando los costos de producción y afectando los márgenes de rentabilidad.

En contraste, la campaña 2023/24 mostró una mejora relativa en las condiciones climáticas. Las lluvias fueron más regulares y favorecieron la recuperación de los recursos forrajeros en muchas áreas de la región CREA Chaco Santiagueño. Sin embargo, esta recuperación no fue homogénea y los efectos de la sequía previa continuaron influyendo en los resultados generales. Sistemas productivos más resilientes, como aquellos que incorporaron tecnologías de manejo de pastizales y planificación forrajera se adaptaron mejor a este contexto y mostraron menor variabilidad en los indicadores de productividad.

"Conocer los datos climáticos es esencial para los productores, ya que les permite anticipar los riesgos y tomar decisiones informadas para mitigar el impacto de factores como la sequía o las lluvias irregulares. Esto les ayuda a planificar mejor sus estrategias de manejo forrajero y a ajustar los ciclos productivos según las condiciones del clima", dijo Barboza.

Indicadores físicos y reproductivos

Uno de los pilares del análisis presentado durante la jornada fue la medición de indicadores que definen la eficiencia y la productividad de los sistemas ganaderos en la región. Los campos CREA trabajan con una gama de indicadores agrupados en cinco grandes categorías: físicos, reproductivos, económicos, ambientales y sociales. Sin embargo, la presentación de Barboza y Aranda se centró específicamente en los indicadores físicos y reproductivos, considerados esenciales para evaluar el desempeño en la producción de carne y la eficiencia del manejo ganadero.

La producción de carne por hectárea fue uno de los indicadores destacados del análisis. Este parámetro es fundamental para analizar y comparar la eficiencia de distintos sistemas productivos. En los campos de cría se registró un promedio de 79 kilos de carne por hectárea, con valores que oscilaron entre 47 y 98 kilos. Estas variaciones se explican por diferencias en las prácticas de manejo, la calidad del forraje disponible y las condiciones climáticas.

En los sistemas de cría y recría, la productividad aumentó significativamente, alcanzando un promedio de 98 kilos por hectárea gracias a la inclusión de estrategias de recría y suplementación adecuada. Por otro lado, los sistemas de ciclo completo presentaron los valores más elevados, con una producción promedio de 123 kilos por hectárea, aunque con mayor dispersión en los resultados debido a factores como los costos de suplementación, la calidad genética de los animales y la dependencia de la variabilidad del ganado adquirido.

Según el asesor, "la variabilidad en la producción de carne es notablemente mayor en los sistemas de recría y ciclo completo, comparados con los campos de cría. Esto se debe a factores como la diferencia de calidad y del peso vivo inicial del ganado comprado”. Al respecto, detalló: “Por ejemplo, en un campo de ciclo completo con compra de invernada o en un campo de recría ingresan animales de distinta calidad, por lo que los resultados finales varían, ya que una partida de animales de buena calidad puede ganar hasta 80 kilos por cabeza o más, mientras que una tanda de animales de baja calidad solo sumará 20 kilos o menos. Al cierre del ejercicio todas esas variables impactan en la eficiencia. Sin embargo, los sistemas de cría tienen más estabilidad o menor variación en la producción de carne, ya que dependen de la propia producción de terneros, lo que les da una mayor consistencia año tras año", señaló.

Otro indicador clave fue la eficiencia de stock, que relaciona los kilos de carne producidos con los kilos mantenidos durante el ciclo productivo en el establecimiento. Este indicador permite evaluar el uso eficiente de los recursos forrajeros disponibles, siendo un parámetro crucial en sistemas con alto nivel de intensificación. En los sistemas de cría, la eficiencia de stock promedió un 22%, alcanzando máximos del 30% en los establecimientos mejor manejados. Por su parte, los sistemas de recría y ciclo completo alcanzaron valores entre el 34% y el 37%.

En la jornada también se abordó el indicador de mortandad, que mide la cantidad de animales que fallecen durante el ciclo productivo, cuyo monitoreo es esencial para evaluar el nivel de incidencia. En los sistemas de cría, una tasa de mortandad del 3% es considerada dentro de los valores esperables, lo cual se ajusta a la media de la región. Sin embargo, en sistemas de recría y ciclo completo esta tasa debería estar entre 0,5-2% como máximo. Valores cercanos a 3% se consideran indicativos de posibles problemas en la gestión de la salud animal o en el manejo de los recursos.

Barboza destacó que, en algunos casos, los productores no tienen un registro preciso de la mortandad, lo que dificulta la identificación de las causas y posibles soluciones. Identificar las razones ocultas detrás de la mortandad es crucial, ya que permite tomar medidas para reducirla, dado que estas pérdidas no controladas tienen impacto directo en los resultados productivos.

En el ámbito reproductivo, los indicadores más relevantes fueron la tasa de preñez, que fue, en promedio, del 72%, con algunos establecimientos más tecnificados que alcanzaron hasta el 85%. Este indicador es clave para determinar la cantidad de vacas que quedan preñadas durante el servicio. Otro de los indicadores analizados fue el porcentaje de destete, que promedió un 71.2% en los establecimientos con un manejo más eficiente.

La charla también hizo hincapié en la importancia de medir estos indicadores no sólo como un diagnóstico del estado actual de los sistemas, sino también como una herramienta estratégica para planificar mejoras a futuro. Según Barboza: “Medir estos indicadores es el primer paso para mejorar. Si no sabemos dónde estamos, no podemos saber hacia dónde queremos ir”. Este enfoque evidencia la necesidad de combinar datos objetivos con prácticas adaptadas a las condiciones particulares de cada establecimiento, fomentando una gestión más eficiente y rentable de los recursos.

“El desafío es medir constantemente para mejorar, porque solo con datos precisos se puede avanzar hacia una ganadería más eficiente y rentable”, concluyó.

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