13 de enero de 2025 en Buenos Aires

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Economía circular: el caso del Grupo María Elena

Juan Martín Ospital de Grupo María Elena explicó cómo lograron transformar una empresa tradicional en otra sostenible con un esquema de economía circular.

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Por CREA Región Oeste Arenoso | OAR

El concepto de “valor agregado” es muy atractivo. Pero detrás del mismo siempre suele haber un historia de esfuerzos, creatividad, trabajo en equipo, dificultades, resiliencia y, al final del día, la satisfacción de la meta cumplida. No se trata de contemplar el resultado final, sino de advertir cuál fue el proceso que permitió llegar al mismo.

El agregado de valor se volvió la clave del crecimiento del Grupo María Elena, que pasó de ser una empresa agropecuaria tradicional a producir genética animal, energía y biofertilzantes. Emplean a casi 100 personas, una cifra cuatro veces superior a la registrada una décadas atrás.

“Entre 1953 y 2007 el modelo productivo había cambiado muy poco con un planteo muy tradicional: un campo de 6000 hectáreas con rotación agrícola ganadera, 60% de pasturas, 40% de agricultura, una cabaña y otro campo de cría en San Luis”, explicó Juan Martín Ospital, gerente general de una empresa que integra el CREA América.

“En 2007 se produce un cambio generacional en la empresa y toma el control un accionista con una fuerte conciencia ambiental y de bienestar animal; decide entonces profesionalizar el management de la compañía para comenzar, en una primera instancia, a optimizar los procesos vigentes”, añadió durante una conferencia ofrecida en el evento Maizar 2023 realizado en la ciudad de Buenos Aires.

El establecimiento, ubicado entre Estación Elordi y Villa Sauze (Gral. Villegas), al contar en su mayor parte con aptitud agrícola, se destinó mayormente a esa actividad, al tiempo que la ganadería fue trasladada a campos arrendados con un costo de oportunidad de la tierra acorde a la producción pecuaria.

“A partir del año 2012 ya habíamos alcanzado todo el potencial productivo de los recursos disponibles y la meta era continuar creciendo, pero hacerlo a través de la superficie arrendada resultaba muy difícil y carísimo, además del hecho de que el accionista estaba cansado de mirar para arriba (por el factor climático), por lo que se optó por crecer verticalmente, pero de una manera sostenible”, relató.

Viajaron entonces a Dinamarca para contactar a referentes de una compañía de genética porcina, DanBred, con la cual realizaron un acuerdo para comenzar a multiplicar un núcleo genético en la Argentina. El momento no pudo haber sido más propicio porque en los siguientes años el sector porcino iba camino a experimentar un crecimiento muy significativo.

Crearon en 2017 la firma GPDan ( marca comercial de Genética Porcina Danesa S.A.) en coparticipación con DanBred para así comenzar a comercializar genética porcina en Argentina, Paraguay y Uruguay. Y construyeron en el campo una granja con tecnología danesa de 12.000 metros cuadrados para albergar un núcleo de 560 madres, además de un centro de extracción de semen porcino. También empezaron a engordar parte de la producción.

“Entre el 2017 y 2019 teníamos un problema: qué hacer con los purines de la granja, porque esas 560 madres en seguida se transformaron en 8600 animales que todos los días comen y hacen sus necesidades y la normativa en ese momento decía que teníamos que tratar los efluentes para transformarlos en agua pura y ahí perdíamos un montón de nutrientes; teníamos que poder hacer algo más con eso”, recordó Ospital.

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Empleados de GPDan

Empleados de GPDan

Mientras investigaban cuáles eran las alternativas disponibles, se creó el programa gubernamental RenovAr, por medio del cual se propicia la generación de proyectos de energía eléctrica a partir de fuentes renovables. En ese marco, la empresa presentó y logró la aprobación de un proyecto de producción de electricidad a partir del biogás generado por la fermentación de los purines. El emprendimiento, que cuenta con una potencia de 1,20 MW y un precio de venta de la electricidad de 169,0 u$s/MWh, es uno de los siete proyectos de biogás habilitados en la provincia de Buenos Aires por el programa RenovAr. La energía generada –para contar con una referencia–representa alrededor del 40% del consumo energético de la ciudad de Gral. Villegas.

Construyeron dos biodigestores que son alimentados con los desechos de las granjas porcinas y complementados con silaje de maíz provenientes de unas 500 hectáreas sembradas con el cereal. El contrato de provisión se firmó con la estatal Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico S.A. (Cammesa), que compra la electricidad para luego venderla a distribuidoras minoristas. “En agosto del 2022 obtuvimos la aprobación comercial y comenzamos a producir electricidad y en noviembre cobramos nuestra primera factura por la venta de energía”, remarcó.

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Vista aérea del complejo agroindustrial del Grupo María Elena en Gral. Villegas

Vista aérea del complejo agroindustrial del Grupo María Elena en Gral. Villegas

En estos momentos están buscando fuentes alternativas de biomasa para reemplazar al silo de maíz, dado que es factible que desechos orgánicos de industrias presentes en la región puedan destinarse a los biodigestores para contribuir a generar una solución sostenible para un problema ambiental.

Los residuos de la fermentación en el biodigestor se extraen por medio de bombeo para derivarlos hasta un tanque que separa los sólidos degradados de los líquidos, de manera tal de recuperar esos biofertilizantes para reemplazar el uso de una porción de los fertilizantes de síntesis química.

“El grano producido lo destinamos a por nuestra fábrica de alimentos balanceados para darle de comer a los porcinos, que producen purines que alimentan a los biodigestores que producen biogás, con el cual se genera energía eléctrica, además de biofertilizantes, que regresan a los cultivos para transformarse así en una economía circular en la cual los desechos de un proceso son el insumo de otro y nada se desperdicia”, señaló Ospital.

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La distribución de las enmiendas orgánicas, lejos de tratarse de una tarea sencilla, conlleva bastantes dificultades, no sólo en materia operativa, sino también agronómica. “Poder distribuir enmiendas que pesan casi nada los días de viento se complica; las bombas que tienen que distribuir el efluente son complejas; créanme que es un desafío bien importante”, advirtió.

Para seguir creciendo, se asociaron con una familia empresaria de Saladillo, con quienes montaron una granja multiplicadora de 480 madres en la zona de Las Piaras, algo que no resultó sencillo porque debió hacerse en plena pandemia. También construyeron un nuevo centro de extracción de semen porcino para poder satisfacer a la demanda de genética con mayor premura.

“Estamos trabajando en la coordinación entre áreas, porque cuando esto era una empresa pequeña yo me peleaba conmigo mismo y enseguida me ponía de acuerdo, pero actualmente somos casi cien empleados más otros veinte que trabajan en empresas que prestan servicios a la compañía”, remarcó.

La empresa, que acaba de realizar la certificación de la ISO 14.001, se transformó en una importante fuente de empleo regional con un tercio de la nómina integrada por mujeres y profesionales universitarios y con posgrados. “¿Cómo propiciamos el desarrollo territorial para que la gente se quede en su lugar? La forma es generar trabajo porque a todos les gusta tener el empleo en el lugar en el cual residen; somos nosotros los empresarios quienes tenemos que asumir ese desafío”, comentó Ospital.

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“¿Qué aprendimos? Que las oportunidades hay que ir a buscarlas. La curva de aprendizaje fue más larga y más cara de lo planeado inicialmente. Y cuando las cosas se pusieron difíciles, los problemas los tuvimos que resolver nosotros; eso no se compra. Hay que ponerse las botas y meterse en el barro para resolver los problemas”, agregó.

“En la Argentina se pueden hacer grandes cosas, pero tenemos que trabajar para que sea más fácil hacerlo, porque tanto esfuerzo desanima a muchos, especialmente porque existen ciertas cuestiones que no las podemos hacer solos, como es el caso de un camino rural u obras de infraestructura”, resumió el gerente de Grupo María Elena.

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