Todos los empresarios que aplican metodologías de premios y bonificaciones en función de parámetros de productividad y metas por alcanzar coinciden: el sistema funciona. Reconocer el esfuerzo de un trabajador comprometido –sea o no profesional– por medio de asignaciones adicionales atadas a la evolución de la empresa permite consolidar el sentido de identidad del trabajador con la organización en la cual se desempeña.
Otra de las ventajas es retener a equipos de trabajo considerados valiosos o, eventualmente, captar personal calificado cuando se necesita cubrir una posición. El sistema, además, es útil para que los trabajadores identifiquen con mayor precisión cuál es su rol como generadores de valor dentro de la empresa y también, en algunos casos, para que se esfuercen –de acuerdo con sus capacidades– en la creación de herramientas metodológicas orientadas a incrementar la productividad.
La primera regla para establecer bonificaciones por metas es que no existe una regla general: cada sistema debe ser aplicado en función de la estructura y la idiosincrasia de cada empresa.
La segunda regla es que las metas por alcanzar deben ser, precisamente, alcanzables (para esto es vital contar con información de referencia de otras empresas de la zona). Para lograrlo, lo ideal es comenzar a implementar la metodología en un año climático “normal” (dar los primeros pasos durante una campaña caracterizada por desastres climáticos no es lo más recomendable).
La tercera regla es que los criterios a partir de los cuales se establecerá la bonificación deben ser perfectamente conocidos por todo el personal y no deben experimentar modificaciones durante el período de evaluación –que por lo general es de un año– a menos, claro, que dicha modificación favorezca al personal (el caso contrario podría generar malestar por el cambio de reglas de juego).
La cuarta regla es que las bonificaciones no deben ser un artilugio para hacer del empleado un socio forzado que pague los años malos de la empresa con un recorte de sus ingresos. Es preferible pagar buenos sueldos sin bonificación, que establecer premios atractivos sobre salarios bajos. Los casos exitosos son aquellos en los cuales la bonificación representa un reconocimiento al esfuerzo.
Si bien el dinero es un aspecto crucial de las bonificaciones por metas, la verdadera riqueza del instrumento reside en que se trata de una herramienta útil para aplicar mejoras constantes a todas las tecnologías de procesos presentes en las empresas agropecuarias. Por tal motivo, es aconsejable realizar una reunión específica con todo el personal al momento de realizar la evaluación final de cada uno de los parámetros que hacen a la composición del premio (que, en definitiva, no es otra cosa que el análisis del desempeño de la empresa misma). Las máximas que deben tenerse en cuenta al momento de implementar sistemas de premios y bonificaciones pueden resumirse a continuación.
Adaptar el sistema de premios y/o bonificaciones a las condiciones particulares de la empresa y del entorno en la cual ésta se desenvuelve.
Distribuir premios equivalentes a la responsabilidad que demanda cada tarea o bonificaciones en función del impacto mensurable que tiene cada trabajador en la actividad por evaluar.
La escala de metas de los sistemas de bonificaciones debe contar con parámetros alcanzables. No imposibles.
Los criterios a partir de los cuáles se determina la bonificación deben ser perfectamente conocidos por los trabajadores y no deben experimentar modificaciones durante el período de evaluación, a menos que dicha modificación favorezca al personal.
Una proporción considerable de los criterios para aplicar premios o bonificaciones debe poder medirse con parámetros objetivos.
Es preferible pagar buenos sueldos sin adicionales que establecer bonificaciones o premios atractivos sobre salarios bajos.
Las bonificaciones son un instrumento estupendo para que los trabajadores reflexionen acerca del impacto de las metodologías de procesos. El pago adicional siempre debe ir acompañado de un análisis de todo lo que bueno que se hizo y todo lo que podría mejorarse.
Las empresas que reconocen el esfuerzo de las personas son más deseables para los trabajadores que aquellas que no lo hacen. El pago de premios o bonificaciones es una de las maneras más efectivas de aplicar dicho reconocimiento.
Es aconsejable complementar los programas de premios y bonificaciones con capacitaciones sistemáticas orientadas a mejorar la productividad de las personas.
Los programas de premios o bonificaciones, si están bien aplicados, contribuyen a mejorar la calidad de vida de los trabajadores y la sostenibilidad de la empresa.