Casi dos décadas atrás los integrantes del CREA Melo Serrano (región Centro) comenzaron a hacerse preguntas sobre la sostenibilidad de los sistemas agrícolas y se transformaron en pioneros en la búsqueda de alternativas que, si bien en su momento fueron innovadoras, actualmente están muy extendidas, como la agricultura regenerativa.
El entonces asesor del grupo, Lucas Andreoni, no sólo acompañó a los empresarios CREA en esa búsqueda, sino que además empezó a partir de 2009 a compartir el camino recorrido en redes sociales, lo contribuyó a potenciar interacciones que enriquecieron el proceso de generación de conocimiento.
“Ya son muchos los establecimientos productivos de varias regiones que están intensificados en un 100%”, señala Lucas, quien se desempeña actualmente como consultor privado.
“Cuando dejamos de mirar solamente la producción y la protección de cultivos para visualizar de manera sistémica el paisaje en su conjunto, entonces podemos pasar del discurso al hecho y crear empresas que sean sostenibles en el eje social, ambiental y económico”, añade.
¿Cómo se gestó el cambio?
En una primera etapa empezamos a observar cambios en la composición física y química del suelo y comprendimos que estábamos trabajando sin considerar lo que sucedía en el recurso más importante que tenemos: el suelo. En las restantes ramas de la ingeniería siempre se ocupan de asegurar que los instrumentos necesarios para realizar su labor se encuentren en condiciones óptimas, pero nosotros, al trabajar con sistema simplificado, nos focalizamos durante muchos años en el resultado sin analizar los procesos que ocurrían en el suelo. Nuestra “máquina de trabajo” no estaba recibiendo la atención que se merecía y eso no fue gratis, porque nos empezó a pasar la “factura”. El siguiente paso fue entender las diferencias entre ambientes y cómo la tecnología debía adaptarse en función de las características de cada uno. Para todos los involucrados en el proceso representó un redescubrimiento de la agronomía. La intensificación agrícola por medio de la incorporación de cultivos de servicio permitió incrementar la micro y macrobiología presente en el suelo al ofrecer, con presencia permanente de raíces vivas, alimento a los seres vivos que –aunque muchas veces no lo veamos– forman parte de todo ciclo productivo.
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¿Cuál fue el aspecto más difícil del cambio de un modelo al otro?
El aspecto central, obviamente, es que el empresario esté convencido de que es necesario realizar el cambio, pero no podría decir que esa es la cuestión crítica. El factor clave es tener equipos de trabajo preparados para poder entender el impacto de las acciones emprendidas, realizar los diferentes procesos con eficacia, estar despiertos para evaluar tanto éxitos como errores y poder aprender de estos últimos. Los esquemas regenerativos, además de ser ambiental y económicamente viables, también lo son en el aspecto social, porque requieren una mayor cantidad y diversidad de trabajadores y proveedores. La súper simplificación de tareas agrícolas generó un proceso similar en los equipos de trabajo y eso, que en algún momento pudo haber representado una fortaleza, actualmente es una limitación porque no es posible encarar un esquema regenerativo sin un equipo de trabajo consolidado. Entonces, si la pregunta es qué es lo más difícil del cambio, la respuesta es contar con equipos de trabajo capacitados y motivados para poder encarar el desafío. Por supuesto, si el proceso es encarado en el marco de una red de intercambio de conocimiento, como es el caso de CREA, las posibilidades de éxito se incrementan.
¿O sea que el factor crítico es el equipo de trabajo?
Sí, pero no sólo considerando a los empleados y colaboradores de la empresa, sino también a los proveedores de bienes y servicios, dado que todos tienen que estar bien coordinados para que la intensificación agrícola pueda concretarse con buenos resultados. La intensificación prácticamente no deja tiempo libre y, por lo tanto, requiere una adecuada planificación tanto operativa como financiera. Hay más trabajo, mayor diversidad de insumos y crecen también las responsabilidades. La comunicación es aspecto central para lograr un buen trabajo de equipo. Entender el sentido de los diferentes procesos y los motivos que dan origen a las búsquedas y pruebas, es vital para que todos puedan dar lo mejor de sí mismos. A la agricultura regenerativa tenemos que pensarla como un ecosistema en el cual participan empresas agropecuarias, entidades técnicas y académicas y proveedores de insumos y servicios en un sentido amplio, de manera tal de potenciar las interacciones y la generación de información, conocimiento y herramientas disponibles. Así es como, por ejemplo, fueron apareciendo alternativas invernales, como la camelina o la carinata, que permiten diversificar estrategias para lograr rotaciones que contribuyan a regenerar los suelos
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Agricultura regenerativa
¿Cuáles dirías que son los principales logrados alcanzados?
En aquellas empresas –muchas de las cuales son parte de la red CREA– en las que venimos hace varios años trabajando con sistemas intensificados, logramos reducciones sustanciales del EIQ (Coeficiente de Impacto Ambiental, por sus siglas en inglés, desarrollado por el Programa de Manejo Integrado de Plagas de la Universidad de Cornell, EE.UU), no tanto por el volumen de herbicidas empleado, sino por el menor impacto ambiental de los productos utilizados y la manera en que se aplican. Por supuesto, no se trata de una dinámica con tarifa plana, porque los logros conseguidos dependen de la situación presente en cada campaña. Pero el impacto más grande que promovimos con sistemas intensificados es un ahorro muy grande en fertilizantes sintéticos, con ahorros que van del 40% al 60% en fertilizantes nitrogenados para maíz tardío, apuntando siempre al máximo potencial para cada ambiente; eso está relacionado con el incremento de la proporción de materia orgánica joven en el suelo. Estimo que, a medida que sigamos estabilizando los sistemas, cada vez vamos a tener más reducción de fertilizantes sintéticos, porque los sistemas intensificados también registran una aumento considerable del fósforo disponible: en algunos casos pasamos de 16-18 partes por millón de fósforo a 25-30 partes con sectores de 40; se trata de niveles similares a los existentes cuando sólo había ganadería en la región. Al aumentar la microbiología y mejorar la estructura del suelo, promovemos un mayor y mejor aprovechamiento de los nutrientes y el agua por parte de las plantas. Estas cuestiones hacen que puedan comenzar a recuperarse con creces las inversiones en intensificación realizadas durante los primeros años, y no sólo midiendo el asunto con el ahorro de insumos, sino además porque los sistemas productivos se tornan más predecibles al regular con mayor eficiencia los embates climáticos.
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¿Y todo comenzó, en buena medida, con el uso de cultivos de cobertura orientados a controlar malezas problemáticas?
El tema de malezas en los lotes dejó de ser un problema. No es que hayan desaparecido, por supuesto, sino que ya no son problemáticas porque al diseñar una mejor estructura del suelo, con buenas coberturas, el stock de malezas es totalmente manejable con las herramientas que tenemos. Y eso se evidenció especialmente en las campañas caracterizadas por restricciones hídricas. Estamos por ahí empezando a tener otros desafíos, como puede ser, por ejemplo, el bicho bolita, con lotes que empiezan a tener manchones de esa plaga con mayor frecuencia. Afortunadamente el avance tecnológico contribuye a que podamos hacer frente a esos nuevos desafíos con mayor eficiencia, como es el caso del uso de drones para realizar mapeos de poblaciones de bicho bolita y aplicaciones selectivas muy localizadas y efectivas. Es importante comprender que la sostenibilidad es fundamentalmente un proceso y, como tal, es dinámico y cambiante. Por eso hablamos hoy de agricultura regenerativa e inteligente.
¿Por qué inteligente?
Hemos empezado a trabajar muchísimo con inteligencia artificial. Cuando hablamos de cuáles son los aspectos clave por los cuales a muchos productores les cuesta implementar sistemas intensificados, uno de los principales es la falta de asesoramiento agronómico para poder tomar decisiones efectivas, como es el caso de cuándo suprimir cultivos de servicio para no comprometer las reservas hídricas del cultivo posterior. La agricultura de insumos fue muy efectiva porque es escalable y tenemos que lograr lo mismo para los sistemas intensificados, para lo cual podemos emplear sistemas de inteligencia artificial alimentados con datos edáficos y climáticos. Si no podemos contar con un profesional capacitado en la materia en cada empresa, podemos usar la tecnología para contribuir a cubrir ese bache. Por tal motivo, estamos entrenando algoritmos para generar información útil para la toma de decisiones, como el hecho –por ejemplo– de cuándo conviene suprimir un cultivo de servicio.
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Agricultura regenerativa
¿Están evaluando alguna nueva tecnología que contribuya a potenciar la agricultura regenerativa?
Empezamos a evaluar la aplicación de té de compost, que multiplican la población de hongos y bacterias presentes en un compost, para así poder distribuirlos en grandes extensiones con el propósito de potenciar la actividad biológica del suelo. Como siempre decimos, no es que con una sola herramienta vamos a promover una solución, sino que potenciamos lo que venimos haciendo con el uso de múltiples procesos e instrumentos. Un aspecto importante es que las tecnologías de procesos requieren gente en el campo, con lo cual fomentan el arraigo rural y no sólo de los empleados, sino muchas veces también de sus familias, ya que la agricultura regenerativa, al estar fundamentada en soluciones basadas en la naturaleza, tienden a despertar inquietudes que terminan transformándose en interés y luego en un compromiso apasionado.
Es una dimensión relacionada con el placer humano, algo que, si bien es subjetivo, no deja de ser relevante. Cuando preguntamos a los empresarios que están transitando el camino hacia sistemas regenerativos qué ven de favorable en el proceso, una de las respuestas es que la mayor presencia de colores y vida atrae a las nuevas generaciones al campo porque se sienten a gusto. No se trata de algo menor volver a enamorarse de un ambiente, porque eso hace al arraigo y al sentido de pertenencia. En ese sentido, también es importante dejar sectores del campo sin intervención humana para que la biodiversidad presente pueda expresarse en su pleno potencial. Es parte de los servicios ecosistémicos que prestan las empresas agropecuarias y es un aspecto fundamental para cuidar a los insectos polinizadores.
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Corredor biológico
¿Eso es importante para la actividad apícola?
Por supuesto, pero no solamente para esa actividad, sino para muchos procesos más. Estamos trabajando con un equipo de investigadores del CONICET, coordinado por Lucas Garibaldi, para evaluar el impacto de la presencia de polinizadores en los rendimientos del cultivo de soja y los resultados preliminares observados son auspiciosos al respecto, con ganancias de rendimiento muy interesantes.
¿Qué le dirías a los productores que sienten desconfianza con todo lo relacionado a la agricultura regenerativa?
Para algunos aún lo sostenible se asocia a una menor productividad y rentabilidad, pero los sistemas intensificados estabilizados son rentables y lo podemos demostrar con números concretos, además de todos los beneficios asociados en términos ambientales y sociales. Por otra parte, las empresas intensificadas son más creativas y, por lo tanto, más atractivas para atraer talento. Existe muchísima información y conocimiento científico validado sobre el tema que, por supuesto, debe adaptarse a las condiciones ambientales de cada región.