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Corredores biológicos. Germán Alonso, integrante del CREA Melo-Serrano.
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El proyecto también responde al objetivo de mejorar la sostenibilidad del sistema en lo económico, productivo y ecológico. Durante años, Monte Hermoso enfrentó dificultades con el manejo de malezas, que complicaron la agricultura. "Antes, todo estaba en el librito del glifosato: aplicabas y resolvías, pero eso ya no funciona de la misma manera", comentó. "Empezaron a aparecer malezas resistentes, y cada vez teníamos que agregar más agroquímicos, lo que, lejos de resolver el problema , lo empeoraba. Estábamos atrapados en un círculo vicioso, aumentando las dosis sin éxito", advirtió.
A raíz de estas dificultades, Alonso y su equipo comenzaron a explorar alternativas. "Había que buscarle una vuelta que fuera más sustentable, tanto para el ambiente como para la producción", señaló. Este replanteo los llevó a investigar y probar nuevas prácticas, como los corredores biológicos.
Esta técnica incorpora al suelo una mezcla de gramíneas y leguminosas, especies que también se utilizan en cultivos de cobertura, como trébol, avena y vicia, y no se destinan a la producción comercial, sino a cumplir funciones ambientales, como mejorar la calidad del suelo, atraer polinizadores y servir como refugio para insectos nativos. Con esta técnica buscan reducir costos asociados al manejo de malezas y plagas, estabilizar los rendimientos y, al mismo tiempo, recuperar especies que enriquecen el ecosistema. Además, les permite disminuir significativamente el uso de insumos químicos, como herbicidas y fertilizantes, lo que representa un impacto positivo tanto en términos económicos como ambientales.
Innovaciones productivas
Hace 25 años la empresa incorporó la siembra directa para mejorar el manejo del suelo. Hace más de una década sumaron la agricultura de precisión, que utiliza datos obtenidos a través de sensores, mapas de rendimiento y sistemas de posicionamiento para evaluar las condiciones del suelo y los cultivos. "Esta herramienta nos permitió identificar las áreas del campo con menor productividad, analizar las causas y decidir cómo utilizarlas mejor", señaló Alonso. Además, ayudó a ajustar la cantidad de fertilizantes y semillas según las necesidades específicas de cada lote, reduciendo costos, optimizando el uso del suelo y ganando eficiencia.
Otra tecnología clave fueron los cultivos de cobertura, implantados para proteger y mejorar la calidad del suelo, especialmente durante el invierno, época en que las temperaturas extremas y la falta de lluvias complican la actividad agrícola en la región. "Mientras otros campos quedan sin vegetación, nosotros logramos mantener el suelo verde todo el año", indicó.
"Los cultivos de cobertura ayudan a reducir la presión de malezas, facilitan el ciclo de nutrientes como el nitrógeno y el fósforo, y mejoran la estructura del suelo", explicó el productor. "Nuestros márgenes económicos son mejores y las producciones están más estabilizadas, incluso comparándonos con campos vecinos, principalmente debido a la menor necesidad de insumos externos”, agregó.
Hoy, los cultivos que siembra la empresa reflejan un enfoque diversificado que combina producción y sostenibilidad. Entre los principales están el maíz, la soja, el trigo, el girasol y el centeno, destinados a la cosecha comercial y los mercados tradicionales. Además, incorpora cultivos menos tradicionales, como coriandro, lupino, nabo y vicia, utilizados para atraer polinizadores y mejorar la estructura del suelo. "Siempre estamos probando nuevas especies para evaluar su impacto en la biodiversidad y en los ciclos del suelo", explicó. "La idea es integrar especies que, además de su valor productivo, aporten beneficios al sistema en general", añadió.
Impacto ambiental
Los primeros corredores biológicos en Monte Hermoso fueron sembrados en otoño de 2023, como parte de una planificación basada en datos históricos de agricultura de precisión. Estas franjas, que conectan diferentes parches del campo, tienen entre cuatro y cinco metros de ancho, equivalentes a dos pasadas de sembradora, y están distribuidas estratégicamente. El 8% de las 1900 hectáreas del establecimiento corresponden a una combinación de corredores biológicos y otras áreas con vegetación natural -montes, bajos y médanos- que nunca fueron destinadas a la agricultura. Dentro de este porcentaje, la superficie sembrada específicamente con corredores biológicos alcanza las 30 hectáreas.
"No quiero que se piense que estamos perdiendo terreno agrícola. Ese 8% incluye zonas de monte o áreas no aptas para cultivo, que ahora aportan beneficios ambientales y enriquecen el sistema productivo", aclaró. Según explicó, este diseño no solo mejora la biodiversidad, sino que también busca equilibrar la sostenibilidad ambiental con la viabilidad económica. "Aunque la teoría indica que lo ideal sería destinar un 20% del área, buscamos un equilibrio que sea económicamente viable", explicó.
El campo presenta una gran diversidad de suelos, desde sectores arenosos hasta otros con mejores condiciones productivas. Para trabajar de manera más eficiente, clasificaron cada lote utilizando herramientas de agricultura de precisión. A través de un análisis detallado de los datos de rendimiento y margen bruto por superficie identificaron las zonas menos productivas y redefinieron su uso, destinándolas a prácticas que aporten beneficios ambientales en lugar de generar pérdidas.
"En nuestra zona hay sectores buenos, regulares, e incluso médanos. Durante años, insistimos en hacer agricultura en lugares que, campaña tras campaña, no rendían lo suficiente. "Finalmente. decidimos aprovechar esas zonas para que, en lugar de generar pérdidas, aportaran beneficios ambientales y equilibrio al sistema", detalló.
Pero estas franjas no fueron distribuidas al azar, su diseño se realizó tomando en cuenta criterios como la conectividad entre parches naturales y la biodiversidad existente, lo que busca maximizar el aporte ecológico de los corredores al conjunto del establecimiento. "Los corredores conectan montes, bajos y otras áreas del campo que ya no estaban bajo producción, creando un espacio continuo para la biodiversidad", explica Alonso.
Adicionalmente, el proyecto tiene también un impacto social importante. "La empresa cuenta con un equipo que recibió formación para implementar este manejo y participar activamente en las decisiones del campo. Capacitamos a nuestros empleados para que entiendan y se apropien de estas prácticas", explicó. Según Alonso, esta integración del equipo generó un cambio en la dinámica del trabajo. "Cuando alguien siente que lo que hace tiene un impacto positivo en el medio ambiente y en la empresa, su compromiso es mayor. Eso se ve reflejado en los resultados y en el clima de trabajo", reflexionó. El proyecto también permitió generar empleo y especializar tareas de los trabajadores de la empresa.
Sustento científico
El desarrollo de los corredores contó con el apoyo de Lucas Andreoni y Lucas Garibaldi, asesores técnicos con amplia experiencia en estos temas. Andreoni, consultor especializado y ex asesor del CREA Melo-Serrano, trabajó junto a Monte Hermoso en la planificación y ejecución del proyecto. Por su parte, Garibaldi lidera investigaciones en el CONICET. Ambos participan de la empresa Agrodesign, dedicada al diseño de paisajes productivos, que llevó a cabo los trabajos en Monte Hermoso.
El sustento científico detrás de los corredores biológicos fue clave para su implementación. "Hay estudios que muestran que la biodiversidad y la presencia de polinizadores tienen una relación positiva con el rendimiento de los cultivos", afirmó Alonso. Junto a Garibaldi y Andreoni, el establecimiento desarrolló un plan basado en modelos probados en otras regiones. "Esto no es una idea al azar, sino una estrategia respaldada por ciencia y adaptada a las condiciones de nuestro campo", detalló.
Además de los estudios que respaldan la relación entre biodiversidad y rendimiento, el equipo técnico destacó la importancia de los reservorios de diversidad que ya existían en el campo, como alambrados, caminos, montes y banquinas con pasto natural. Estos espacios actúan como refugios para polinizadores y otras especies esenciales para el equilibrio del sistema. "La hipótesis que se planteó fue cómo podríamos extender los bordes en los lotes, integrando más biodiversidad y naturaleza a la agricultura que estamos haciendo", explicó Alonso. A partir de esta idea, diseñaron los corredores biológicos como una extensión de esos espacios naturales, que conecta áreas clave del campo maximizando su impacto.
Alonso reflexionó sobre los tiempos necesarios para obtener resultados claros. "Este es solo el primer año del proyecto, y los resultados aún son teóricos. Es un desarrollo a largo plazo, de cuatro años o más. Sin embargo, confiamos en que estamos en el camino correcto", sostuvo.
La intención del establecimiento es evaluar año a año los impactos de los corredores biológicos, tanto en términos productivos como ambientales, para ajustar y optimizar el diseño inicial. El siguiente paso en el desarrollo de los corredores biológicos consiste en incorporar mayor biodiversidad mediante la plantación de especies arbóreas y arbustivas nativas. En este sentido, Alonso adelantó que planean comenzar con las primeras plantaciones en lo que resta de 2024.