8 de noviembre de 2025 en Buenos Aires

Alcanzaste el límite de 40 notas leídas

Para continuar, suscribite a Crea. Si ya sos un usuario suscripto, iniciá sesión.

SUSCRIBITE

Lechería: el ABC en el camino de la intensificación

Manejo reproductivo, nutrición y bienestar animal, las tres variables que definen la rentabilidad en la lechería.

Alcanzaste el límite de 40 notas leídas

Para continuar, suscribite a Crea. Si ya sos un usuario suscripto, iniciá sesión.

SUSCRIBITE
Por CREA Región Este | EST

En los tambos más eficientes del país, las vacas superan los 40 litros diarios con dietas basadas en forrajes de alta calidad. Según el veterinario Mauro Gorgerino, más allá de la infraestructura, estos resultados dependen de una gestión integral que combina reproducción, nutrición y confort: el verdadero ABC de la intensificación.

El especialista presentó este enfoque durante la Jornada de Actualización Técnica “El camino hacia la eficiencia tranqueras adentro”, organizada por la Región Este de CREA en la Sociedad Rural de Navarro. Allí compartió su experiencia de más de 25 años asesorando tambos en distintas provincias del país y describió cómo alcanzar la eficiencia a partir de una mirada sistémica.

Imagen 4

Reproducción: medir para mejorar

“La medición es el principio y el fin del manejo reproductivo”, destacó. “Sin medición no puedo evaluar, y sin evaluación no puedo diagnosticar si estoy bien o mal. Tampoco puedo analizar, diseñar soluciones ni definir un plan de acción”, explicó.

En los sistemas que asesora, el seguimiento semanal incluye al menos una decena de indicadores reproductivos: intervalo parto–primer servicio, parto–concepción, porcentaje de preñez al día 150, tasa efectiva de preñez y días en leche, entre otros. “Toda la información tiene que estar actualizada y disponible para que el productor pueda analizarla y proyectar metas y objetivos”, subrayó.

Gorgerino remarcó que la tasa de preñez es la variable con mayor impacto sobre la eficiencia reproductiva del rodeo. “Hasta hace tres o cuatro años, Argentina estaba en valores de 15 a 18%, mientras que en otros países la tasa promedio es de 30%. Mejorar la tasa efectiva de preñez, por ejemplo de 17% a 27%, acorta el intervalo entre partos de 16 a 13 meses y multiplica los picos productivos a lo largo de la vida útil de la vaca. “Con una reproducción eficiente, en lugar de tres picos de producción y tres descendencias fértiles, pasamos a cuatro”, explicó.

Captura de Pantalla 2025-10-09 a la(s) 10.57.54
Tasas de servidas, concepción y preñez

Tasas de servidas, concepción y preñez

Además, cuando el rodeo mantiene más vacas en el pico de lactancia —alrededor de los 170 días en leche—, mejora la conversión alimenticia. “En ese período, las vacas transforman dos litros de leche por cada kilo de materia seca consumida. Es posible ver animales que comen 25 o 27 kilos y producen 50 o 55 litros. Por eso, la mejor opción es tener la mayor cantidad posible de vacas en esa fase”, ejemplificó.

A medida que avanzan los días en leche, esa relación se deteriora. Entre los 170 y 250 días, la vaca se estabiliza —consume unos 25 kilos de materia seca y produce entre 35 y 38 litros—, y después de los 250 días la eficiencia cae a una relación de 1 a 1. “Por eso la reproducción define la rentabilidad: cuanto más rápido preñe mi vaca, más tiempo pasa en el tramo más rentable del ciclo”, resumió.

Nutrición: la base de la eficiencia en sistemas intensivos

En los sistemas intensivos, el desafío es producir más leche y carne transformando proteína de bajo valor biológico en proteína de alto valor biológico. “Nuestra materia prima principal es el forraje, y lo producimos nosotros quienes. Por eso debemos esforzarnos en generar forraje en cantidad y calidad al menor costo posible”, sostuvo.

El especialista explicó que la vaca es apenas una parte de la herramienta productiva. “Las verdaderas protagonistas son las bacterias del rumen. Ellas digieren el alimento que formulamos, y cuando mueren, la vaca se alimenta de ellas. Si olvidamos eso, aumentamos los costos de la dieta sin mejorar la eficiencia”, puntualizó.

Imagen 3

Gorgerino subrayó que la calidad del forraje conservado tiene un impacto decisivo en la producción. “La lechería está transitando un cambio: dejamos atrás sistemas pastoriles para avanzar hacia esquemas de mayor intensificación, con más carga por hectárea, más raciones mezcladas y producciones individuales más altas. Pero este cambio requiere adaptación, sobre todo ante los eventos climáticos recientes que obligaron a usar más concentrados y subproductos, y encarecieron los costos”, analizó.

Hoy, la tendencia es incrementar la proporción de forrajes conservados en la dieta. “Asesoramos tambos que suman unas 3.000 vacas bajo galpón, con 75% de la dieta a base de forraje. Con tres ordeñes diarios y apenas 3 kilos de maíz y 3 de soja por vaca, logran excelentes resultados. El resto es todo forraje conservado”, describió.

Agua: el primer insumo invisible

La intensificación también demanda un control estricto de la calidad y cantidad de agua. “El 88% de la leche es agua. Si el agua no es buena, no hay leche posible. Una vaca toma entre 70 y 80 litros diarios en invierno y el doble en verano, por eso hay que analizar muestras del bebedero cada tres o cuatro meses”, recomendó.

Según explicó, las aguas ideales para la producción lechera tienen entre 2 y 4 gramos de sólidos totales por litro. “Por encima de 5 gramos por litro no hay chance de producir bien ni de criar terneros. Para las guacheras, el límite es 1 gramo por litro. En cambio, aguas con menos de 2 gramos son fácilmente corregibles, porque suelen carecer de sulfatos o cloruros, y se pueden balancear con minerales externos. Este análisis debería ser el primer paso antes de intensificar un rodeo”, aconsejó.

Un agua con 200 mg/l de cloro, 164 de cloruro, 64 de sulfato y 1,2 g/l de residuos secos es, según Gorgerino, de excelente calidad.

Forrajes: la regla del 35-35-35

En relación con los silajes de maíz, el asesor mencionó una regla nemotecnia: 35-35-35. “Un silo ideal tiene 35% de materia seca, 35% de FDN y 35% de almidón. Con esas proporciones es muy fácil producir leche. Los tambos que alcanzan esos valores están en los 40 a 43 litros promedio por vaca por día, mientras que el cuartil inferior, con forrajes y aguas de menor calidad, apenas ronda los 35 o 36 litros. Hay una correlación directa entre calidad de forraje y calidad de agua”, destacó.

Captura de Pantalla 2025-10-09 a la(s) 11.02.26
Análisis de silo de maíz de buena calidad

Análisis de silo de maíz de buena calidad

También insistió en la importancia de la compactación y estabilidad del silo. “Aun un silo bien hecho pierde entre el 10 y el 12% en un año. Pero si está mal compactado, las pérdidas suben al 18 o 20%. Además, hay que manejar bien el frente: todos los días se deben consumir al menos 35 o 40 centímetros. Si no, el material se calienta, cambia la temperatura de la ración y las vacas dejan de comer”, explicó.

Para evitarlo, recomendó dimensionar el frente del silo en función del consumo diario: largo, alto y ancho deben permitir avanzar esos 40 cm cada día. “La temperatura del silo debería mantenerse entre 18 y 20 °C. Si supera esos valores, baja el consumo y cae la producción”, advirtió.

Momento de picado y manejo del grano

El momento oportuno de confección del silo es otro factor clave. Gorgerino comentó que su equipo utiliza drones para predecir el momento de picado. “En condiciones normales, la tasa de secado en Córdoba es de 0,5 puntos por día. Pero con olas de calor puede llegar a 2,5 o 3, y con chicharrita, hasta 5 o 6 puntos. Si no se ajusta el momento, se pierde digestibilidad y almidón”, señaló.

El procesado del grano también es determinante. “Apuntamos a una molienda de 700 micrones. El cracker no debe marcar el grano, debe romperlo en cuatro partes. Con ese tamaño logramos que el almidón en heces no supere el 3,5%. Cada punto adicional equivale a 0,3 o 0,4 litros menos de leche por vaca por día. Si vemos 7 u 8%, estamos perdiendo 4 o 5 litros diarios que no aparecen en los registros”, explicó.

Imagen 1
Manejo de frente del silo

Manejo de frente del silo

Forrajes de calidad: el insumo más rentable

Para ilustrar el impacto económico, comparó dos dietas de igual costo —13,5 litros por vaca por día—: una con silos de baja calidad y otra con silos de buena calidad. “La diferencia fue de siete litros de leche por vaca. Solo cambió la calidad del forraje”, detalló.

Cuando se reemplaza un forraje deficiente por más concentrados, el costo sube de 13,5 a 17 litros, pero la producción aumenta de 35 a 45 litros. “Es una herramienta válida, pero más cara. En cambio, si concentramos una dieta con forrajes de buena calidad, ganamos cinco litros adicionales sin aumentar el costo. No hay nada mejor que producir bien la materia prima en casa”, afirmó.

Además, advirtió que el manejo del comedero y la calidad del forraje representan más del 50% del resultado del sistema. “El balance de la dieta incide solo un 7% en el negocio. En cambio, el forraje conservado y el confort animal explican entre el 55 y el 60% de la operación. Reproducción, calidad de leche y guachera son claves, pero a veces ponemos el foco donde no está la mayor oportunidad de mejora”, sostuvo.

Bienestar y confort: más descanso, más leche

En la búsqueda de eficiencia, el confort animal es tan importante como la genética o la dieta. “La vaca tiene una necesidad marcada de descansar”, afirmó Gorgerino. “Debe hacerlo entre 12 y 13 horas por día. El 50% de su jornada debería pasarlo echada rumiando, un 21% comiendo —unas cinco horas—, 4% bebiendo, 6% socializando y 13% en ordeñe. Si ese equilibrio se altera, se pierde producción”, advirtió.

El descanso tiene un impacto directo sobre la síntesis de leche. “Cuando la vaca está echada, el 70% del flujo sanguíneo pasa por la glándula mamaria. Si rumea parada, ese valor cae al 50%. Por eso más descanso siempre se traduce en más leche: cada hora adicional de reposo equivale a 1,7 litros más de producción por vaca por día”, detalló.

Captura de Pantalla 2025-10-09 a la(s) 11.06.52

También subrayó que la organización del ordeñe y el tamaño de los lotes deben adaptarse al comportamiento natural de los animales. “El tamaño lo define la máquina de ordeñe. Si una sala de 12 bajadas saca 100 vacas por hora, ese debe ser el tamaño del lote. Si hago tres ordeñes con lotes de 180 vacas, las hago perder tiempo de descanso y se resiente la producción”, explicó.

El tercer ordeñe puede aumentar entre 12 y 14% la productividad, pero solo si se mantiene la duración adecuada. “Si en lugar de tres horas totales por día se pasa a cuatro, se pierde lo mismo que se gana”, puntualizó.

El bienestar no se logra solo con infraestructura, sino con rutinas precisas. “Comer, tomar agua y descansar son tres cosas que la vaca debe hacer cada día. Cuanto más tiempo pasa echada y comiendo, más leche produce, sin importar el sistema”, señaló.

En los sistemas intensivos que asesora, los arrimes de comida se realizan entre 12 y 14 veces al día. “Damos de comer dos veces por día, pero arrimamos la comida cada dos horas. El sobrante se pesa: formulamos al 105% y todos los días debe sobrar un 5%, que se destina a las vacas secas. Así, logramos desperdicio cero”, contó.

La ventilación y la aspersión son otras piezas críticas. “Cada vez hay más regulaciones en el mundo sobre el uso del agua. En muchos países ya está prohibido el sistema de rociadores dentro de los galpones. El único espacio donde todavía se permite refrescar a las vacas es la sala de espera, por eso los nuevos diseños deben considerar esa zona como punto de confort térmico”, sostuvo.

Respecto a las camas, indicó que su función es triple: absorber humedad, amortiguar el peso y evitar la fricción. “La cama adecuada favorece el descanso y la salud podal. Lo ideal es que las vacas logren entre 12 y 14 horas de descanso diarias, porque ahí está el salto productivo”, concluyó.

Dejá tu comentario

Contenidos relacionados