Al momento de diseñar un silo el factor clave no es sólo el volumen obtenido, sino la digestibilidad del forraje logrado, el cual debe ser gestionado en función de las particulares condiciones presentes en cada campaña.
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SUSCRIBITEAl momento de diseñar un silo el factor clave no es sólo el volumen obtenido, sino la digestibilidad del forraje logrado, el cual debe ser gestionado en función de las particulares condiciones presentes en cada campaña.
Así lo indicó Pablo Cattani, consultor en conservación y uso de forrajes conservados, durante una charla en línea organizada por el Grupo de Acción Ganadera de la región CREA Oeste Arenoso.
En términos generales, señaló que un silo, para que esté bien confeccionado, debe lograr una fermentación láctica porque ese proceso es el que menor volumen de azúcares consume.
“Si una fermentación consume pocos azúcares, nos deja muchos azúcares residuales, es decir, energía metabólica; eso va a bajar el porcentaje de FDA (fibra detergente ácida), nos va a dar una mayor digestibilidad y el forraje va a tener mejor conservación y potencialidad de producción”, comentó Cattani.
En ese sentido, por ejemplo, recomendó hacer un pre oreo para confeccionar un silo de vicia con el propósito de reducir el contenido de humedad del forraje y concentrar los azúcares. “Si no facilitamos la concentración de azúcares, el proceso de fermentación se extenderá por demás”, indicó.
“Cualquier especie es susceptible de ser ensilada, lo que pasa es que hay especies que no las tenemos tan estudiadas como otras”, afirmó el especialista.
En condiciones normales, Cattani dijo que un silo no debería abrirse antes de los 21 días de haber sido confeccionado para propender una mayor acumulación de ácido láctico y poder así disponer de un recurso con la mayor calidad posible.
“Con el agregado de inoculantes, el silo podemos estabilizarlo en casi siete días posteriores a la confección. Para un año como este, en el cual venimos con la lengua fuera, incorporar inoculante en el silo es la mejor inversión que podemos hacer”, remarcó.
Cattani indicó que el silo de maíz no es necesariamente mejor que el de sorgo. “La gran diferencia es que el maíz tiene un grano que es más fácil de partir que el de sorgo: con la misma maquinaria con la que puedo lograr un 95% de partido en maíz, en sorgo llego a un nivel del 65-70%”, explicó.
Al respecto, recomendó no emplear maíz colorado (flint) para confeccionar silos, dado que esos materiales son más difíciles de partir que los maíces dentados, además del hecho de que la degradación efectiva de la materia seca total o la degradación efectiva del almidón en porcentaje siempre es mayor en el caso de un dentado que de un flint.
El especialista indicó que emplear la densidad de siembra adecuada es un aspecto clave para lograr un silo que genere un forraje con una elevada calidad.
“La relación grano/planta debe ser la propicia porque de lo contrario tendrán plantas compitiendo entre sí que van a generar monstruos larguísimos y, cuánto más largas sean las plantas, menos digestibilidad va a tener la fibra y menor será relación grano/planta, con lo cual el silo tendrá un bajo contenido energético”, expresó.
En cuanto al sorgo, recomendó emplear híbridos graníferos doble propósito para emplearlos tanto para silo de grano húmedo como de planta entera. En cualquier caso, aconsejó acordar con el contratista el empleo de un rodillo adecuado para asegurar un nivel de partido del grano del 60% al 70%.
Una alternativa óptima –consideró– es emplear un material granífero doble propósito para hacer un 70% del área con silo de planta entera y el restante 30% con grano húmedo, de manera tal de combinar lo mejor de ambos recursos en la dieta.
Recordó además que el silo de grano húmedo de sorgo (también de maíz) debe hacerse con una humedad del 25% al 30% para maximizar el aporte energético. “Por debajo del 24% de humedad, el gránulo de almidón completa su cubierta proteica y entonces es necesario que bacterias proteolíticas lo disuelvan y aminolíticas lo asimilen; la cuestión es que si la tasa de pasaje a nivel ruminal es muy rápida, la aminolítica no llega tiempo y entonces aparece almidón residual en la bosta. Por debajo del 24%, por lo tanto, no tiene sentido hacer silo de grano húmedo”, alertó.
En lo referente al diseño del silo, Cattani explicó que gran parte de las metodologías empleadas para confeccionarlos conspiran contra la eficiencia del uso apropiado de los recursos. Lo recomendable –aseguró– no es crear estructuras de gran altura, sino más bien anchas con una base superior plana para asegurar una mejor compactación y facilitar el trabajo operativo en la gestión del silaje.
Es decir: el compactado no debería hacerse desde los “costados”, sino fundamentalmente desde “arriba”, de manera tal de reducir a la mínima expresión el contacto del sector frontal del silo con el oxígeno o las precipitaciones, lo que ayuda a reducir pérdidas.
“Por otra parte, si armamos estructuras inclinadas la capacidad de compactación del tractor disminuye y requiere una mayor cantidad de combustible para realizar la tarea”, comentó.
El especialista resaltó que el diseño de la estructura del silo depende de las características del forraje conservado, especialmente en lo que respecta al nivel de materia seca presente. “Ningún silo debería hacerse en piloto automático porque, como toda actividad que requiere una serie de procesos, debe realizarse en consecuencia con el recurso empleado y el objetivo propuesto”, resumió.
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