Gran parte de las oportunidades presentes en el sector cárnico argentino no se puede expresar a causa de las “retenciones cambiarias”, derechos de exportación, prohibición de exportación de cortes y cupos de exportación.
Para continuar, suscribite a Crea. Si ya sos un usuario suscripto, iniciá sesión.
SUSCRIBITEGran parte de las oportunidades presentes en el sector cárnico argentino no se puede expresar a causa de las “retenciones cambiarias”, derechos de exportación, prohibición de exportación de cortes y cupos de exportación.
Así lo indicó Fausto Brighenti, empresario agropecuario integrante del CREA Río Salado y socio de una empresa uruguaya de trading especializada en exportar carne vacuna congelada a China desde Argentina, Uruguay y Brasil, durante una charla ofrecida este martes en el evento virtual “Atardecer Ganadero” organizado por la región CREA Sudoeste.
“Mientras que Brasil logró consolidar su producción de carne vacuna en base tanto al crecimiento del stock como del peso de faena, la Argentina mantiene prácticamente sin cambios ambas variables en las últimas décadas”, indicó Fausto.
De todas maneras, más allá de las dificultades y ausencia de incentivos presentes en la Argentina, el empresario hizo un llamado para ponderar la situación actual con los logros alcanzados por la cadena de valor cárnica.
“Este año vamos camino a exportar un récord del orden de 950.000 toneladas res con hueso; si bien la mayor parte de esa cifra corresponde a cortes congelados e incluso huesos, no deja de representar algo sorprendente”, manifestó.
Si bien más del 70% del volumen de carne vacuna exportado por la Argentina se destina al mercado chino, Fausto dijo que, más que pensar en la dependencia, ese fenómeno debería entenderse como una bendición porque no existe ninguna otra nación en el mundo que pueda valorizar de manera tan significativa las categorías de descarte.
“En la actualidad China está consumiendo en promedio aproximadamente 6,5 kilos de carne vacuna por año por habitante y se espera que en algún momento alcance los 10 kilogramos; ese crecimiento será sostenido con importaciones”, argumentó.
Sin embargo, en el corto plazo no aparecen buenas noticias porque, luego de los sufrimientos padecidos durante la pandemia de Covid-19, la mayor parte de la sociedad china se muestra temerosa del futuro y, por ende, retrae sus niveles de consumo. Un indicador inconfundible de este proceso es la caída de los precios de exportación de productos cárnicos vacunos destinados a China.
Si bien la coyuntura no luce favorable, el empresario consideró que no debemos perder de vista el contexto, dado que muchas de las ineficiencias presentes en la cadena son autoinflingidas y, por lo tanto, puede ser solucionadas con un cambio de política.
La situación actual, en términos estructurales, es mucho más favorable que la presente durante el siglo pasado con los británicos, porque durante la primera parte del siglo XX los cortes de exportación fueron los más caros, mientras que en el país quedaba el costillar (de ahí la tradición del asado y las menudencias), mientras que ahora Argentina tiene un cliente mayoritario que adquiere categorías de hacienda y cortes bovinos que no son habituales para el consumidor local y que, además, está dispuesto a pagar por los mismos valores muy altos.
La ganadería argentina entonces crece sobre bases muy sólidas porque los productos de consumo interno y exportación no compiten entre sí. Eso generó un cambio sustancial en la ganadería argentina que, por ejemplo, hasta valorizó los precios del toro (algo que resultaba imposible de imaginar apenas una década atrás).
“En la actualidad pensar en valorizar el producto que tenemos, que es muy bueno, no resulta sencillo porque los frigoríficos tienen que hacer frente al cepo cambiario, retenciones, cupos de exportación y prohibición de cortes; pero con reglas claras y estables la situación sería otra muy diferente”, resumió.
Sin intervenciones, en condiciones normales de mercado, Fausto dijo que la Argentina puede fácilmente pasar a contar con una matriz comercial interna/externa del 60-40%, lo que haría mucho más sostenible a la cadena de valor cárnica argentina.