Luis Marchi decidió aprovechar la calidad diferencial de su hacienda para integrarse en la cadena comercial y comenzar a ofrecer cortes de carne envasada al vacío en su comunidad, además de servicios asociados a la experiencia de la vida rural.
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SUSCRIBITELuis Marchi decidió aprovechar la calidad diferencial de su hacienda para integrarse en la cadena comercial y ofrecer carne argentina envasada al vacío.
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SUSCRIBITELuis Marchi decidió aprovechar la calidad diferencial de su hacienda para integrarse en la cadena comercial y comenzar a ofrecer cortes de carne envasada al vacío en su comunidad, además de servicios asociados a la experiencia de la vida rural.
Un año atrás este empresario integrante del CREA San Antonio de Areco (región Norte de Buenos Aires) abrió una carnicería en esa ciudad bonaerense que ofrece cortes vacunos envasados al vacío tanto refrigerados como congelados.
Para la organización logística, Luis cuenta con una alianza estratégica con la consignataria TradeFood, por medio de la cual envía la hacienda a un frigorífico para luego recibir cajas con cortes seleccionados en función de la demanda estacional de carne. Con esa metodología, recibe sólo las piezas que tienen demanda efectiva en la comunidad, evitando desperdicios y optimizando los recursos.
En la región, si bien la cultura del consumo en la carnicería tradicional está muy arraigada, un sector del público ha comenzado a valorar la compra de cortes frescos envasados al vacío porque permite que la carne madure en el envase, consolidando las características organolépticas del alimento. En lo que respecta a la carne congelada, los compradores, en este caso, buscan practicidad.
El secreto detrás de la calidad de la carne se origina en la genética: con una base Angus y un aporte de Limangus es factible lograr animales con un excelente rendimiento en gancho y cortes con un marmoreado que garantiza sabor y terneza.
El hecho de que todos los animales cuenten con la misma base genética y una alimentación uniforme permite ofrecer cortes con una calidad homogénea durante todo el año, razón por la cual la carne se identifica con una marca propia (LM Carnes).
“Próximamente incorporaremos en cada envase un código QR el cual, al escanearlo, pueda accederse a información sobre la historia de la familia, la empresa y el proceso de producción. Los consumidores más sofisticados quieren saber qué es lo consumen”, explica Luis.
La empresa cuenta con 2000 vientres Angus propios, de los cuales la mitad están en San Antonio de Areco y el resto en un establecimiento ubicado en Tordillo. Además compran todos los años unos 15.000 terneros a criadores de la región.
La ración de la recría está conformada con raigrás, avena y triticale, más silaje de autoconsumo y alimento balanceado preparado en una planta propia. Con esa dieta, que logra incrementos de 800 a 900 gramos diarios por cabeza, los animales se preparan para ingresar al corral de terminación.
El engorde en el corral incluye una gran proporción de maíz de producción propia (cultivan 2500 hectáreas anualmente) y proteína de arveja (1000 hectáreas), que constituye el 9% de la ración. También se incorporan rollos de cola de cosechadora de avena, cebada o triticale como fibra, junto con un núcleo vitamínico y mineral.
Los residuos del feedlot se recogen con un barrido mecánico y se compostan, para luego ser aplicados en todos los lotes con excelentes resultados, de manera tal de consolidar la denominada “economía circular” en la cual el desecho de un proceso es el insumo de otro. “El uso de los purines bovinos permitió mejorar de manera notable el contenido de fósforo en los suelos”, comenta el empresario.
“Además de la hacienda liviana que destinados a la carnicería propia, contamos con una matriz comercial diversificada con animales que se terminan con un peso de 320 kilos para mercados de hacienda, matarifes, novillos del orden de 360 kilos para cadenas de supermercados y animales pesados para exportación, incluyendo overos y vacas”, detalla.
En los últimos tiempos la familia Marchi desarrolló un nuevo emprendimiento turístico en el establecimiento de San Antonio de Areco, en el cual los visitantes pueden recorrer el predio, conocer cómo se produce la carne que consumen y aprender sobre los procesos productivos y la vida rural.
Si bien se trata del día a día en el ámbito agropecuario, para muchos habitantes urbanos el hecho de poder conocer de primera mano cómo se trabaja y vive en el campo tiene un enorme valor.
“Integramos la tercera generación de productores agropecuarios en la zona y esa herencia cultural representa un valor que puede ser aprovechado para diversificar la empresa y promover el desarrollo de la comunidad”, apunta Luis.
“Si bien nuestros orígenes se encuentra en la actividad productiva, podemos incursionar con éxito en el comercio y la prestación de servicios para valorizar lo que producimos a través del acercamiento con el consumidor final”, resume.