Pero en el establecimiento de 2500 hectáreas localizado a unos kilómetros del pueblo de Fortín Charrúa, departamento de 9 de Julio, el sistema ganadero pudo aguantar los embates de las inundaciones gracias a una serie de canales y terraplenes diseñados por el encargado histórico del campo, Aroldo Ortiz, que permiten, además de un rápido escurrimiento de los excesos hídricos, contar con zonas elevadas de resguardo para la hacienda ante la ocurrencia de eventos severos. El sistema, creado a partir de las observaciones en el terreno realizadas por Aroldo, resultó tan efectivo que fue estudiado por investigadores y técnicos de la Universidad Nacional del Litoral (UNL).
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Toro en el establecimiento "El Charrúa".
El destete, si el año climático viene sin sobresaltos se hace de manera convencional, mientras que está la opción de hacerlo precoz o híperprecoz en situaciones de restricciones forrajeras. Las terneras ingresan por unos dos meses a un corral de inicio para luego ser derivadas a verdeos (avenas solas y consociadas con melilotus) y pasturas de alfalfa. El macho sigue el mismo proceso, pero es derivado a campo natural con gramillares, espartillo y algo de melilotus.
Los novillitos más rezagados se terminan en el propio establecimiento con una segunda vuelta por el campo natural, pero esta vez con suplementación de semilla de algodón –recurso abundante en la zona–, que aporta tanto proteína como energía para obtener ganancias de 300 a 500 gramos/día/cabeza. La suplementación se ofrece en comederos de autoconsumo.
Se incrementó la carga para ubicarla en 0,85 cabeza/ha, más del doble que el promedio regional, con la meta de autoabastecerse completamente de terneros propios, condición indispensable para mejorar el control de la gestión sanitaria del rodeo.
“Con los cambios introducidos, logramos incrementar de manera significativa el porcentaje de preñez para ubicarse en un promedio de 85%”, comenta Matías, quien es médico veterinario.
Para alcanzar tales avances fueron necesarios aportes de varios frentes. Uno consistió en la incorporación de un paquete tecnológico orientado a maximizar la productividad agrícola, actividad que está enfocada en atender las necesidades de la ganadería. Esa tarea está en manos de la agrónoma Pilar Imhoff, quien es la esposa de Matías.
“Comenzamos a implementar análisis de suelos para definir estrategias de fertilización tanto en los sorgos doble propósito como en los verdeos y pasturas, además de comenzar a incorporar barbechos químicos, siembra directa y establecer un red de proveedores de servicios agrícolas que puedan garantizar siembras óptimas y pulverizaciones en tiempo y forma”, señala Pilar. La zona cuenta con un elevado nivel sales en la napa freática, por lo que la siembra directa representa una tecnología casi obligatoria para evitar el ascenso salino en los suelos.
Otro gran desafío para intensificar el planteo estaba en la disponibilidad de agua, dado que el recurso presente en la napa suele tener un nivel de sales tóxico para animales y no es posible además extraer un caudal significativo del mismo.
Afortunadamente, lograron contactar a Mario Basán Nickisch, ingeniero en recursos hídricos del INTA Reconquista y coordinador del equipo técnico interdisciplinario de los Bajos Submeridionales en la provincia de Santa Fe, quien, luego de estudiar el caso, propuso crear un sistema de “cosecha” y gestión de agua que permitió potenciar la productividad del rodeo de vientres presente en el establecimiento.
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Represa para "cosechar" agua de lluvia
El proyecto contempló la construcción de represas para recolectar agua de lluvia, la cual, por medio de interconexiones con los caños que transportan el agua proveniente de la napa, se mezcla en proporciones adecuadas para los rodeos de cría y recría, de manera tal que el nivel de sales presente en el recurso no interfiera en la productividad programada.
Mario capacitó a los integrantes del equipo de trabajo, quienes, con la ayuda de un conductímetro, revisan regularmente el nivel de sales presente en el agua proveniente de la napa para calcular la proporción que puede mezclarse con el agua de lluvia y así lograr que la presencia de sodio en el recurso sea la adecuada.
Si bien los animales nacidos en zonas con altos niveles de sal en agua son más tolerantes que aquellos criados con agua dulce, no deben, sin embargo, recibir agua con más de 10 gramos de cloruro de sodio por litro en el caso de rodeos de cría y con hasta 7 gramos para recría.
El sistema, si bien es a prueba de inundaciones, también fue diseñado para aguantar una sequía. El primer examen llegó en 2022, año en el cual, a causa de una fase climática “La Niña” que se extendería por tres campañas consecutivas más, comenzó a registrarse una restricción hídrica que puso a prueba la capacidad de resiliencia del esquema.
“Una vez iniciada la sequía, las reservas de agua recolectadas nos permitieron aguantar unos diez meses sin inconvenientes; luego, con una adecuada gestión de algunos bolsones de agua dulce que fuimos encontrando y remanentes presentes en las reservas, logramos mantener la carga del rodeo de cría, aunque el porcentaje de preñez se cayó hasta el 56%”, señala Matías.
Con la sequía, los riesgos de salinización del agua subterránea se incrementan de manera importante, por lo que hubo que ser muy cuidadoso con la gestión de ese recurso crítico en la región. “Gracias a las represas, pudimos extraer agua subterránea a un ritmo lo suficientemente lento como para reducir el riesgo de salinización, de manera tal de mantener la calidad del agua y evitar además perjudicar al acuífero”, explica.
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Aroldo Ortiz (izquierda) y Rubén Puccini, quien conoce muy bien la metodología CREA, porque en 1968 fue asesor del CREA Nicanor Molinas-La Potasa. También fue docente de la primera escuela EFA de Sudamérica, la cual fue creada en 1969 en La Potasa, provincia de Santa Fe para promover, con el sistema de alternancia, la educación agrotécnica en ámbitos rurales. Posteriormente las escuelas EFA (Escuela de la Familia Agrícola) se extendieron a otras provincias argentinas y actualmente existen más de 70 tanto en el centro como en el norte argentino.
Lo que con un manejo tradicional hubiese terminado en una catástrofe, gracias a las inversiones realizadas y las metodologías implementadas la empresa pudo atravesar muy holgadamente esa difícil circunstancia.
Si bien recientes lluvias trajeron algo de calma a la zona, el período otoño-invernal de este año fue muy seco y no pudieron sembrar ni maíz temprano no girasol, mientras que los campos naturales están mayormente pelados. Ahora esperan tener la revancha con lo que queda de la campaña gruesa en curso.
Con la sequía llegó la oportunidad para crecer en superficie de alfalfa, que se multiplicó por diez en apenas diez años: actualmente la superficie destinada a la leguminosa –cuya capacidad de explorar varios metros de napa la tornó muy competitiva durante la sequía–representa más de 300 hectáreas. También cuentan con 200 hectáreas de sorgo y otras 100 de melilotus; todos recursos vitales para confeccionar reservas invernales.
Por otra parte, arrendaron en la zona de Vera un campo que cuenta con un corral para poder consolidar un sistema de ciclo completo y terminar así toda la hacienda propia.
Otro aspecto clave para consolidar el proceso de intensificación consistió desarrollar un sólido equipo de trabajo, para lo cual se llevó a cabo una readecuación de las viviendas presentes en el establecimiento. Actualmente viven dos familias en el campo y la empresa provee el servicio de movilidad para garantizar la escolaridad de los hijos de los empleados. En lo que respecta a energía eléctrica, se invirtió en paneles fotovoltaicos, al tiempo que la conectividad se resolvió con la instalación de una gran antena de 14 metros de altura para captar y redistribuir señal de telefonía celular. Como la antena fue liquidada por un rayo, se decidió implementar el sistema de Internet satelital Starlink. Debido a la mala calidad del agua de la zona, ese recurso para uso hogareño depende del agua de lluvia recolectada, mientras que el agua para consumo debe ser provista en botellones. “La conformación de un equipo de trabajo profesional es un factor esencial para el éxito del proceso de intensificación”, afirma Matías.
Esa preocupación también se extiende a la simplificación y facilitación de las tareas realizadas en el establecimiento. Por ejemplo, al rodeo de vacas se le realiza una ecografía para determinar con anticipación a las integrantes del rodeo “cabeza de parición”, de manera tal de concentrar las labores, con el ahorro de tiempo que eso representa, además de brindar mayor margen de acción a los trabajadores en caso de que se presente algún problema. Todos los trabajos de sanidad y reproducción están a cargo del médico veterinario Sebastián Volkart.
La empresa además cuenta para el encargado del establecimiento con un sistema de bonificación asociado a indicadores productivos ganaderos, el cual no es cobrado por el empleado, sino derivado a un “fondo familiar” que está conformado por kilos de novillo MAG, el cual debe ser destinado a los hijos cuando finalicen el colegio secundario para financiar estudios terciarios, universitarios o bien el desarrollo de un emprendimiento personal. “Gracias a ese fondo, Aroldo contó con los recursos para financiar la educación de su hija, quien hoy es vicedirectora de un colegio en la ciudad santafesina de Lanteri”, remarca Matías.