31 de mayo de 2025 en Buenos Aires

Alcanzaste el límite de 40 notas leídas

Para continuar, suscribite a Crea. Si ya sos un usuario suscripto, iniciá sesión.

SUSCRIBITE

Inbioagro: una iniciativa pionera que en apenas cuatro años generó un caudal enorme de conocimiento

En la sede CREA se hizo un repaso de los logros de Inbioagro, un proyecto destinado al cuidado de la biodiversidad agropecuaria.

Alcanzaste el límite de 40 notas leídas

Para continuar, suscribite a Crea. Si ya sos un usuario suscripto, iniciá sesión.

SUSCRIBITE
Por CREA Área de Ambiente

En un contexto en el cual sostenibilidad ambiental representa un activo clave, el proyecto Inbioagro se erige como una experiencia pionera que busca integrar la producción agropecuaria con la conservación de la biodiversidad. Impulsado desde el área de Ambiente de CREA, la iniciativa nació en 2021 con la firme convicción de que es posible producir de manera eficiente sin resignar el compromiso con la protección de la naturaleza.

Desde sus comienzos, Inbioagro se propuso tender un puente entre el conocimiento científico y el saber práctico de los productores. Inspirado en experiencias concretas como los trabajos de investigación de Santiago Poggio, Matías Goldenberg y Sofía Nanni, el proyecto se fortaleció como una iniciativa colaborativa entre CREA, CONICET, INTA y varias universidades nacionales.

Uno de los primeros desafíos fue el escaso conocimiento existente sobre biodiversidad dentro del ámbito de CREA. Para suplir esta falta, se realizaron entrevistas con especialistas de distintos grupos biológicos, generando una lista inicial de indicadores. Sin embargo, debido a la complejidad y volumen de datos, se optó por un enfoque más estratégico: diseñar una metodología aplicable por los propios productores.

“El codiseño se volvió entonces una herramienta clave. Este enfoque participativo permitió que productores, asesores, biólogos e investigadores colaboraran en la definición de buenas prácticas de manejo, adaptadas a la realidad productiva de cada campo”, explicaron Federico Frizt y Mayra Varela durante una presentación realizada este jueves en la sede porteña de CREA.

La premisa fue clara: sólo involucrando activamente a quienes trabajan día a día en el territorio era posible implementar cambios reales que favorecieran la biodiversidad.

Así se desarrollaron dos protocolos específicos para monitorear distintos grupos biológicos en dos ecorregiones: la chaqueña y la pampeana. En total, se trabajó en 27 campos piloto, en los cuales se monitorearon aves, mamíferos, polinizadores, vegetación, macro y mesofauna del suelo, entre otros indicadores. Estos datos no solo generaron líneas de base, sino que sentaron las pautas para diseñar prácticas que potencien los servicios ecosistémicos.

diapo1.JPG

“La implementación práctica de estas metodologías ha demostrado resultados prometedores. Por ejemplo, en la región chaqueña se identificaron 167 especies de aves, de las cuales cuatro se encuentran en alguna categoría de amenaza”, destacaron los responsables de Inbioagro.

“En cuanto a polinizadores, se recolectaron más de 120.000 individuos sólo en la región pampeana, evidenciando una riqueza biológica mayor a la esperada. Estos datos no solo enriquecen el conocimiento científico, sino que otorgan herramientas concretas a los productores para valorar los ecosistemas de sus campos”, añadieron.

diapo6.JPG

El proyecto se transformó además en una plataforma de formación para nuevas generaciones de investigadores: actualmente hay ocho tesis de grado, una de especialización, una tesis doctoral y una posdoctoral desarrollándose a partir de la información provista por la iniciativa pionera.

diapo2.JPG

“Ibioagro ha ganado visibilidad en medios de comunicación, acumulando más de 130 notas en prensa nacional, lo que demuestra un creciente interés social por este enfoque innovador de producción con conservación”, apuntaron.

Una de las claves del éxito del proyecto ha sido su capacidad de adaptación. Las metodologías y protocolos fueron constantemente ajustados según las realidades de cada región, tanto en tiempos de implementación como en las condiciones del terreno. Esta flexibilidad posibilitó mejorar continuamente los procesos y aumentar el compromiso de los actores involucrados.

diapo4.JPG

El proceso de construcción de conocimiento fue posible gracias al apoyo de aliados clave: Land Innovation Fund, la Embajada en la Argentina de Países Bajos, BASF y AcSoja.

“Inbioagro no solo generó conocimiento, sino que ha provocado una transformación cultural dentro de la red CREA. Sensibilizar a los empresarios y técnicos sobre la biodiversidad, su valor y su rol en la producción sostenible ha sido quizás el mayor logro. Hoy, gracias a este trabajo colectivo, se ha demostrado que es posible y necesario repensar el vínculo entre el agro y el ambiente, no como esferas separadas, sino como partes complementarias de un mismo sistema”, remarcaron.

diapo3.JPG

Michael Dover, integrante del CREA Arroyo del Medio (región Norte de Buenos Aires) y participante de Inbioagro, relató que en 2015, ante crecientes problemas de erosión hídrica –a pesar de contar con terrazas–, se decidió encarar un proyecto integral de sistematización del campo. Para ello, se realizó una planialtimetría completa del establecimiento y su cuenca, lo que permitió diseñar una infraestructura hídrica más eficiente. Esto incluyó la reparación y creación de nuevas terrazas, la implementación de vías vegetadas, badenes y el ensanchamiento de cunetas. Todo el sistema buscó mejorar el manejo del agua, evitando tanto anegamientos como pérdidas de suelo.

El proyecto permitió ver que las soluciones a escala predial no bastaban, y que era necesario mirar el ecosistema en su conjunto. Así, se rediseñó el uso del campo, se conectaron corredores biológicos y se incorporaron 30 hectáreas de vías vegetadas que funcionan como fusibles del sistema hídrico, guiando el excedente de agua hacia los bajos. “Estas zonas, antes vistas como un problema, comenzaron a valorarse como espacios de oportunidad para la biodiversidad. Fue en ese momento cuando surgió el contacto con el investigador Santiago Poggio, lo que desencadenó una mirada más profunda sobre el impacto de las prácticas en el ecosistema”, destacó.

Esta experiencia impulsó también la participación en el proyecto Inbioagro, al reconocer que abordar problemáticas tan complejas solo es posible a través de la colaboración entre distintos actores con miradas complementarias. “Uno de los principales valores del proyecto ha sido la humildad colectiva para aprender, intercambiar saberes y construir soluciones que integren los diferentes componentes del ecosistema productivo”, remarcó Michael.

corredores.JPG
Corredores biológicos

Corredores biológicos

“El impacto humano y profesional del proyecto ha sido transformador. Las visitas de técnicos y expertos al campo han enriquecido enormemente mi visión, generando un cambio de paradigma respecto al rol de los ecosistemas en la producción”, añadió.

Ramiro Asnar del CREA San Patricio (región NOA), expresó con entusiasmo y admiración su reconocimiento al equipo de trabajo detrás del proyecto, destacando la calidad y profundidad del mismo. “Participar en esta experiencia fue sumamente enriquecedor, tanto por los aprendizajes técnicos como por el valor humano de quienes formaron parte del proceso”, comentó.

Ramiro destacó que en el marco de la iniciativa encontró la posibilidad de establecer diálogos abiertos y respetuosos en el que nadie buscaba imponer su postura, sino construir juntos una forma de producción sostenible en función de las particularidades presentes en

“El proyecto generó una red nueva de vínculos entre productores e investigadores, lo que facilitó una comprensión más accesible y práctica de la ciencia, por lo que estoy profundamente agradecido por haber sido invitado a participar y entusiasmado con el futuro del proyecto”, apuntó.

Por su parte Natacha Chacoff del Instituto de Ecología Regional (IER UNT-CONICET) destacó lo valioso que fue para su equipo poder vincular los estudios teóricos con la realidad concreta de los productores locales, mientras que Carolina Sasal, coordinadora Nacional de Recursos Naturales y Gestión Ambiental del INTA, expresó su profundo agradecimiento por haber tenido la posibilidad de participar del proyecto.

Al finalizar el evento, se presentó el manual Gestión de la Biodiversidad en los Establecimientos Agropecuarios, una herramienta pensada para técnicos, productores, asesores e instituciones comprometidas con una producción más sostenible. El documento puede verse aquí.

Dejá tu comentario

Contenidos relacionados