Cuando los ingenieros en producción agropecuaria Juan Manuel de la Cruz y Paula Seijas aterrizaron en la zona pampeana de Guatraché con la intención de montar un tambo pastoril, lo primero que le dijeron los vecinos de la zona es que las pasturas no funcionaban ahí por tener un régimen de lluvias promedio de 520 milímetros anuales con una elevada variabilidad entre campañas.
No se trató de la mejor recepción, porque Juan Manuel, quien estudió en Nueva Zelanda y trabajó en empresas lecheras de la familia Peluffo, venía con todas las ganas de adaptar el modelo pastoril neozelandés a las condiciones presentes en el sector este de la provincia de La Pampa.
Ocho años atrás comenzaron, en un establecimiento alquilado a la familia de Paula, con un pequeño rodeo lechero de 90 vacas Jersey y un tambo de 18 bajadas. Durante los primeros años la pareja se ocupaba de todas las tareas productivas y logísticas.
A pesar de trabajar de lunes a lunes, no se quedaron quietos y fueron uno de los miembros fundadores del CREA Tambero Guatraché (región Semiárida), además de articular ensayos y experimentos con técnicos de INTA y de la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de La Pampa.
Así fue como, evaluando múltiples variedades de alfalfas y diseños de pasturas, lograron encontrar un paquete tecnológico óptimo para el ambiente presente en Guatraché. “Con un cultivar de alfalfa del grupo de madurez nueve, consociada con pasto ovillo, pudimos en el segundo año obtener muy buenos resultados con un producción promedio anual de 10.000 kg/ha de materia seca; rompimos los paradigmas vigentes en la región”, explica Juan Manuel.
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Pasto ovillo con alfalfa
Mientras que la mitad del establecimiento se encuentra con pasturas base alfalfa, la otra mitad cuenta con verdeos de verano y de invierno (el recurso tradicional en la zona). Con un valor del alquiler cuatro veces inferior al presente en la zona oeste bonaerense, la explosión de pasto lograda mejoró enormemente la competitividad relativa del sistema productivo.
Con los años fueron creciendo para alcanzar actualmente un rodeo de 300 vacas en ordeñe, pero con la meta de lograr al menos un total de 450. El tambo fue creciendo también hasta alcanzar 23 bajadas. Con la mayor escala, también llegó la necesidad de ampliar el equipo de trabajo, que actualmente está conformado por Juan Manuel, Paula, una médica veterinaria es que es la encargada de producción, un matrimonio de tamberos y dos recorredores (uno para el plantel de vacas y otra para la recría).
La leche se vende a una empresa quesera localizada a unos ocho kilómetros de distancia del establecimiento. Se trata de la firma El Olivo, que es propiedad de la familia de Paula. El hecho de tener la gestión comercial resuelta facilita mucho las cosas porque los emprendedores pueden poner la mayor parte de su tiempo y energías en potenciar el factor productivo y tecnológico.
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Guachera
Afortunadamente, a pesar de lo que sucede en otras partes del país, en la zona de Guatraché las lluvias vienen acompañando muy bien a las empresa de la zona. Pero, ¿qué sucede cuando se corta el chorro de lluvias? “Hemos pasado épocas con precipitaciones anuales del orden de 350 milímetros y, si bien no pudimos hacer rollos de reserva, el rodeo lechero nunca se quedó sin pasto; hoy es la situación inversa: estamos haciendo rollos a mansalva”, expresa Juan Manuel. El planteo no cuenta con silo: solamente se elaboran rollos –en caso de ser factible– para destinarlos a las vacas de preparto y la recría. La carga animal, que se encuentra en un promedio anual de 1,34 vaca total/ha, tendría margen para seguir aumentando.
Todos viven en el establecimiento productivo, menos los dos recorredores, quienes residen en el pueblo de Guatraché, que se encentra apenas a 13 kilómetros de distancia y conectado por una ruta, lo que facilita no solamente el viaje laboral, sino también la posibilidad de trasladarse seguido a la urbe para atender cuestiones domésticas, recreativas o familiares. En la mayor parte del campo existe plena conectividad vía wi-fi con un adecuado ancho de banda.
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Tambo pastoril en Guatraché
La municipalidad de Guatraché dispone de un servicio de transporte que pasa a buscar todos los días hábiles a niños y adolescentes que residen en establecimientos rurales para llevarlos a la escuela. Se trata de una iniciativa orientada a promover tanto el arraigo rural como la sociabilización y la vida familiar.
Si bien en la lechería una queja recurrente es que es difícil conseguir gente dispuesta a trabajar en tambos, en una zona no tradicional como Guatraché el desafío es doble. Sin embargo, Juan Manuel y Paula entendieron hace tiempo que, lejos de quedarse de brazos cruzados, es necesario salir a vender la actividad como un ámbito atractivo de desarrollo personal, familiar y social.
“El hecho de comunicar qué hacemos y cómo lo hacemos es parte de nuestro trabajo como empresarios lecheros y es, en definitiva, lo que llevan a cabo muchos sectores productivos para generar interés entre los trabajadores disponibles”, comenta Juan Manuel.
Los tamberos, lejos de vivir el tema como un slogan, lo llevan a la práctica regularmente como una tarea más de su gestión. Reciben alumnos tanto de la escuela agrotécnica de Guatraché como de las facultades de agronomía y veterinaria de la Universidad Nacional de La Pampa. También abren las puertas de la empresa a un grupo de certificadores de buenas prácticas agronómicas que está siendo formado por el INTA Anguil.
“Establecer una red de vinculaciones con diferentes integrantes de la comunidad, además de presentar a la lechería como un actor relevante en la zona, permite despertar vocaciones, tender puentes y trabajar en la búsqueda de una comunicación efectiva de la realidad de nuestro sector”, remarca Juan Manuel. “Establecer una red de vinculaciones con diferentes integrantes de la comunidad, además de presentar a la lechería como un actor relevante en la zona, permite despertar vocaciones, tender puentes y trabajar en la búsqueda de una comunicación efectiva de la realidad de nuestro sector”, remarca Juan Manuel.
Además se relacionaron con un colegio industrial (EPET Nº 9 de Jacinto Arauz) con el propósito de proponer que los alumnos de los últimos años desarrollen un equipo que permita trasladar en óptimas condiciones la leche del tambo a la guachera. “La experiencia resultó muy satisfactoria porque, luego de que estudiaran el problema, comenzaron a desarrollar un acarreador eléctrico de leche autopropulsado; es muy diferente estudiar algo teórico que tener la necesidad de llevar la teoría a la práctica”, comenta el empresario.
Esa metodología de enseñanza fue tan atractiva y efectiva para los alumnos que buscarán ahora replicarla en otros colegios industriales de la provincia y también en instituciones educativas del ámbito agronómico.
“Establecer una red de vinculaciones con diferentes integrantes de la comunidad, además de hacer visible a la lechería como un actor relevante en la zona, permite despertar vocaciones, tender puentes y trabajar en la búsqueda de una comunicación efectiva de la realidad de nuestro sector”, remarca Juan Manuel.
“No podemos ser espectadores al momento de mostrar qué es la lechería: tenemos que ser protagonistas. Ese mismo entusiasmo que tenemos para trabajar al levantarnos todos los días, tenemos que llevarlos a otros ámbitos para mostrarnos y comunicar qué hacemos”, resume.