Mauro Gorgerino, consultor en nutrición y sanidad animal, asesora a 18 establecimientos lecheros localizados en cinco provincias que en conjunto tienen casi 40.000 vacas lecheras. Coordina un equipo de once profesionales.
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SUSCRIBITERecomendaciones aportadas por Mauro Gorgerino, consultor en nutrición y sanidad animal, en el ámbito de la Mesa Técnica de Lechería de CREA.
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SUSCRIBITEMauro Gorgerino, consultor en nutrición y sanidad animal, asesora a 18 establecimientos lecheros localizados en cinco provincias que en conjunto tienen casi 40.000 vacas lecheras. Coordina un equipo de once profesionales.
“Tenemos una media de producción de unos 39 litros/día/cabeza sobre una población total de vacas y el cuartil superior se encuentra en 41,5 litros/día/cabeza en sistema dry lot bajo techo. La clave reside en tener información precisa en el momento adecuado, contar con equipos de personas bien capacitadas y seguir un protocolo. El éxito del negocio lechero pasa por ahí”, aseguró durante una charla ofrecida esta semana en el ámbito de la Mesa Técnica de Lechería de CREA.
“Muchas veces no le damos la importancia que merece al tema del agua. Lo primero es lo primero”, afirmó para luego recomendar tomar muestras de agua durante tres a cuatro veces al año de la cañería que alimenta al bebedero para realizar análisis físico-químicos y bacteriológicos.
“Las que tienen menos de 2000 mg/litros de sólidos útiles no son aptas para consumo animal, pero son fáciles de corregir para mineralizarlas sin un alto costo y son las que mejor resultado nos ofrecen por lo general”, apuntó.
“Una de las correlaciones más sólidas presentes en el cuartil superior de nuestros clientes son los que emplean aguas desmineralizadas que fueron corregidas de manera apropiada”, agregó.
El pH ideal para el agua debería ubicarse en un rango comprendido entre 6,8 a 7,5, mientras que en lo que respecta al sodio y cloruros el máximo no debería superar los 400 mg/litro. Por otra parte, la combinación de calcio y magnesio no debería superar los 250 mg/litro, dado que por encima de ese nivel se produce un daño en los equipos de ordeñe.
También es importante controlar que el nivel de nitratos presente en el agua no supere los 50 mg/litro, mientras que en el caso de los nitritos lo ideal es que no sea mayor que 10 mg/litro.
“Los sulfatos secuestran minerales en las aguas y empiezan a generar problemas. Podemos suplementar con magnesio a vacas de alta producción, pero con altos niveles de sulfatos pueden generarse problemas graves de diarreas por la combinación de sulfatos con magnesio”, expresó.
“Los terneros no deberían consumir sulfatos por más de 250 mg/litro, mientras que en el caso de las vacas el máximo tolerable es de hasta 400 mg/litro; por arriba de esos valores seguro van a tener problemas de diarrea y problemas metabólicos”, dijo el especialista.
Además explicó que si bien el Código Alimentario dice que la tolerancia para una vaca lechera es de hasta 400 mg/litro de sodio, hasta 600 e incluso 700 mg/litro son deseables para evitar problemas de hiponatremia. “Un síntoma común de hiponatremia es ver vacas que orinan y otras que por detrás están bebiendo esa orina”.
Insistió en que aguas desmineralizadas que se ofrecen sin corrección de minerales pueden afectar la conversión de alimento en producción de leche. “Son vacas que se quedan en 27-78 litros diarios cuando, por formulación de la dieta, deberían estar superando los 38 litros y empiezan a tener bostas duras”.
El especialista además recomendó realizar análisis bacteriológicos porque, en caso de ofrecer aguas contaminadas, gran parte de los nutrientes aportados se destinarán a fortalecer el sistema inmunológico del animal en lugar de promover incrementos de la productividad de leche.
En lo que respecta a los sólidos, Gorgerino destacó que la función principal de los nutricionistas es promover el crecimiento de las bacterias del rumen. Para eso el especialista indicó que un buen silo de maíz debe cumplir la regla del 35 x 3: 35% de materia seca, de almidón y de FDN (Fibra Detergente Neutro). “Con un silo de estas características es factible generar una producción individual de 40 litros diarios. Para lograr eso, además de un cultivo bien diseñado, es esencial elegir bien el momento de picado”.
“Uno de las guías para elegir el momento de picado es la línea de leche, aunque se trata de un método subjetivo, con lo cual debe ser utilizado con cuidado”, comentó.
En años climáticos normales la tasa de secado de un grano de maíz es de medio punto por día. “Entonces, si medimos un 30% de materia seca y queremos picar con 35%, en diez días, en caso no haber ningún evento meteorológico disruptivo, podemos llegar a 35%. Si llega a haber un soplete de calor, la tasa de secado pasa a más de dos puntos por día y en ese caso los tiempos para hacer el silo se acortan. Y si te agarra la chicharrita (Dalbulus maidis), la tasa puede trepar a cuatro puntos por día”, remarcó
Indicó que la evaluación del estado del grano puede hacerse con anticipación por medio de electrodomésticos hogareños, como microondas o freidoras de aire. “En todos los casos, la clave del chipeo es el muestreo: deben tomarse 10 a 15 plantas representativas del estado general del lote, se pica, mezcla y se procede a hacer el chipeo”.
Una buena compactación, inoculación y tapado del silo representan cuestiones cruciales para el éxito del sistema productivo; al respecto, dijo que el uso de mantas antioxígeno son un recurso ideal para preservar la calidad del silo.
Con respecto al manejo del silo, recomendó esperarlo durante al menos 180 días y extraer material del mismo como si se tratase de rebanar un rodaja de pan de manera uniforme. “La idea no es no oxigenar el frente del silo para evitar el calentamiento excesivo en algunos sectores”, indicó.
Además explicó que en la última campaña los ataques de chicharrita a los cultivos de maíz alteraron la dinámica ruminal porque se cayó la digestibilidad del almidón. “Eso porque la prolamina, la proteína que recubre la molécula almidonosa, se tornó indigestible.
En lo que respecta a los silos de alfalfa, recomendó realizarlos con un objetivo del 35-40% de materia seca, un 40% de FDN y una base de al menos 22-24% de proteína. “Si bien estos silos luego hay que frenarlos (para evitar situaciones de meteorismo), es el recurso que necesitamos para alcanzar planteos de alta producción”.
En lo que respecta a silos de cereales invernales, recomendó picarlos en hoja bandera si el objetivo es maximizar la proporción de proteína, mientras que si la meta es obtener almidón lo ideal es confeccionarlo en el estadio de grano pastoso. “Mucha gente se confunde y hacer verdeos de cereales en grano lechoso y con eso van a tener bajos niveles tanto de proteína como de almidón”, comentó.