Los que viven en las grandes ciudades están usualmente desconectados de la dinámica presente en los sistemas de producción de alimentos: no conocen del todo bien cómo se produce la leche que compran, como así tampoco saben cómo se elabora un fármaco y, sin embargo, lo consumen sin cuestionamientos. El problema surge cuando aparece la desconfianza.
Resulta indispensable darle crédito a la preocupación de quienes quieren saber cómo fue producido su alimento, porque se trata, por lo general, de inquietudes genuinas tanto en el orden nutricional como social y ambiental.
La imagen pública de un sector no es una capsula cerrada, sino una construcción de sentido social que implica tensiones, interacciones constantes y, fundamentalmente, paciencia y tiempo. Para construir confianza hay que conectar, escuchar y comprender.
“Partimos de la base de que vale la pena abrir espacios de intercambio genuinos en los cuales se puedan establecer conversaciones fértiles”, indicó la especialista en comunicación María Inés Rimondi al inaugurar en el Congreso Lechero CREA, realizado en la ciudad de Rosario, un panel sobre comunicación.
Catalina Castro Almeyra, coordinadora de la Plataforma de Comunicación y Agro de la Universidad Austral, realizó en 2018 y 2021 dos estudios cualitativos (“focus group”) con una muestra de jóvenes de 16 a 30 años de edad, residentes en grandes, medianas y pequeñas ciudades, con el propósito de evaluar la percepción de ese segmento de la sociedad sobre cuestiones relativas al sector agropecuario.
“A grandes rasgos los jóvenes ven al agro como el motor del país, que genera orgullo y es parte de la identidad y el ser nacional, pero, por otra parte, creen no genera valor para ellos porque no crea trabajo y, si lo hace, es precario”, señaló Castro Almeyra.
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La evaluación evidenció que existe un vacío informativo importante relativo a cuestiones básicas de la dinámica de la actividad agropecuaria, el cual no en pocas oportunidades es “rellenado” con prejuicios.
“En el estudio apareció muy notoria la imagen del productor en su gran camioneta y, en la otra punta, la del trabajador rural, pero en el medio no hay conocimiento alguno sobre el resto de las profesiones, especializaciones y matices”, explicó en referencia a la complejidad de los procesos presentes en las diferentes actividades agropecuarias.
El estudio además evidenció que asocian al agro como un sector despreocupado de las cuestiones ambientales, además de reflejar ausencia de referentes del sector en la agenda pública. En algunos estratos sociales incluso la lechería aparece como una cuestión problemática porque se interpreta que existen situaciones de abuso contra los animales.
“Los jóvenes perciben que las comunicaciones provenientes del agro están alejadas de sus intereses, de sus códigos y narrativas; no se sienten un público objetivo del sector”, apuntó la especialista de la Universidad Austral.
Los aspectos detectados por la investigación –indicó Castro Almeyra– deberían ser interpretados como una oportunidad en términos de comunicación para el sector. “Por ejemplo, entre los jóvenes no había registro de que los purines de los tambos son empleados para elaborar una energía limpia como el biogás; los avances logrados en materia de digitalización e innovación en los tambos es otra cuestión clave para atraer la atención de ese sector de la sociedad”, remarcó.
¿Se puede hacer algo para intentar acortar esa brecha entre la percepción de los integrantes de las urbes y lo que sucede en el agro? Eso mismo se preguntaron en la región CREA Oeste Arenoso una década atrás y decidieron invitar al intendente del partido bonaerense de América y a un concejal de la oposición al Congreso CREA 2004.
“Al comenzar a interactuar con políticos de nuestra región percibí en ellos una visión de que el agro no agrega valor ni genera empleo, así que nos motivamos con el propósito de promover intercambios que contribuyan a cambiar ese paradigma”, comentó Germán Weiss, empresario integrante de los grupos CREA América y América Lechero.
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Así se iniciaron, junto con integrantes de la Sociedad Rural de Rivadavia, una serie de acciones orientadas a colaborar con la comunidad en diferentes aspectos, además de incentivar visitas de políticos y estudiantes a los diferentes establecimientos productivos de la zona para mostrar de manera abierta cómo y quiénes trabajan en los mismos.
“Invitamos a nuestras empresas a todos los que muestren interés en conocerlas. Así nos hacemos visibles y logramos comunicar qué hacemos, además de aprender mucho sobre las necesidades de los integrantes de la comunidad”, señaló Weiss.
“El agro no forma parte de la agenda pública y tenemos que trabajar activamente para cambiar eso; tenemos que ser proactivos. El año pasado recibimos a un grupo de concejales en la empresa y preguntamos cuántos tambos creían que había en el partido de Rivadavia y las respuestas se ubicaron en un rango de 5 a 12, cuando en realidad son 32 que emplean de manera directa a 250 personas y de manera indirecta a muchos más”, agregó.
El empresario resaltó que, lejos de impartir directivas en los encuentros, lo fundamental es explicar en qué consiste la actividad y el potencial presente en la misma si tuviese las condiciones adecuadas para crecer. No se trata de qué necesita el sector, sino de explicar cómo contribuye o puede contribuir el mismo al bien común.
“Es indispensable ser humilde y escuchar, porque los políticos tienen mucho para decir sobre su actividad, de manera tal de poder establecer una conversación fructífera. Y es necesario ser constante porque se trata de un proceso continuo”, expresó.
“En el partido de Rivadavia viven unas 20.000 personas y es una región netamente agropecuaria; si nuestros vecinos no pueden valorar lo que hacemos, es bastante menos probable que la gente que reside en las grandes ciudades lo haga”, resumió el empresario CREA.