Integración a la comunidad: una iniciativa con corazón
En el corazón de Colonia Tacurales, en la Provincia de Santa Fe, el verano tuvo un sabor distinto a partir de una iniciativa que convirtió las mañanas de enero en una experiencia de juego, aprendizaje y comunidad para los hijos de los colaboradores de una empresa tambera.
Marta Gauchat, docente de formación y parte del equipo familiar que impulsa una empresa de la Región CREA Santa Fe Centro, fue el alma de esta idea. Su marido Jorge Giovenale, ingeniero agrónomo, gestiona un tambo de entre 750 y 800 vacas en ordeñe, con un equipo de trabajo integrado por ocho familias que viven en el campo. “Tanto Jorge como yo venimos de familias tamberas. Sabemos lo que es ser hijo de empleados rurales. Entendemos ese mundo y queremos que los chicos tengan oportunidades que los acerquen a sus sueños”, dice Marta.
La empresa tambo pastoril, nacida de la mano de los padres de Jorge, fue creciendo con el tiempo y se profesionalizó, hoy reúne a un equipo de trabajo consolidado conformado por dos vaqueros, cuatro ordeñadores, un tractorista, una encargado de crianza, otro de recría, y un veterinario.
Juego + vida de campo la fórmula de una colonia distinta
La idea de brindar una colonia de vacaciones no surgió como un proyecto formal. Hace cinco años, al mudarse definitivamente al campo, Marta y Jorge construyeron una pileta. Los chicos —curiosos, siempre listos para el agua— se acercaban a jugar. Marta, con su espíritu docente intacto, empezó a enseñarles a flotar, a nadar, casi como un juego. Al año siguiente, contrataron un entrenador deportivo. Y este verano, con la ayuda de una ex alumna suya que diseñó un proyecto pedagógico, la propuesta tomó forma: una colonia de vacaciones rural.
Durante todo enero, cada mañana, doce chicos de entre 5 y 14 años participaron de actividades que combinaron el juego con la vida de campo. Hubo clases de natación, caminatas para recolectar elementos de la naturaleza, historias sobre el trabajo rural, visitas al tambo y a una granja cercana. “Queríamos promover que los chicos valoraran el entorno que los cobija todos los días, que aprendieran de lo que los rodea, ue se sintieran parte de algo más grande”, cuenta Marta.
La experiencia cerró con una noche especial: campamento con fogón, carpas y una demostración de natación para las familias. “Fue hermoso ver a los padres acompañando, disfrutando, emocionados”, dice Marta.
Generando rurbanidad
Para ella, la colonia no solo fue un espacio recreativo, sino una forma de construir algo más profundo. “Hay que generar rurbanidad ”, dice, usando ese término que mezcla lo rural y lo urbano. “Una ciudadanía que tome lo mejor de ambos mundos, que dé oportunidades reales, que valore lo propio.”
La empresa acompaña además con clases de apoyo escolar durante el año, dictadas por una maestra en el quincho junto a la pileta. Sin dudas, la experiencia promueve la buena convivencia en la comunidad del campo, fortalece el vínculo entre las familias y la empresa, y, sobre todo, contribuye a que los chicos aprendan y socialicen en el ámbito rural.
Brindar nuevas oportunidades a las familias vinculadas a la empresa —como en este caso, a través de una propuesta no formal para sus hijos— genera un impacto significativo. Este tipo de iniciativas fortalecen los lazos sociales al promover la confianza, la reciprocidad y la cooperación, lo que se traduce en un mayor bienestar tanto social como económico para todos los integrantes de la empresa y, en consecuencia, para su comunidad.
"Las oportunidades, la educación y la experiencia de los chicos hacen la diferencia para su futuro”, asegura Marta, que ya empieza a planificar cómo funcionará la colonia durante el próximo verano.
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