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Un problema similar se presenta para la producción ovina en un radio cercano a localidades como Mercedes, Curuzú Cuatiá y otros pueblos del sur provincial, que poseen una larga tradición y cultura ovejera. Allí la producción ovina dejó de ser una alternativa que impacte en los números de las empresas, al compararse con otras actividades como la forestación, el arroz o incluso la ganadería vacuna.
No existen estadísticas oficiales que precisen cuántas hectáreas se perdieron para la producción, así como la merma económica. No obstante, productores y entidades gremiales de la zona estiman que en Alvear se habría dejado de producir sobre unas 70.000 hectáreas, afectando a campos que están ubicados en la zona de influencia de esta pequeña localidad, que posee menos de 10.000 habitantes.
Socas remarcó que se trata de "una zona liberada, donde directamente no se puede producir", y aseguró que la situación involucra a miembros CREA, quienes sufrieron robos y ofrecieron su testimonio para esta nota. "La inseguridad rural, sobre todo en la producción ganadera, es gravísima. Y si bien la zona de Alvear es una de las más comprometidas, el problema también es muy serio en otras áreas de Corrientes e incluso en Entre Ríos. Por supuesto, no son las únicas provincias donde está presente este problema", agregó.
Otro inconveniente de magnitud es la proliferación de chanchos asilvestrados y jabalíes, que también amenazan a la ganadería. Estos animales atacan especialmente a las crías de ovinos y bovinos, y causan importantes pérdidas económicas. En ocasiones es difícil determinar si las bajas de animales se deben a ataques de estos predadores, a robos o a otras causas naturales. Esta incertidumbre dificulta la implementación de medidas preventivas y de control efectivas por parte de los productores.
“Después de mejorar nuestros índices, el robo se lleva todo”
Carlos Javier Fernández Dos Santos es miembro del grupo CREA Urunday y presidente de la Sociedad Rural de Gobernador Virasoro. Su familia produce en campos ganaderos de Corrientes desde hace más de un siglo, con establecimientos ubicados en zonas de Virasoro y Santo Tomé. En los últimos años, sus campos también fueron alcanzados por el avance del abigeato.
"En dos oportunidades nos robaron dos tropas de más de 20 novillos, que desaparecieron del campo, y no se sabe por dónde salieron, ya que en las rutas hay controles policiales", relató. Según explicó, ese tipo de robo equivale a uno o dos años de trabajo con los animales. Los hechos ocurrieron en un campo arrendado que, a raíz de esta situación, está evaluando abandonar. También sufrió faenas clandestinas dentro de sus predios.
Fernández Dos Santos aseguró que el problema afecta a muchos productores de la zona. "El viernes pasado gente a caballo pasó por la Ruta Provincial Nº 68. En la filmación de las cámaras de seguridad, se observa que la gente salió por rutas provinciales. Sacaron hacienda y, parte de los animales que quedaron sobre la ruta 14, provocaron accidentes viales: un auto chocó y otro volcó. Aún no fueron identificados los responsables", señaló. Además, recordó un caso reciente en el que faenaron vaquillonas Brangus inscriptas, preparadas para remate, sin que aún se haya podido identificar a los delincuentes.
La región está conformada en su mayor parte por campos de cría. "Nosotros nos esforzamos en producir y mejorar nuestros índices, y resulta que después que logramos ser más eficientes o productivos, eso se pierde con el robo de la hacienda", lamentó. Frente a este panorama, el empresario afirmó que algunos productores optaron por cambiar de actividad, iniciar proyectos forestales o incluso vender el campo.
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La inseguridad también modificó la rutina de manejo. "Hay productores que mueven la hacienda todos los fines de semana hacia el centro del campo. Eso implica una pérdida de tiempo, más trabajo del personal, menos eficiencia y menos kilos de producción, porque se utilizan potreros de menor calidad", explicó. Otros productores directamente dejaron de producir.
Si bien el robo de ganado no es un fenómeno nuevo, Fernández Dos Santos afirmó que se agravó en las últimas décadas. “Antes eran faenas clandestinas en el lugar. Ahora hay camiones que cargan los animales y nadie ve nada. Después, la carne se promociona por WhatsApp y se vende en kioscos o casas, sin control y sin bromatología", sostuvo.
“La mayoría de los productores están desmoralizados y ya no denuncian, porque la Justicia hace lo que puede con las leyes que tenemos, ya que el abigeato es un delito excarcelable”, indicó. En este sentido, opinó que se podría actualizar la estructura de seguridad rural a los tiempos actuales, en coordinación con otras fuerzas, para lo cual hace falta una decisión política que apoye a unos de los sectores más dinámicos y productivos de la provincia de Corrientes, que es el campo. “La policía hace lo que puede, pero las zonas son grandes y los recursos siempre son escasos”, agregó.
Como propuesta, planteó la necesidad de generar una estrategia coordinada. "Hace falta un plan global, que involucre la colaboración entre los privados y la policía, con mayor comunicación entre la Policía Rural, Prefectura y las comisarías locales. También se necesitan más controles policiales y bromatológicos, satélites en las rutas y en los puntos de venta, que puedan recorrer permanentemente toda la provincia", afirmó el productor.
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Zonas donde la ganadería desaparece
Javier Azpiroz es productor ganadero e integrante del CREA Malezales. Trabaja en campos del departamento San Martín, en La Cruz y en la zona de Perugorría, departamento de Curuzú Cuatiá, ambos en Corrientes. Asegura que, aunque en La Cruz ha sufrido pérdidas, su realidad es menos crítica en relación a otros establecimientos, por la dificultad de entrar a su campo, al que solo se accede por un camino terraplenado propio que atraviesa un gran bañado. Gracias a esto, su situación no es tan grave, aún cuándo, en línea recta, su campo está relativamente cerca de Alvear, ubicado al este de la provincia, donde se generan la mayor cantidad de robos.
“He tenido faltantes importantes, pero puedo decir que en ese lugar soy un afortunado por estar en una zona aislada con problemas logísticos para los delincuentes”, indicó. “En Perugorría, sin embargo, el problema es real y más aún para los vecinos, en proporción directa a la accesibilidad de sus campos y la cercanía con el pueblo”, agregó.
Según afirmó, en el departamento de Alvear la situación es extrema. “En Alvear se hace la fiesta anual del cuatrerismo y se elige la reina”, ironizó. Sobre la ruta provincial 36, que corre paralela al río Aguapey, aseguró que los robos son constantes: “Hay campos vacíos, donde ya no se puede tener hacienda. Existen grandes superficies en la zona de influencia de los caminos de tierra que podrían describirse como un desierto para la ganadería”.
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Azpiroz también produce en el departamento de Curuzú Cuatiá y más al sur de la ciudad de Perugorría, donde la situación también preocupante. “La actividad lanar se está perdiendo. Ya no hay ovejas por el tema de los robos. Toda la vuelta de Perugorría está demasiado perjudicada. Ya hay resignación", lamentó. En esa región, las pérdidas de hacienda se dan tanto por faenas clandestinas como por robos a gran escala. “Un año tuve un faltante de más de 100 animales”, precisó.
Otro problema que señaló es la dificultad para imputar esas pérdidas. "En Corrientes y Entre Ríos apareció una nueva complicación: los chanchos cimarrones, que reducen totalmente a los terneros. Entonces, cuando tenés un faltante, a veces no sabés si fue por un aborto o una muerte perinatal, por el efecto de los chanchos, por verdaderos predadores o por un robo", explicó. En este sentido, advirtió que los números de stock no cierran con facilidad, sobre todo en zonas donde el avance del monte impide el control de la hacienda.
Azpiroz también alertó sobre la violencia y el vínculo entre distintos delitos. “En toda la costa del Uruguay, sobre la ruta 14, ahora se habla de coincidencia entre bandas de cuatrerismo, narcotráfico y piratas del asfalto. Sabemos de casos escandalosos”, dijo.
“En Perugorría, en cambio, aunque hay abigeato y cuatrerismo de todo tipo y de todas las categorías de ganado, es notable la cantidad de robos hormiga de terneros chicos, a los cuales les alteran la documentación y luego los venden en carnicerías. En resumen, hay robos de todos los tipos. La mayoría de las veces es robo y venta local, pero también se han registrado casos de camiones cargados con novillos", señaló.
En cuanto a la respuesta institucional, fue tajante: “Hay un gran descontento por cierta displicencia de las autoridades y por la falta de normas, que incluso limitan la acción de la policía por bien intencionada que esté. El que roba, aunque sea en flagrancia, sale casi inmediatamente, salvo que sea reincidente comprobado”, sostuvo.
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