“Nos propusimos crecer, pero no en forma vertical –apilando vacas–, sino de manera horizontal, lo que conlleva un cambio de paradigma, porque no se trata de exprimir los recursos disponibles hasta el límite de su capacidad, sino de gestionarlos respetando la dinámica existente entre ambiente, animales y tecnología”, comenta.
Uno de los pilares fundamentales del modelo es la simplificación de procesos: la vaca debe ser capaz de producir leche y preñarse sin grandes esfuerzos, facilitando así las tareas operativas y gestionando la oferta forrajera con una mirada puesta en el cuidado de la salud del suelo. “Hemos simplificado mucho la rutina de ordeñe con buenos resultados; por ejemplo, sólo despuntamos en uno de los dos ordeñes del día”, explica.
Al tener un enfoque de crecimiento horizontal, el empresario logró organizar el trabajo de forma más fluida, evitando la sobrecarga de tareas y asegurándose que el trabajo sea lo menos estresante posible, tanto para las vacas como para las personas involucradas en los diferentes procesos.
“Dejamos de usar mixer y carro forrajero para pasar a emplear módulos de autoconsumo de silo de maíz, lo que tienen una importancia vital en épocas con escasa disponibilidad de pasto”, apunta.
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Módulos de autoconsumo de silo de maíz
“El crecimiento tiene que ir acompañado de la implementación de nuevas unidades de ordeñe, que deben tener el tamaño adecuado. Contamos con la cantidad de fierros necesarios para que cada ordeñe no extienda más allá de tres horas, y en lo posible dos, lo que es un plazo muy razonable”, añade.
Otro cambio relevante fue la incorporación de prácticas orientadas a reducir la presión sobre la oferta de pasto y mejorar la eficiencia del pastoreo por medio de prácticas regenerativas, las cuales consisten rotar el plantel de vacas en los momentos justos con el propósito de permitir la recuperación de las pasturas hasta el próximo ingreso de los animales.
“Es importante no pasarnos de carga animal. Con el chip anterior buscábamos cargas superiores a dos vacas por hectáreas, pero eso lo hemos revisado porque la clave es cuidar los recursos forrajeros con un menor uso de insumos externos”, afirma.
“Anteriormente veníamos tratando de sostener pasturas de tres años seguidos por dos años de cultivos anuales, pero a los dos años la pastura quedaba con baja cobertura y luego venían los silos que se llevan la mayor parte de la planta, dejando poco material para el suelo. Nos replanteamos eso y ahora buscamos pasturas de al menos cinco años, gestionadas con un manejo regenerativo, seguidas por un solo ciclo agrícola con doble cultivo para luego retornar a pasturas”, añade.
En cuanto al rodeo lechero, la clave está en la longevidad y la durabilidad de las vacas. El objetivo de Andrés es tener animales que puedan permanecer en producción durante al menos cinco lactancias, evitando, en la medida de lo posible, el descarte frecuente. Las vacas cruza entre Holando y Jersey muestran una mayor resistencia al calor, lo que les permite mantenerse productivas incluso en condiciones climáticas extremas.
Una de las áreas que ha optimizado la empresa es la gestión reproductiva: su estrategia se ha centrado en concentrar los partos en dos ventanas anuales, lo que le permite un manejo más eficiente de los servicios y un monitoreo exhaustivo de la salud reproductiva de las vacas; también facilita la planificación de las tareas, asegurando que cada vaca esté bien atendida en sus momentos más críticos.
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En los últimos diez años la empresa duplicó el rodeo de vacas lecheras.
Además, la concentración de los partos permite organizar mejor los procesos de manera tal que el equipo de trabajo no esté sobrecargado. Así, durante el período estival, las tareas de manejo se reducen a ordeñe, lo que da un mayor margen para organizar mejor las vacaciones y reducir la carga operativa.
“La primera ventana de partos se extiende desde fines de febrero hasta la mitad de mayo, mientras que la segunda comprende desde mediados de agosto a septiembre. Para atender prepartos contratamos veterinarios recién recibidos o bien sumamos a estudiantes para que hagan prácticas profesionalizantes, de manera tal de generar oportunidades para que ganen experiencia laboral”, señala.
La gestión ambiental es otra área en la cual Andrés decidió poner un énfasis especial: mediante la utilización de la herramienta DAT CREA, comenzó a registrar y monitorear los lotes para posteriormente implementar la Gestión Ambiental CREA, que le permitió contar con una capa más de información al momento de pensar el diseño de la empresa.
“Los tamberos estamos muy acostumbrados a llevar adelante registros muy detallados de las vacas, pero no es el caso de los lotes, así que DAT CREA nos ofrece la posibilidad de cubrir esa área; la carga de datos puede tener cierta complejidad, pero la información generada resulta muy útil para hacer un seguimiento de la evolución de la oferta forrajera y los indicadores ambientales que, en el largo plazo, son esenciales para asegurar la sostenibilidad de la producción”, comenta.
En lo que respecta a la gestión de desechos, el tambo cuenta con una pileta con material impermeable y un sistema separador de sólidos que permite reutilizar el agua tratada para el lavado del piso, por medio de un sistema de flushing, y separar los purines para posteriormente –luego de unos 120 días– distribuirlos por medio de un carro estercolero en los lotes productivos.
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Distribución de purines por medio de un carro estercolero
“El sistema de flushing posibilita el lavado de los corrales de manera automática en pocos minutos, lo que permite ahorrar mucho tiempo y además hacer un uso sostenible de los recursos disponibles; en tanto, los purines son útiles para incorporar nutrientes al suelo, lo que facilita la dinámica propia de una economía circular”, indica.
Andrés está convencido de que este modelo de crecimiento horizontal, basado en la simplificación de procesos, las prácticas regenerativas y la gestión de vacas longevas y autónomas, constituye el camino hacia un futuro más sostenible para su empresa. Si bien el entorno climático presenta desafíos, su enfoque práctico, con bajos costos, le ha permitido mantenerse competitivo en un sector que, luego de varios años de vacas flacas, finalmente en el último ejercicio tuvo una merecida revancha.
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Sistema de flushing para lavado de los corrales
El modelo no sólo favorece la producción de leche de calidad, sino que también genera un ambiente de trabajo más saludable y menos estresante para los empleados. La clave está en el equilibrio entre la eficiencia productiva, la sostenibilidad ambiental y el bienestar de las personas y de los animales, lo que le ha permitido a la empresa continuar creciendo.
El esquema de producción lechera diseñado por Andrés es un claro ejemplo de cómo no existe una receta única en la lechería argentina, donde la innovación puede estar asociada a diferentes estrategias en función de los recursos disponibles.
“En definitiva, más allá de la gestión productiva, la clave está en generar empresas atractivas en las cuales la oferta de trabajo sea apetecible no sólo en términos económicos, sino fundamentalmente en calidad de vida para todos los que la integramos”, resume Andrés.
Incorporar la dimensión ambiental a las empresas requiere un abordaje desde varias dimensiones; los datos que resultan de esa gestión aportan una capa más de información que enriquece la toma de decisiones. En 2024 el Área de Ambiente de CREA logró el acceso al programa AL INVEST VERDE, que le dio nuevo impulso al desarrollo de herramientas para promover la Gestión Ambiental CREA (GAC). En ese marco, este año se lanzó una nueva plataforma digital de seguimiento de indicadores clave para que cada empresa de la red pueda realizar un proceso de mejora continua en la materia.
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