La empresa fue fundada hace unos 45 años por su padre, Miguel, y su tío, Luis, con la colaboración de su madre, Amanda. Actualmente vende insumos principalmente en el sur de Córdoba, con una red de distribución que incluye localidades como Pueblo Italiano, Laboulaye, Melo, Serrano, Buchardo y Valeria. Además, la compañía desarrolla actividades agrícolas en campos arrendados, que en total abarcan una superficie de 9.000 hectáreas, que se extienden desde la localidad de Laboulaye hasta Italó.
En sus inicios, Integral Agropecuaria funcionaba como una veterinaria que atendía la demanda de la región, donde por entonces predominaba la actividad ganadera. "En aquel tiempo, mi padre y mi tío salían a clasificar semillas en campos donde apenas se sembraban cultivos como avena y centeno, y la ganadería dominaba el paisaje", recordó Sarry. Con el tiempo, la zona fue transformándose hacia la agricultura, y la empresa acompañó esa evolución. De esto modo, dejaron de ser únicamente una veterinaria y comenzaron a ofrecer servicios de agronomía, ampliando su operación con nuevas sucursales.
A medida que fueron creciendo, sumaron servicios como pulverizaciones terrestres y aéreas, además de logística con una flota compuesta por seis camiones. Además, en asociación con dos ingenieros agrícolas locales, establecieron una planta de acopio en Buchardo, que hoy cuenta con una capacidad de 18.000 toneladas y emplea a 25 personas durante todo el año. En épocas de cosecha, se incorporan 10 trabajadores adicionales. Además, la firma Integral Agropecuaria emplea a otras 58 personas de manera permanente.
Una nueva visión
Con 34 años, Esteban Sarry forma parte de la segunda generación de la empresa familiar, junto a sus hermanas Victoria (37) y Josefina (29) y su prima Leticia (38). Aunque su padre Miguel continúa activo en la empresa, con el tiempo ellos fueron tomando un rol protagónico en la gestión. "Nosotros fuimos ingresando al negocio de a poco, acompañados por mi padre y mi tío, siguiendo con la sociedad que ellos iniciaron, ya sea en la planta de acopio o en los convenios de las sucursales de agronomía", explicó.
Miguel y Luis Sarry comenzaron su empresa desde cero, y enfrentaron desafíos económicos que fueron superando con dedicación y esfuerzo. "Mi padre y mi tío lograron construir todo esto con sus estudios secundarios y mucho compromiso", destacó Esteban. La segunda generación, con acceso a formación universitaria, pudo incorporar nuevas herramientas y estrategias que fortalecieron el crecimiento del negocio.
"Como nueva generación, logramos integrarnos respetando lo que ellos venían haciendo, pero también adaptándonos a las nuevas demandas del sector", señaló Sarry. Un ejemplo de este cambio es la forma en que los productores adquieren insumos en la actualidad. "Antes, una venta podía implicar largas charlas mientras se tomaban varias pavas de mate. Ahora, un productor joven de 30 años o menos puede pedir un presupuesto para sembrar 1.000 hectáreas con solo un mensaje de WhatsApp".
La nueva generación empresarial incorporó innovaciones en los sistemas de producción, como la inclusión del maní en la rotación de cultivos y un mayor enfoque en la siembra de maíz para mejorar la sostenibilidad y alcanzar altos rendimientos, con el uso de híbridos de gran potencial. Además, ampliaron las operaciones alquilando más campos y fomentaron su participación en organizaciones civiles como los grupos CREA y AAPRESID, para consolidar un enfoque más abierto y colaborativo, compartir experiencias e incorporar nuevos negocios o tecnologías.
Por otro lado, Integral Agropecuaria es distribuidor InnoBa de la firma Bayer desde hace más de 20 años, lo que implicó una demanda por actualizarse constantemente en tecnologías innovadoras e, incluso, en otras áreas como la comunicación y estrategias de marketing. "Estas empresas multinacionales nos exigen mantenernos al día con nuevas herramientas y tendencias, y eso es algo que hemos sabido adaptar al negocio", afirmó Sarry.
Agricultura sostenible: planteo productivo
La empresa siembra el 80% de su superficie en campos arrendados, todo en secano, bajo contratos a largo plazo que le permiten mantener una rotación estable de cultivos. El esquema de agricultura sostenible incluye trigo, soja, maíz, maní y, en algunas campañas, girasol en ambientes más marginales. En cuanto a la proporción de cultivos, el 40% corresponde a maíz, el 45% a soja y el resto a maní, en mayor medida. “Venimos de dos años con muy poco trigo porque la napa bajó demasiado, y en nuestra zona sin agua en el perfil, el trigo se vuelve complicado”, explicó Sarry. La empresa también cuenta con una explotación ganadera con 450 vacas de cría.
Para sostener este modelo productivo, la familia utiliza cosechadoras, arrancadoras y sembradoras de maní en toda la superficie sembrada. Además, trabajan con tres sembradoras equipadas con las últimas tecnologías de precisión para el maíz, un cultivo al que dedican especial atención. “Nuestra bandera es lograr un maíz de alta productividad. Apuntamos a alcanzar un rendimiento de 10.000 kilos en maíz de primera y de 8.500 kilos en maíz tardío, con la utilización de fertilización variable de fósforo y nitrógeno”, detalló.
La implementación de estas tecnologías permitió a la empresa optimizar el uso de los insumos y mejorar la eficiencia en la producción. “Con la densidad variable en maíz, hemos logrado estabilizar los rendimientos y levantar los pisos de producción. En los ambientes de bajo potencial, por ejemplo, reducimos la densidad para que, en años secos, el cultivo pueda adaptarse mejor. En síntesis, logramos ser más eficientes con menos insumos”, agregó.
Además, la empresa cuenta con dos pulverizadoras propias para abarcar las 9.000 hectáreas sembradas en sus campos y prestar servicios como contratistas en una amplia zona productiva. Esta capacidad se complementa con un avión agrícola modelo Air Tractor AT-502B, de última generación, con el cual brindan servicios de pulverización y siembra aérea. “Creemos que la eficiencia en el uso de insumos será clave en el futuro. Uno de los desafíos es hacer aplicaciones variables de herbicidas, debido a que existe aumento notable de las malezas resistentes, y las dosis de fitosanitarios que se aplican actualmente son cada vez más altas y continuas”, señaló.
Sarry destacó la participación de Integral Agropecuaria en el grupo CREA, como un factor fundamental para incorporar tecnologías. “La posibilidad de interactuar con otros productores nos abre la cabeza y nos permite repensar estrategias frente a los desafíos actuales del sector agropecuario”, afirmó. Sin embargo, el empresario advirtió que las condiciones económicas actuales dificultan hacer inversiones que son necesarias para continuar creciendo y mejorando la eficiencia. “Con el valor actual de la soja en 285 dólares, cuesta tomar decisiones como la compra, por ejemplo, de una pulverizadora para hacer aplicaciones variables”, lamentó.
A la espera de nuevas lluvias
La presente campaña agrícola 2024/25 presentó complicaciones tanto en términos económicos como climáticos. Los bajos precios de los commodities, sumado a la incertidumbre sobre el plan de siembra, dificultaron la planificación. “A esto se agregó la problemática de la chicharrita, que causó grandes pérdidas en la producción en la campaña anterior, y generaba dudas sobre su impacto en los cultivos a futuro. Por esta razón, hasta último momento no sabíamos cómo manejar esta situación”, explicó el empresario CREA.
La situación generó mucho incertidumbre en la empresa, porque podría haber afectado tanto la venta de insumos como la propia producción, en relación al área de siembra. "El maíz tardío es uno de los cultivos más rentables en nuestra zona, pero con la napa tan baja, hacer maíz de primera era inviable. Además, la amenaza de la chicharrita nos obligó a ser cautelosos", señaló.
Si bien en enero de 2025 se registraron algunas lluvias en la zona, los cultivos de la empresa aún dependen de la llegada de precipitaciones adicionales para que los granos puedan alcanzar todo su potencial. “Por ahora no tuvimos ataques de chicharrita. Contamos con trampas y monitoreos en la zona, y no detectamos presencia, lo que nos dio cierta tranquilidad”, comentó.
Con la campaña más avanzada, los resultados son más alentadores de lo previsto. “En esta zona se terminó sembrando una superficie de maíz cercana a los valores promedio de otros ciclos productivos. Incluso vendimos un 20% más de bolsas de maíz que el año pasado, y en nuestros lotes logramos mantener una superficie de siembra similar al ciclo anterior”, explicó Sarry.
De cara al futuro inmediato, advirtió que las lluvias siguen siendo cruciales. “Los maíces de primera están atravesando en el período de llenado de granos, cuando se definen los rendimientos, y están sufriendo mucho la falta de humedad. Los maíces tardíos, en cambio, están iniciando el estadío de floración o vegetativo, mientras que la soja está comenzando a formar las vainas, un momento clave en el que necesita agua”, concluyó.