19 de enero de 2025 en Buenos Aires

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Ganadería regenerativa en el valle de Río Negro

Agropecuaria Don Manuel combina tecnologías de riego avanzadas con un sistema ganadero de ciclo completo y un enfoque centrado en la optimización del uso del agua y en la mejora de la productividad.

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Por CREA Región Patagonia | PAT

Ubicada en Valle Azul, provincia de Río Negro, la empresa Agropecuaria Don Manuel, integrante del Grupo CREA Alto Valle-Valle Medio desarrolla un modelo de producción que combina tecnologías de riego para mejorar la eficiencia en el uso del agua, con una alta producción de forrajes y un sistema ganadero de ciclo completo. Además, implementa un modelo de ganadería regenerativa que le permitió mejorar los suelos y aumentar la productividad en una zona de la meseta patagónica con muchas limitaciones.

“Nuestra intención es, en primer lugar, ser excelentes productores primarios. Queremos que cada metro cuadrado esté siempre fotosintetizando, que produzca lo más posible y de manera eficiente, además de incrementar la materia orgánica de los suelos. Luego, buscamos ser muy buenos transformando esa producción primaria en carne para luego comercializarla”, dijo Nicolás García, gerente general de la empresa.

“Hacia adelante, estamos abiertos a incorporar otras actividades que sean técnicamente factibles y económicamente viables. Quizás el turismo rural sea una alternativa complementaria para mostrar todo lo que hacemos”, agregó.

La firma agropecuaria surgió de otra empresa de la misma familia, denominada Transporte Dolores Parra, que realiza actividades de logística para el sector petrolero. Como parte de una estrategia de diversificación, en 2006 decidió abrirse a la producción ganadera, para lo cual compraron un establecimiento de 20.000 hectáreas en la provincia de Río Negro. “Es un campo que estaba totalmente abandonado y que desarrollamos con los años”, recordó García, tercera generación de la familia empresaria.

Este campo cuenta con dos ambientes bien diferenciados. Uno de ellos es la planicie o meseta, que se eleva unos 120 metros por sobre el ambiente de valle y se convierte en una extensa planicie de 17.000 hectáreas, donde se realiza la actividad de cría en secano. Luego, se extiende un área de 3000 hectáreas de un valle cercano al río, con potencial para producir pasturas bajo riego. Allí se lleva a cabo la recría de los animales.

Una de las principales limitantes en esta zona es el agua. Por año, se estima que debería llover un promedio de 250 mm, pero lo cierto es que en los últimos años las precipitaciones se mantuvieron muy por debajo de ese promedio.

“Para hacer un cultivo sí o sí tenemos que regar”, aseguró el productor, y destacó que el lugar posee condiciones aptas para ese fin. “Tenemos 10 km de costa de río, que es la vida del campo. Para nosotros el recurso más valioso es el agua, por eso hacemos mucho foco en la necesidad de ser eficientes en su uso”, afirmó.

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Ganadería regenerativa. Nicolás García y su padre, Daniel.

Ganadería regenerativa. Nicolás García y su padre, Daniel.

Ciclo completo

La empresa abarca un sistema ganadero de ciclo completo. “En la planicie realizamos la cría. Luego destetamos los terneros y los trasladamos al valle, donde llevamos a cabo la recría bajo un planteo pastoril con riego, para que alcancen 300 kilos. Además, compramos animales en otros campos, que ingresan directamente en la fase de recría, con el fin de darle más volumen al negocio”, indicó.

“Los cultivos forrajeros se basan principalmente en alfalfa, pura o consociada con gramíneas, lo cual también ayuda a mejorar el desarrollo de los suelos. Hoy, las alfalfas permiten tener altas cargas en el valle, de 10 animales por hectárea, equivalentes a 2500 kilos de peso vivo por hectárea. Esta es una diferencia abismal con la carga de la cría, dado que los campos naturales tienen una receptividad de un animal cada 25 hectáreas”, explicó. Además, detalló que cultivan maíz, destinado a silo o snaplage, una técnica que utiliza la espiga completa del cultivo (grano, chala y marlo), para generar un concentrado energético utilizado en dietas de terminación.

El productor también mencionó que están probando un nuevo cultivo, la remolacha forrajera, que despierta grandes expectativas porque permitiría alcanzar rendimientos de entre 30 y 35 toneladas de materia seca por hectárea, frente a las 20 de un silaje de maíz. “Con esta nueva iniciativa, podríamos aumentar la producción de carne, que actualmente se ubica en 1200 kilos por hectárea”, opinó.

Luego de la etapa de recría, los animales se envían a los corrales para su terminación. Esta fase final es muy corta: se extiende solo por 86 días, en promedio, para lograr un novillo listo para faena, con un peso de entre 380 y 410 kilos.

La firma comercializa principalmente novillos, y en algunos casos, vaquillonas o machos enteros jóvenes. Su presencia abarca toda la cuenca neuquina y otras grandes ciudades de la Patagonia Norte. Sin embargo, el empresario lamentó el hecho de que sus clientes exijan una media res que no supere los 119 kilos, lo que representa una limitante para producir más carne.

García señaló que la mayoría de las empresas CREA del grupo se enfocan en el mercado interno, que ofrece un diferencial de precio de entre 15 y 20% respecto de la carne que se produce al norte de la barrera sanitaria que protege a la región patagónica de la fiebre aftosa sin vacunación. “Sin embargo, nuestros costos de producción son más elevados debido a la distancia. Muchos insumos tienen un componente importante de flete”, indicó. Respecto a la exportación, consideró que la región no está aprovechando su estatus sanitario. “Es una ventaja que hoy está desaprovechada, y hay un gran potencial de crecimiento en los mercados externos”, sostuvo.

Innovación en riego

En la actualidad, la empresa posee 700 hectáreas bajo riego con dos sistemas (por gravedad y por pivote central) y planes para ampliar la superficie irrigada. Según García, el cambio en productividad entre ambos ambientes (de secano y con riego) es exponencial. “En la meseta, donde predomina el monte natural, el forraje produce 150 kilos de materia seca por año, mientras que en el valle irrigado, una alfalfa o un maíz producen 20 toneladas de materia seca por año”, detalló. Las mejoras que genera el acceso al agua también involucran a los suelos, porque generan más materia orgánica y potencial productivo.

En el riego por inundación, el agua es conducida por canales y luego fluye por gravedad sobre el terreno. La empresa adoptó un sistema innovador, de origen australiano, llamado de alto caudal, que permite el ingreso de una gran cantidad de agua al lote (entre 250 y 300 litros por segundo) durante sólo dos o tres horas, y limita el tiempo de infiltración en el suelo. “Con esta técnica se utiliza menos agua en relación al riego tradicional, que se realiza durante seis o siete horas y desaprovecha una gran cantidad de agua, perdida por percolación profunda fuera del alcance de las raíces”, dijo el productor. El sistema también integra el diseño de parcelas más largas, en comparación con los lotes clásicos del riego por gravedad, lo cual también colabora con el aumento de la eficiencia.

Recria en pivot.JPG
Recría en pivot.

Recría en pivot.

“Debemos transitar hacia el desarrollo de nuevas áreas bajo riego. En muchos lugares se sigue desaprovechando el agua porque siempre se pensó que era un recurso ilimitado. Hoy tenemos que cambiar e ir hacia técnicas eficientes, donde cada milímetro aplicado sea sinónimo de producción”, afirmó.

Hacia adelante, la empresa prevé ampliar el área bajo riego por gravedad a razón de 150 hectáreas por año. Además, en 2025 planea incorporar entre tres y cuatro pivotes centrales de 80 hectáreas cada uno, que podrían tener un fuerte impacto sobre los rodeos. “Hace 10 años estábamos comercializando 300 animales listos para faena, con un rodeo de 400 madres. En 2019, gracias al riego alcanzamos un rodeo de 700 madres y empezamos a comprar terneros en otros campos de cría. Hoy estamos terminando cerca de 3.000 animales al año”, sostuvo.

Ganadería regenerativa

En 2019, Agropecuaria Don Manuel comenzó a incursionar en la ganadería regenerativa, utilizando el modelo holístico de planificación impulsado por la empresa Ovis 21. “Hoy tenemos puesto el foco en el campo, sobre todo en la parte de secano. Respetando los tiempos de descanso y de ocupación, logramos acompañar los tiempos naturales de las plantas, dejando que semillen y aumenten la cobertura”, dijo García.

A lo largo del tiempo, lograron mejoras significativas con este sistema. “En 2019 teníamos 700 madres, y con este manejo, que permite dar más tiempo de descanso a los potreros, pudimos crecer hasta tener 1000 vacas. Aumentamos la receptividad del campo, de 25 a 18 hectáreas por vaca”, comentó.

“Nos dimos cuenta de que las 17.000 hectáreas de secano estaban muy desaprovechadas. Para mejorar, primero pusimos el foco en la distribución de agua y logramos que los animales no tuvieran que caminar más de 2500 metros para beber. Además, antes teníamos lotes de 5000 hectáreas, e implementamos divisiones de potreros de 800 hectáreas con alambre eléctrico, utilizando también rezagos de la industria del petróleo, que transformamos en postes y tranqueras, por ejemplo”, explicó. Con estas parcelas más pequeñas pueden hacer rotaciones en diferentes lotes por tiempos más breves, de unos 30 días, lo cual permite que el recurso forrajero (principalmente la especie coirón poa) descanse por más tiempo.

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Metodología CREA

García se sumó a la red CREA en 2016. Lo recuerda de este modo: “Junto con colegas de la zona, que conocíamos la metodología CREA a través de las universidades donde estudiamos agronomía y del INTA, pensamos en hacer algo en la zona con esta metodología, y así comenzamos a reunirnos hasta que nació formalmente el Grupo CREA Alto Valle - Valle Medio”.

Este grupo está compuesto mayoritariamente por productores ganaderos. También hay otras empresas que hacen producción porcina, henificación, venta de rollos de alfalfa y movimientos de suelo para incorporar superficie bajo riego. “Muchas de los miembros que confluimos en la ganadería también provienen, como nosotros, de otras empresas madres vinculadas con diversas actividades, como la fruticultura”, detalló.

¿Cómo fue la experiencia de sumarse a la red CREA e implementar su metodología? “Excelente, porque al estar lejos de la zona núcleo, tenemos que hacer todo internamente, desde la sistematización hasta la cosecha. Esto nos permitió compartir experiencias y aprender más rápido”, aseguró. “Al principio, nos enfocamos en compartir conocimientos técnicos sobre agricultura y ganadería. Hoy, además de estos temas, discutimos más sobre gestión económica, lo cual enriqueció nuestros encuentros”, finalizó García.

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