El análisis también incluyó una mirada económica impulsada por la Mesa Empresaria de CREA Córdoba Norte. Luis Luppi, del CREA La Rueda, y Consuelo Ávalos, coordinadora de la Mesa Empresaria, analizaron los márgenes, la oportunidad financiera del girasol frente a otros cultivos, y los criterios que llevaron a las empresas a incorporarlo en sus esquemas productivos.
Introducción del girasol en las rotaciones
“Como productora, esta campaña incorporamos girasol por primera vez”, contó Tomllenovich. “Frente a la incertidumbre con el maíz, no sabíamos cuánto área destinar. Los precios del girasol y la posibilidad de fijarlos con anticipación hicieron que, lote a lote, fuéramos sumando superficie, aunque con la incertidumbre propia de un cultivo nuevo”.
La estrategia contempló el cultivo de girasol oleaginoso tipo linoleico, diferente al confitero que la productora CREA había probado en campañas anteriores. “El confitero es un mercado más cerrado, con contratos específicos donde la empresa que vende la semilla también compra la producción. En cambio, con el linoleico tuvimos más flexibilidad”, explicó.
El análisis de campaña incluyó información de cinco grupos CREA: La Rueda, Del Este, Arroyito, Jesús María y Totoral. En conjunto, sembraron 2300 hectáreas de girasol durante el ciclo 2024-25, una superficie muy superior a los valores históricos en la región, que no superaban las 200 hectáreas en total. Solo entre los tres grupos del este cordobés se plantaron 1784 hectáreas, en 36 lotes con una superficie promedio de 52 hectáreas cada uno.
Las densidades de siembra oscilaron entre 48.000 y 57.000 semillas por hectárea, a una distancia entre surcos de 52,5 cm. Las fechas óptimas se concentraron entre el 10 de octubre y el 14 de noviembre, aunque el análisis posterior mostró una pérdida promedio de 35,5 kilos por hectárea por cada día de atraso respecto a la fecha óptima de siembra. “En mi caso, sembramos el primer lote el 18 de octubre. Los que hicimos después, cuando se atrasaron las lluvias, se plancharon”, señaló Tomllenovich.
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Paula Cabanela, del equipo técnico de Mesa Agrícola, realiza evaluaciones en ensayos de girasol.
Las genéticas utilizadas incluyeron híbridos de Nidera, Syngenta, Advanta, Argensol y MG. Además, se evaluaron tres materiales específicos —NK3969 CL, NS1119 CL y ADV5505 CL— en la red de ensayos coordinada por la Mesa Agrícola, con implantaciones en El Tío, Sacanta y Jesús María.
“Cuando vimos que muchos miembros CREA estaban evaluando incorporar girasol, desde la Mesa Agrícola decidimos organizar un protocolo para evaluar los aspectos productivos y agronómicos en tres sitios”, dijo Vecchio. “Queríamos capitalizar la experiencia de los miembros con observaciones sistematizadas”, recordó. Para avanzar en este sentido contaron con el apoyo técnico de Nicolas Heinz, especialista en mejoramiento genético del INTA Manfredi.
El protocolo permitió comparar los híbridos bajo condiciones controladas y con variables unificadas. “La idea era generar información técnica propia de la región, útil para ajustar decisiones agronómicas en futuras campañas”, agregó.
Brechas de rendimiento, son sorpresa
Los ensayos se llevaron a cabo en tres ambientes contrastantes: Jesús María, Sacanta y El Tío. “Jesús María es una zona muy productiva donde el girasol no formaba parte del paisaje agrícola habitual. En cambio, en el este de la provincia de Córdoba, particularmente en Sacanta y El Tío, era más común encontrar algún lote, aunque en superficies muy reducidas”, explicó Tomllenovich. “Nos interesaba relevar estas experiencias en diferentes sistemas productivos y con distintas calidades de suelo”, agregó.
Los resultados fueron dispares, pero reveladores. El sitio de El Tío registró el mayor rendimiento promedio, cercano a los 39 quintales por hectárea, junto con el mayor contenido de materia grasa. En Jesús María, los rendimientos fueron menores, y en algunos casos, incluso inferiores a los obtenidos en suelos de menor calidad, como los de clase IV y V. “Lo llamativo fue que en los mejores suelos sembrados, de clase III, obtuvimos los menores rendimientos. Eso nos plantea dudas, porque en otros cultivos es habitual que los mejores lotes tengan mejores techos de producción”, señaló Tomllenovich.
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Resultados de los ensayos en girasol realizados por la región Córdoba Norte
“Este comportamiento no está validado en otras regiones. Hay trabajos que muestran que el girasol debería rendir igual o mejor en suelos de buena calidad”, advirtió Vecchio. “Lo que nos deja pensando es la buena performance que tuvimos en suelos de clase VI. Son ambientes donde, por lo general, la soja tiene malos comportamientos, y sin embargo el girasol mostró buenos pisos y techos”.
En total, se registraron 17 lotes sobre suelos de clase VI, con resultados que superaron las expectativas. “Vemos allí una oportunidad concreta para incluir al girasol en la rotación, especialmente en campos con limitantes, como suelos salinos o con menor aptitud agrícola”, añadió Vecchio. No obstante, aún quedan interrogantes abiertos: “Tenemos muy pocos datos —solo tres ensayos comparables—, por eso necesitamos seguir desagregando la información para entender mejor qué ocurrió en cada ambiente, según el antecesor, la fecha de siembra y el manejo aplicado”.
En relación a las fechas de siembra, los datos muestran con claridad una tendencia: cada día de retraso en la implantación, a partir del 10 de octubre, implicó una pérdida promedio de 35 kilos por hectárea. “Las siembras tardías, extendidas hasta el 14 de noviembre, no solo presentaron rendimientos más bajos, sino también mayor variabilidad. Tuvimos mayores desvíos, lo que incrementa el riesgo productivo”, explicó Tomllenovich.
Otro aspecto técnico clave fue el contenido de materia grasa. “No vendemos granos, vendemos aceite”, remarcó la productora. La normativa establece un umbral de 42% de materia grasa base seca: por cada punto por encima se bonifica un 2%, y por cada punto por debajo, se penaliza.
Desde la Mesa Empresaria también se destacó el impacto positivo de haber fijado precio al momento de la siembra. “Muchos productores aseguraron valores que luego cayeron hasta 80 dólares por tonelada. Eso permitió cerrar negocios con márgenes atractivos, especialmente considerando el ajuste por contenido de materia grasa, que elevó los precios finales”, comentó Tomllenovich.
En cuanto a la fertilizacion, se presenta una oportunidad de mejora, ajustando a los requerimientos del cultivo según el rendimiento esperado.“Lo ideal es realizar un análisis de suelo inicial y, con base en eso, estimar cuánto nitrógeno, fósforo y boro se necesita. El fósforo y el nitrógeno se aplican al inicio, y se puede hacer una refertilización con nitrógeno más adelante. El boro se incorpora más cerca de la floración”, explicó Tomllenovich, según el protocolo técnico presentado.
Aprendizajes, oportunidades y próximos pasos
Una de las principales conclusiones del trabajo fue que el rendimiento corregido por materia grasa resulta clave para evaluar el negocio del girasol. “Queremos seguir estudiando por qué tuvimos rindes bajos en suelos de buena calidad. Nuestra hipótesis es que las lluvias tempranas de octubre nos permitieron adelantar la siembra, lo que mejoró los rendimientos y redujo la variabilidad”, expresó Tomllenovich.
A su vez, los buenos resultados obtenidos en suelos de menor aptitud abren una oportunidad concreta para empresas con campos más limitados. “El girasol puede incorporarse como una alternativa en la rotación, especialmente en ambientes donde otros cultivos no rinden bien. En esos suelos tuvimos buenos pisos y buenos techos”, señaló Tomllenovich, en línea con lo observado en los 17 lotes ubicados en suelos de clase VI que tuvieron una performance destacada.
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Marcela Tomllenovich, miembro del CREA La Rueda, durante su presentación de la JAT de Córdoba Norte
Otro aspecto que surgió con fuerza fue la importancia del historial de herbicidas aplicados en los lotes. “A veces seleccionamos un lote sin revisar el producto que se aplicó anteriormente, y eso puede afectar al cultivo de girasol”, advirtió. Existen principios activos con períodos de residualidad de hasta 500 días, lo que obliga a planificar con anticipación. La presentación incluyó una línea de tiempo con los tiempos de carencia y una selección de preemergentes compatibles, con distintos modos de acción que permiten rotaciones efectivas en el control de malezas.
Por último, se destacó una ventaja operativa y financiera: “Cosechamos el girasol en febrero o marzo, casi dos meses antes que la soja. Eso representa un ingreso anticipado de dinero para las empresas y deja abierta la posibilidad de recargar agua en el perfil para el próximo cultivo”, concluyó.
Desde la Mesa Agrícola y la Mesa Empresaria de CREA Córdoba Norte ya proyectan nuevas acciones para capitalizar la información generada, seguir ampliando los ensayos y profundizar en el análisis de ambientes, genética, fechas de siembra y resultados económicos.