21 de marzo de 2025 en Buenos Aires

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Agricultura regenerativa: Un combo tecnológico para regenerar suelos y mejorar la producción

Cultivos de servicio, terrazas y fitosanitarios de banda verde. Un modelo de agricultura regenerativa con impacto positivo en el ambiente y en los rindes.

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Por CREA Región Centro

El Grupo Lagos, miembro del CREA Carnerillo, de la región Centro, inició una transformación en su sistema, dejando atrás el modelos convencional para adoptar un agricultura regenerativa. Así, incorporaron tecnologías para aumentar la biodiversidad, mejorar la estructura y fertilidad del suelo y reducir el uso de insumos. Además de estabilizar los rendimientos, obtuvieron certificaciones con beneficios comerciales.

Según Facundo Lagos, gerente de producción de la empresa, el objetivo de la agricultura es “darle vida al suelo y reactivar la microbiología, con un menor uso de insumos sintéticos”. El enfoque se basa en la implantación de cultivos de servicio, la creación de corredores biológicos, la sistematización con terrazas de absorción y el uso de abonos orgánicos, productos biológicos y fitosanitarios de bajo impacto ambiental.

La empresa cultiva 6000 hectáreas en Río Cuarto, Córdoba. La mayor parte son campos arrendados bajo contratos a mediano y largo plazo, con siembras asociativas en parte de esa superficie, y 700 hectáreas son propias, donde cuentan con un sistema de riego pivot en 480 hectáreas y riego goteo subterráneo en 42 hectáreas.

Los resultados de la agricultura regenerativa fueron paulatinos. “El tercer año logramos estabilizar las prácticas implementadas y obtener resultados alentadores”, señaló Lagos. El desafío es potenciar el sistema y fomentar su adopción entre otros productores, especialmente entre las nuevas generaciones, para avanzar hacia una agricultura más sustentable y con menor huella de carbono.

Más allá de los beneficios ambientales, el objetivo es mejorar la rentabilidad mediante la estabilidad de los rendimientos y la reducción del uso de insumos. “En algunos casos, logramos disminuir hasta un 50% la cantidad de nitrógeno aplicada al suelo en cada campaña, sin afectar los rindes”, destacó.

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Hacia la sostenibilidad: un cambio de paradigma

Antes de adoptar este sistema, la empresa mantenía largos períodos de barbecho químico durante el otoño e invierno, que dejaban los suelos arenosos expuestos a la erosión hídrica y eólica, sin raíces vivas y, por lo tanto, sin actividad de la microbiología. A este problema se sumaban la compactación del suelo en algunas áreas, la proliferación de malezas resistentes y la pérdida de nutrientes.

El primer paso hacia la agricultura regenerativa fue incorporar cultivos de servicio. Luego, para un mejor cuidado del suelo implementaron un sistema de terrazas de absorción para reducir la velocidad de escorrentía, mejorar la infiltración del agua y disminuir la erosión. El manejo hídrico se fortaleció con la instalación de freatímetros digitales para monitorear la altura de las napas y estaciones meteorológicas para registrar información climática. También comenzaron a utilizar el índice verde (NDVI) para evaluar el estado de la vegetación y optimizar el uso de fitosanitarios con aplicaciones selectivas, para lograr un uso más eficiente de los insumos.

Además, incorporaron guano de gallinas ponedoras para mejorar el balance de fósforo en el suelo, junto con productos biológicos comerciales y fitosanitarios de banda verde. La última tecnología implementada fueron los corredores biológicos, para aumentar la biodiversidad y favorecer la presencia de polinizadores.

“Pensamos que la agricultura convencional está cerca de caducar y que la solución pasa por implementar un modelo regenerativo, que integre productos biológicos y complemente su uso con insumos sintéticos solo cuando sea necesario”, afirmó.

Cultivos de servicio

Los cultivos de servicio incluyen vicia, centeno, cebada y triticale. “El año pasado hicimos pruebas con camelina, que se posiciona como un cultivo de servicio de renta porque se cosecha temprano y permite liberar antes el lote para sembrar maíz o soja en fechas de buen potencial. Ahora queremos incorporar colza”, explicó.

Estos cultivos se siembran en el 60% del establecimiento y reemplazan el período de barbecho químico. “En algunos lotes no entran en la rotación debido al manejo de los cultivos de renta o las condiciones hídricas del perfil del suelo, pero buscamos sembrarlos siempre que las condiciones climáticas lo permitan”, explicó. Hoy, en los campos intensificados, el 80% de la superficie se mantiene verde casi todo el año.

Dado que en la zona los inviernos son muy secos, monitorean la humedad del suelo durante el invierno para tomar decisiones. “Por ejemplo, si en agosto un cultivo de servicio seca 30 o 40 cm del perfil y hay pronóstico de La Niña, lo secamos para conservar agua para el cultivo siguiente. El cultivo de servicio hay que monitorearlo y darle el manejo según el objetivo planteado. Estos últimos años hemos cortado cultivos de servicio con poco volumen superficial, pero luego observamos mejoras en la infiltración del suelo con las lluvias primaverales, beneficios en la fijación de carbono, incorporación de raíces al sistema, mayor disponibilidad de nutrientes y beneficios en la capacidad de los cultivos de renta para resistir mejor el estrés térmico e hídrico durante su desarrollo”, afirmó.

El productor pudo observar cómo, frente a una ola de calor, se registraron fuertes mermas en los rindes de los lotes sin intensificación y fue necesario usar más insumos como insecticidas o funguicidas. En cambio, en los lotes manejados con cultivos de servicio, mejoró la estructura de suelo, con mayor actividad microbiológica, lo cual ayudó a los cultivos a resistir mejor estas condiciones extremas y a ser menos susceptibles a plagas y enfermedades. “En enero de este año tuvimos cuatro olas de calor intensas, pero los lotes bien manejados con cultivos de servicio y bajo agricultura regenerativa desde hace tres o cuatro años soportaron mejor estos cambios climáticos cada vez más severos y repetidos”, indicó.

“La inversión vale la pena, porque los cultivos de servicio mejoran la estructura del suelo, lo enriquecen y le devuelven vida al suelo. Fijan nitrógeno, aumentan la disponibilidad de fósforo y reducen la incidencia de enfermedades y plagas, lo cual nos permite disminuir el uso de fungicidas e insecticidas”, aseguró el productor.

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Sistematización con terrazas

La empresa sistematizó todo el campo propio y parte de la superficie arrendada con un sistema de terrazas de absorción. Para aplicar esta tecnología en los lotes alquilados, acordaron con los propietarios compartir la inversión y establecieron contratos de entre tres y cinco años. Esta práctica permite reducir la velocidad del agua de lluvia, evitar la erosión y favorecer su infiltración en el suelo.

El desarrollo de esta tecnología comenzó en la campaña 2015/16, luego de un período de lluvias intensas que inundaron sectores bajos de campos, generaron cárcavas, erosión de la capa más fértil del suelo, anegaron caminos y afectaron al pueblo. “Tomamos conciencia de que incluso una pendiente mínima hace que el agua escurra, se pierda y pueda llegar a afectar a la zona urbana. Pensamos que, en años secos, era clave retener el agua y aprovecharla mejor dentro del campo. En años húmedos era necesario reducir la erosión y la escorrentía para evitar impactos negativos en los campos, los caminos y los pueblos. La solución fue el sistematización con terrazas”.

La implementación del sistema comienza con la medición de los niveles del terreno y la escorrentía del agua. Luego, se diseñan curvas de nivel para construir terrazas de absorción y de desagüe, similares a lomadas de burro de base ancha para permitir el traslado de maquinaria.

Biológicos

Otras tecnologías incorporadas son los abonos orgánicos, en particular el guano de gallinas ponedoras proveniente de productores de la zona, con el cual lograron muy buenos resultados. La aplicación consiste en depositar guano en la cabecera de cada lote y después volear entre 10 y 20 tn/ha con esparcidoras. “Antes, los suelos mostraban un deterioro progresivo en los niveles de fósforo. Con esta técnica, incrementamos rápidamente la disponibilidad de este nutriente y otros micronutrientes, y también favorecimos la actividad microbiana del suelo”, aseguró.

También utilizaron productos biológicos comerciales. “Estamos haciendo pruebas con ácidos húmicos y fúlvicos, con buenos resultados, y con otros productos que todavía no usamos de manera masiva. Por ahora, realizamos ensayos en parcelas pequeñas y analizamos los efectos”.

Además, hace cuatro años monitorean el impacto ambiental de productos sintéticos a través del índice EIQ, que permite evaluar el efecto de los fitosanitarios sobre el ambiente, con el objetivo de identificar insumos más sostenibles, que respeten los insectos que son controladores biológicos, priorizando los de banda verde y azul.

Corredores biológicos

Para capacitarse en corredores biológicos y agricultura regenerativa, Lagos realizó un curso con Lucas Andreoni y el equipo de BioRed cuyas investigaciones destacan los beneficios de incrementar la biodiversidad, con corredores situados en las áreas menos productivas. El enfoque consiste en conectar parches naturales mediante franjas de entre 20 y 30 metros de ancho con vegetación sembrada de varias especies o vegetación nativa y mayor diversidad. Estos espacios favorecen la polinización, los insectos benéficos (controladores biológicos) y mejoran el rendimiento de los cultivos.

“Por ahora, comenzamos a desarrollar corredores biológicos a través de la siembra de cultivos consociados o nativos en zonas forestadas con álamos, en el marco de la Ley Agroforestal de Córdoba. También implantamos vicia y otras especies durante todo el año en los bordes de los lotes y otros ambientes para fomentar la floración y aumentar la presencia de polinizadores. Además, realizamos más divisiones en diferentes ambientes productivos para acercar estos organismos a los cultivos”, explicó. A futuro, el objetivo es ampliar la práctica en todos los ambientes del establecimiento.

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Sostenibilidad

La empresa se propuso implementar la agricultura regenerativa en la totalidad de su superficie en un plazo de tres a cinco años. A través de este enfoque, buscan responder a las crecientes demandas de las nuevas generaciones y de la población urbana en relación con el cuidado del ambiente.

También evalúan incorporar bonos de carbono. Mientras tanto, desde hace cuatro años certifican algunos campos y sus cultivos de soja y maíz bajo normas de calidad RTRS, de origen holandés, que avalan prácticas de producción sustentable, normas de seguridad e higiene del personal y de las instalaciones del campo. Esta certificación les permite acceder a un valor diferencial por sus granos. “Ya comercializamos soja con ese plus de precio, que hace dos o tres años era de solo dos o tres dólares por tonelada, pero en la última campaña subió a 10 dólares”, señaló.

Además, midiendo la huella de carbono con el objetivo de ingresar a mercados diferenciados, principalmente en Europa, donde hay una creciente demanda de alimentos producidos con menor impacto ambiental y menores emisiones de carbono. En 2024, Lagos participó de un viaje a distintos países de Europa junto a los otros miembros de grupo CREA Carnerillo. En Holanda, Bélgica, Inglaterra e Irlanda, observaron un mayor desarrollo de la agricultura regenerativa y la creciente exigencia social por sistemas de producción más sustentables. “Vemos que esta tendencia seguirá en aumento y que el modelo convencional irán perdiendo mercado”, advirtió.

“Es necesario empezar a pensar la agricultura con foco en el mediano y largo plazo, con una economía estable y una baja de presión impositiva. Hay que poner mayor tiempo y dedicación en lo productivo y no financiero, y aplicar más agronomía en los campos. Debemos ir hacia un sistema agrícola más sustentable y con mayor cuidado del suelo y la biodiversidad, y no seguir haciendo una agricultura cortoplacista con el impacto ambiental y social para el futuro que eso implica”, concluyó.

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