"Este campo están implementando una estrategia eficaz de fertilización y recomposición de suelos. Los análisis muestran un alto contenido de fósforo proveniente del tambo, aunque no siempre está totalmente disponible para las plantas", señaló Martineau. Los excrementos de las vacas en los lotes, junto con los verdeos de invierno, los cultivos de gruesa y las pasturas, contribuyen a mantener elevados los niveles de fósforo en el suelo. Sin embargo, en muchos casos, este nutriente permanece retenido y no puede ser absorbido por los cultivos. "Si el fósforo se adhiere al suelo y seguimos fertilizando sin mejorar su disponibilidad, se sigue enriqueciendo el perfil, pero sin que el cultivo pueda aprovecharlo", agregó el asesor.
Para facilitar la absorción del fósforo por parte de las plantas, la empresa comenzó a fertilizar con yeso. "Aplicando minerales como el calcio y azufre, logramos que el fósforo se libere y pueda ser aprovechado por los cultivos. Además, bajamos el pH a valores favorables", afirmó, y destacó que el plan de fertilización va más allá del área de tambo y se extiende al resto del campo, para las actividades de ganadería y agricultura, aunque los valores de nutrientes son muy distintos en cada caso.
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Planteos productivos
Los lotes agrícolas del tambo están ubicados entre las localidades de Arenaza y Roberts, en suelos con una topografía extensa y un tapto (capa arcillosa) a unos 40 cm de profundidad. Esta estructura limita el desarrollo radicular y la infiltración del agua.
Las áreas de mayor productividad se encuentran en los terrenos más elevados, donde el tapto se ubica a mayor profundidad. En contraste, los lotes de menor potencial están en zonas bajas y propensas al encharcamiento. "Algunos lotes no son aptos para la agricultura debido a su alta salinidad, donde solo crece pelo de chancho. Otros, en cambio, permiten la siembra de pasturas de festuca, lotus y agropiro", explicó.
Los lotes con campo natural o especies de baja productividad se destinan a la cría. En los lotes agrícolas, se realizan verdeos de invierno para la actividad de recría, por ejemplo, antes de la siembra de soja. "La rotación varía cada año, en función de los márgenes, el estado de humedad de suelos y los pronósticos del clima. En las últimas campañas secas, se redujo el área destinada al trigo y aumentó la siembra de verdeos que pueden utilizarse para pastoreo o no y actuar como cultivo de servicio", indicó.
En los lotes ganaderos destinados a la cría o la recría, el menor riesgo de encharcamiento en los años secos también permitió mejorar la calidad del suelo. "Durante este tiempo se incorporó sorgo granífero para renta agrícola, que deja un buen volumen de rastrojo, así como maíces ganaderos para eliminar especies naturales y avanzar hacia cultivos más productivos, como pasturas o incluso agrícolas, según la viabilidad del lote", detalló el asesor.
Los lotes asignados al tambo son, en general, de mediano y alto potencial agrícola. Se siembra alfalfa o maíz destinado a silo con rindes de hasta 40 toneladas de materia verde por hectárea, según el año. La rotación típica en este área incluye dos campañas de maíz seguidas de tres años de pastura. Entre cada maíz, se intercala un verdeo de invierno. "Por ejemplo, en enero de 2025 se picó el maíz, y a finales de febrero se implanta la pastura, que permanecerá tres primaveras. En el verano de 2028, se eliminará la pastura y se sembrará un verdeo de invierno con raigrás o avena, según las condiciones climáticas", explicó Martineau. Esta rotación es flexible: si la pastura se mantiene en buen estado, puede extenderse un año más, reduciendo un ciclo de maíz.
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Manejo de suelos y fertilización
Los muestreos de suelo en los lotes del tambo La Eulalia revelaron una alta concentración de fósforo, un pH elevado y una buena cantidad de materia orgánica. En respuesta, la empresa desarrolló un protocolo de monitoreo y fertilización con un horizonte de mejora gradual a cinco años, con el objetivo de recomponer los valores nutricionales y optimizar la persistencia de las pasturas.
"Los análisis mostraron que el suelo está desequilibrado en minerales, con un exceso de sodio, magnesio y potasio. Para corregirlo, buscamos incorporar calcio, que desplaza el sodio y ayuda a bajar el pH. Cuando el pH supera 7,5, empieza a ser perjudicial para las pasturas y cualquier otro cultivo. Con esta estrategia, logramos que el fósforo comience a estar más disponible para las raíces", explicó.
El trabajo se centra en los primeros 20 cm del suelo, con análisis periódicos para evaluar la evolución de parámetros como materia orgánica, fósforo, pH, nitrógeno y azufre. "Hoy tenemos valores de fósforo que van de 6,5 a 33,9 partes por millón, lo cual es un rango muy amplio. La meta es estabilizarlo por encima de 25 ppm, asegurando que las plantas puedan absorberlo y usarlo eficientemente", detalló.
Otro de los desafíos detectados es la alta saturación de bases (>90%) y una Capacidad de Intercambio Catiónico (CIC) relativamente baja, de 12,5 meq . El CIC mide la capacidad del suelo para retener y liberar nutrientes esenciales como calcio, magnesio y potasio. "El sodio no es el mayor problema en estos suelos, pero sí tenemos mucho potasio y magnesio, lo que hace que el calcio quede desplazado. Y sin un buen nivel de calcio, la estructura del suelo se resiente y las raíces tienen más dificultades para aprovechar los nutrientes", añadió el asesor.
El protocolo de fertilización incluye la aplicación estratégica de yeso agrícola en dosis de 150 a 250 kg/ha, dependiendo del lote. El yeso tiene doble función: aporta calcio y ayuda a liberar el fósforo retenido en el suelo. Se combina con urea y superfosfato simple para reponer nitrógeno y fósforo según la demanda de las pasturas.
Uno de los aspectos clave del plan es que se está trabajando lote por lote, ajustando las dosis y la estrategia en función de cada ambiente. La idea no es salir a fertilizar de manera generalizada, sino hacer un trabajo quirúrgico, con muestras de suelo de forma georreferenciada.
Los primeros resultados ya se están evaluando en tres lotes sembrados con pasturas consociadas, donde se implantaron especies adaptadas a las condiciones del suelo, como alfalfa, festuca, tréboles y lotus. Por otra parte, como parte del plan de mejora, se están implantando 100 hectáreas de pastura por año en suelos de menor calidad y fertilizando con azufre 400 hectáreas anuales, para estabilizar su estructura y mejorar la disponibilidad de nutrientes.
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Expansión
El tambo opera bajo un sistema pastoril con suplementación y realiza dos ordeñes diarios. Las vacas son ordeñadas durante la madrugada y luego salen a pastorear por algunas horas en la parcela. Más tarde, se trasladan al corral, donde reciben un suplemento en los comederos. Por la tarde, se realiza el segundo ordeñe, tras el cual los animales vuelven a alimentarse en la parcela o el corral, según la época del año.
En el establecimiento, la mayor parte de las excretas se generan en la sala de ordeñe y en las parcelas de pastoreo, por ejemplo sobre la alfalfa. “Todavía no se está realizando un reparto de purines. Hay muchas herramientas y tecnologías para incorporar y se está avanzando en esa línea”, explicó Martineau. Según los análisis de suelo, estos purines si bien pueden ser utilizados para aportar nutrientes, no serían del todo aprovechados en los lotes cercanos al tambo, ya que presentan altos niveles de fósforo. La meta sería enriquecer los suelos más pobres que, por lo general, suelen ser los más lejanos al tambo.
La empresa comenzó a distribuir estiércol en los lotes de la sección agrícola/ganadera utilizando los residuos del feedlot, que alberga unas 3.300 cabezas por año, con 2.500 novillos y 800 vaquillonas. “Lo aplicamos sobre todo en los lotes más pobres, donde los niveles de fósforo están por debajo de 10 partes por millón, la idea es que con el correr de los años se aplique bosta en todos los lotes”, señaló el asesor.
El plan de mejora de los lotes, basado en estudios de suelo y fertilización, busca aumentar la productividad de las pasturas y de los cultivos anuales, como los verdeos y el maíz. “Si se logra una mayor productividad, habrá más alimento disponible, lo que permitiría incrementar el número de vacas en ordeñe o reducir la superficie asignada al tambo para destinar más hectáreas a cultivos de renta agrícola”, detalló.
El objetivo es potenciar la productividad de cultivos mejorando el margen bruto del tambo, la ganadería y la agricultura. “Hoy el tambo está bien posicionado porque el precio de la leche mejoró mucho. De hecho, la empresa está evaluando la posibilidad de expandirlo”, comentó Martineau.
El tambo es una parte central de la tradición productiva y forma parte de una estrategia de diversificación junto con la agricultura y la ganadería, que también mejoró. Poco a poco, están incorporando tecnología para optimizar la producción, como caravanas electrónicas y puertas arreadoras. En este momento, están enfocados en ampliar el rodeo e incluso analizan la posibilidad de abrir un nuevo tambo.
Para ilustrar el crecimiento que experimentó el establecimiento en las últimas décadas, Martineau subrayó que hoy cuenta con 740 vacantes en ordeñe y opera con 28 bajas, mientras que en 1997 contaba con 145 vacas y 12 bajadas. O sea que en 28 años, quintuplicó la cantidad de vacas.
Además de los planes de expansión, la firma planea hacer más eficiente el manejo de los lotes mejorando la ambientación del campo, agrupando zonas con características similares, con el objetivo detener la mejor rotación de cultivos y la fertilización específica según cada ambiente. “Estamos con una ambientación por macros (interlotes) y avanzando hacia una microambientación (intralote)”, concluyó.