Con una superficie inferior a la de la provincia de Jujuy, Países Bajos es el segundo exportador mundial de productos agroindustriales (por detrás de EE.UU.) y uno de los países más eficientes en lo que respecta a producción de leche.
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SUSCRIBITECon una superficie inferior a la de la provincia de Jujuy, Países Bajos es el segundo exportador mundial de productos agroindustriales (por detrás de EE.UU.) y uno de los países más eficientes en lo que respecta a producción de leche.
Sin embargo, la actividad agropecuaria en general y tambera en particular está atravesando un desafío importante ante nuevas regulaciones gubernamentales, una de las cuales contempla la reducción para 2030 de un 40% de las emisiones de óxido nitroso (uno de los gases de efecto invernadero) derivadas fundamentalmente de la fertilización nitrogenada y los desechos animales.
Esas políticas desataron una serie de protestas –que siguen hasta el presente–, las cuales promovieron la creación del Movimiento de Productores y Ciudadanos (BoerBurgerBeweging o por sus siglas BBB), que se presentó este año a las elecciones legislativas para resultar victorioso al obtener 17 senadores, mientras que el partido oficialista logró apenas 10 senadores y perdió así la mayoría en el Senado.
Para observar de primera mano qué está ocurriendo en Países Bajos –popularmente conocido como Holanda, aunque ese nombre corresponde sólo a una región del país–, los integrantes del CREA 9 de Julio viajaron recientemente hacia allá.
Una de las visitas realizadas correspondió a un tambo típico de Países Bajos, “Nescio Farm”, en el cual trabajan Ad Van den Berg, su esposa Greta y uno de sus hijos. En 1992 instalaron el primer robot de ordeñe del mundo. Actualmente cuentan con un rodeo de 185 vacas en ordeñe en una superficie de 96 hectáreas, en las cuales producen alrededor de 9300 litros/año.
La dieta se conforma en gran parte a base de raigrás, el cual es suministrado como forraje fresco cortado y ensilado (generan unos 10.000 kilos de materia seca por hectárea en cinco cortes), algo de silo de maíz y pastoreo directo según las condiciones climáticas y época del año, además de concentrado a modo de complemento.
“La perennidad de la base forrajera es una de las grandes fortalezas de la lechería holandesa al disponer de un clima que les permite sembrar un raigrás perenne y tenerlo unos diez años con volúmenes de producción muy elevados; pastorean durante el período estival, mientras que en los meses restantes las vacas permanecen en un galpón”, explica Marcos Peluffo, presidente del CREA 9 de Julio (región Oeste).
“Si bien las condiciones ambientales presentes allá no son replicables a las presentes en la zona pampeana, es mucho más lo que podemos hacer aquí para intensificar la producción y el consumo de pasto en nuestros sistemas lecheros”, añade.
“Nescio Farm” accede a un plus en el precio de alrededor de 5 centavos de euro adicionales por litro de leche al cumplir con determinadas pautas establecidas por la industria, entre las cuales se incluyen la producción propia de energía renovable (solar y eólica) y pastorear al menos 120 días al año.
El precio de leche que están cobrando actualmente está en torno a los 0,43 euro/kg con una composición de 3,5% de proteína y 4,4% de grasa. Se trata de un valor equivalente al costo de producción, con lo cual los tamberos esperan que próximamente se recompongan los precios de venta.
Además de robots de ordeñe, el establecimiento cuenta con un mixer automatizado y dispositivos recolectores de bosta y arrimadores de comida. “Todos los tambos, más allá de su escala productiva, tienen un nivel de equipamiento y tecnología que es envidiable para nosotros y eso se logra gracias a la posibilidad de acceder a créditos de muy largo plazo con tasas de interés muy atractivas”, comenta Marcos
Para intentar adaptarse a las nuevas exigencias normativas en materia de impacto ambiental, la última incorporación tecnológica consistió en un dispositivo que permite, por medio de una “parrilla” implementada en los galpones, separar la bosta de la orina para evitar la formación de amoníaco en el suelo. Mientras que la orina fluye por canales hacia un depósito cerrado, los residuos sólidos son recolectados por un robot para luego derivarlos a un sector específico para los mismos.
Los gases generados por los purines son succionados para trasladarlos hacia un dispositivo que, por medio de un filtro que contiene una solución ácida, transforma el amoníaco en fertilizante nitrogenado, fosfatado y potásico. La extracción de los gases del estiércol de los pozos hace más respirable el aire en el galpón, además de mejorar la limpieza del mismo con el robot que barre de manera automatizada los sólidos.
A partir del uso de ese equipo, los productores lecheros lograron reducir en un 77% las emisiones de amoníaco, además de reducir el uso de fertilizantes de síntesis química, dado que buena parte de los mismos fueron reemplazados por los biofertilizantes elaborados a partir de los purines vacunos.
También visitaron el tambo de la familia Oostdam, que en 2008 incorporó dos robots para ordeñar a unos 130 vacas. Esta empresa el año pasado había adquirido 45 hectáreas de un campo vecino, las cuales fueron compradas por un valor de 70.000 euros/ha con un crédito de diez años de plazo.
En este tambo con vacas Holstein colorado (cruza con sueca roja y Montbeliarde) y con una producción promedio anual de 30 litros diarios por vaca en ordeñe, la mayor parte de las tareas son realizadas por el matrimonio y uno de sus hijos; incluso la inseminación. El padre, Jorden, dedica al tambo cuatro días a la semana, mientras que el resto de la jornada laboral la destina a trabajar como agente inmobiliario en la región.
Los raigrases producen aproximadamente 12 toneladas/ha en seis cortes anuales y son complementados con silo de maíz (que es comprado a un costo actual de 75 a 80 centavos de euro por kilogramo de materia verde) y grano de cebada.
Preocupados por la imagen pública del sector, junto con las crecientes regulaciones ambientales que se están implementando en Países Bajos, los Oostdam incorporaron un equipo que pasteuriza, procesa y embotella la leche generada en el tambo para poder así comercializarla de manera directa en la comunidad.
El equipo, además de leche con diferentes niveles de tenor proteico y graso, genera crema y permite también elaborar yogur (para lo cual es necesario, obviamente, adquirir un compuesto con las bacterias específicas necesarias para fabricar el producto).
Están procesando el 45% de la propia producción de leche, mientras que el 55% se sigue entregando a la cooperativa láctea local. A fines del año pasado, con un valor de la leche de 60 centavos de euro por litro, la inversión realizada no resultaba favorable. Sin embargo, con el valor actual de 43 centavos, la venta propia de lácteos se tornó favorable económicamente. Los Oostdam, por supuesto, tuvieron que aprender a gestionar cuestiones comerciales y financieras del negocio, además de dedicar tiempo adicional para la logística y entrega de la leche y el yogur en supermercados de la región; la crema se destina a empresas alimentarias (como heladerías).
El propósito de la inversión, además de avanzar sobre la cadena de valor, es que la comunidad perciba a la empresa como generadora de alimentos saludables y no solamente como una empresa agropecuaria; por otra parte, el hecho de disponer de alimentos elaborados en la proximidad es un valor importante para un sector de los consumidores europeos preocupados por la huella de carbono.
Los integrantes del CREA 9 de Julio visitaron la unidad de Investigación y Desarrollo de la cooperativa láctea FrieslandCampina, una de las mayores compañías del sector a nivel global con operaciones en 38 países, 22.715 empleados y una facturación de 14.076 millones de euros en 2022.
En la empresa pudieron observar que uno de los focos centrales es la medición constante de indicadores ambientales de cada una de las empresas lecheras que integran la cooperativa.
La producción lechera cuenta con límites regulatorios ambientales en lo que respecta a la producción de amonio, los cuales, en caso de ser superados, generan la obligación de pago de importantes multas económicas. Todas las empresas socias completan una planilla con una serie de datos necesarios para calcular la huella de carbono, en la cual se pone el foco en la incorporación de prácticas sostenibles, tales como sistemas diseñados para la recuperación de desechos, minimizar la labranza del suelo, generar energía renovable y comprar insumos a proveedores locales.
Adicionalmente, en el marco de un programa especial (Foqus planet), los productores lecheros socios reciben primas de precios en función del cumplimiento de ciertos parámetros por cumplir en huella de carbono, biodiversidad (para lo cual crearon un programa específico de monitoreo con la oficina local de World Wide Fund for Nature y Rabobank), bienestar animal, calidad higiénico sanitaria de la leche, compra de insumos a proveedores certificados y pastoreo mínimo anual de 120 días (esto último para promover una práctica natural en la actividad).
También visitaron el centro universitario Wageningen Dairy Campus, en el cual se propicia la interacción entre entidades agropecuarias, instituciones educativas, empresas, emprendedores y científicos con el propósito de desarrollar soluciones innovadoras a problemas presentes en el sector lechero.
“Pudimos observar que trabajan fluidamente en conjunto el Estado, con la industria y la investigación; existe una cooperación natural entre el sector público y el privado”, comenta Marcos.
Entre las diferentes líneas de investigación que están desarrollando se encuentra el uso de algas en las dietas con el propósito de reducir las emisiones de metano (gas de efecto invernadero) generadas por la fermentación entérica en bovinos y la selección genética de ejemplares que muestren una menor emisión de metano.
“Las cooperativas en Países Bajos son muy sólidas. La cadena comercial es muy sana. El gobierno ayuda con créditos de largo plazo a tasas de interés muy bajas. La red vial es impecable. Los servicios funcionan. En definitiva: está todo preparado para que los empresarios lecheros destinen la mayor parte de su tiempo en pensar cómo producir más y mejor”, resumió Marcos.