El panorama de la ganadería argentina ha experimentado un cambio estructural profundo. El mercado, anteriormente intervenido, ha ingresado en una etapa de desregulación en la cual los precios del novillo se determinan en función de la oferta y la demanda.
“Este nuevo escenario marca un antes y un después para el productor ganadero, que ahora opera en un contexto de mayor libertad y previsibilidad”, comentó Diego Ponti, analista ganadero de la consultora AZ Group, durante una charla ofrecida en la última jornada técnica organizada por la región CREA Sudoeste en Benito Juárez.
Normalización del mercado: estos son los beneficios para la ganadería
La normalización del mercado ganadero ha traído beneficios tangibles para el empresario pecuario. Al eliminarse las distorsiones provocadas por controles de precios o cupos de exportación, el valor de la hacienda refleja con mayor precisión las condiciones del mercado. “Este fenómeno permite que los precios escalen según las necesidades reales del sector, sin la intervención de factores artificiales que históricamente truncaron el crecimiento del negocio ganadero”, comentó el especialista.
En el plano macroeconómico, la estabilidad cambiaria lograda en la gestión de Milei ha generado un contexto más previsible. El tipo de cambio se ha mantenido en las bandas establecidas y la inflación muestra signos de desaceleración. Eso, junto con una recuperación del consumo interno de carne bovina, consolida una base firme para proyectar negocios a mediano y largo plazo en el sector ganadero.
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Uno de los factores que contribuyen a la firmeza de los precios es la reducción del stock bovino por segundo año consecutivo. Pese a que aún no se ingresa plenamente en una fase de retención, la menor oferta de hacienda refuerza la firmeza de los valores actuales.
“Además, gracias a un panorama climático más favorable y buenas relaciones insumo/producto, el productor ya no se ve obligado a liquidar animales rápidamente, lo que favorece la toma de decisiones estratégicas”, remarcó.
A eso se suma la competitividad de los costos de producción. Desde el pasto hasta el grano, los insumos necesarios para sumar kilos a campo presentan costos competitivos en términos históricos. “Eso genera una situación favorable, donde el productor tiene incentivos para engordar y aumentar el peso de sus animales”, explicó.
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Las altas tasas de interés en pesos –un subproducto de la política macroeconómica– contribuyen a contener la posibilidad de la expansión de la actividad ganadera, lo que refuerza el ciclo alcista de precios.
Sin embargo, la valorización del ternero representa un desafío. Para los productores que deben comprar terneros, los precios actuales representan un costo elevado. “Esa valorización no responde tanto a una caída en la oferta, sino a una mayor competencia en el mercado y a costos bajos de engorde, que hacen atractivo mantener los animales en el campo por más tiempo, lo que impulsa una tendencia alcista sostenida”, apuntó Diego.
En cuanto a los novillos, la recuperación relativa de los valores también es importante, aunque va un poco por detrás de la suba experimentadas por los terneros/as.
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“La mejora del valor de la hacienda en dólares posiciona a la ganadería como una actividad con gran capacidad de compra en insumos, reforzando su solidez económica en un contexto donde otras actividades agropecuarias enfrentan márgenes más ajustados”, resaltó.
El caso que menos se beneficia con la tendencia alcista: ¿cuál es?
No obstante, no todo es color de rosa. Los costos estructurales –como el mantenimiento de instalaciones, personal y transporte– siguen de cerca los aumentos de precios de la hacienda, lo que obliga al productor a ser muy eficiente y buscar constantemente formas de licuarlos, ya sea con escala productiva, mejoras organizacionales o innovaciones tecnológicas.
En ese marco, los modelos de recría, tanto corta como larga, muestran números positivos. Pero no es el caso del feedlot, que atraviesa una situación más compleja.
“La brecha entre el precio del ternero de reposición y el valor de venta del novillo o novillito comenzó a afectar negativamente la rentabilidad. Los márgenes del engorde a corral se han estrechado peligrosamente, especialmente si se considera que podría haber una mayor oferta en los próximos meses sin una demanda interna que crezca al mismo ritmo”, alertó el consultor.
El proceso de apreciación real del tipo de cambio, por otra parte, compromete la competitividad del sector exportador, aunque esa dinámica desfavorable se encuentra parcialmente morigerada por una recuperación de los precios de exportación. Vale recordar además que las ventas externas de carne vacuna están gravadas con un derecho de exportación del 6,7%.
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“La mayoría de fundamentos indica que los precios de la hacienda llegaron para quedarse, más allá de las variabilidades puntuales que pueden llegar a registrar por factores estacionales”, resume Diego.