En el primer tramo de 2023 la disponibilidad de maíz temprano se verá muy limitada y es muy probable que los precios del cereal en el mercado de consumo interno reflejen esa escasez hasta el ingreso –hacia mediados de año– de las partidas de maíz tardío.
En ese contexto, resulta indispensable usar la creatividad y buscar alternativas viables para reemplazar al maíz sin que eso afecte la productividad ni, en lo posible, los números del negocio.
“El reemplazo ideal para dietas de terminación es la burlanda de maíz, que tiene una calidad superior en varios aspectos, aunque se trata de un producto oneroso”, explica Juan Pablo Russi, consultor y empresario agropecuario integrante del CREA Gral. Villegas (región Oeste).
En zonas muy afectadas por la sequía que se hayan quedado sin reservas de maíz y tampoco puedan acceder al mismo en el barrio a un precio razonable es factible emplear cebada partida con afrechillo de trigo.
“Otra alternativa es utilizar cascarilla de soja, en una proporción de hasta un 15%, complementada con pellet de girasol de alta proteína, de manera tal de reducir la participación del maíz en la ración”, comenta Juan Pablo.
En aquellos casos en los cuales se disponga de trigo que no logró alcanzar el estándar comercial mínimo (como un peso hectolítrico inferior a los 73 kg/hl), es posible emplearlo también en la confección de dietas de terminación en una proporción de hasta el 15% (cuadro 1).
Cuadro 1. Esquema orientativo para diseñar raciones en dietas de terminación de bovinos según proporción porcentual de materia seca de diferentes alternativas.
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“Los subproductos como el afrechillo o la cascarilla suelen tener una calidad predecible y bastante homogénea, mientras que a los granos es conveniente analizarlos para poder determinar qué proporción de energía y proteína, entre otros factores, pueden aportar a la dieta”, remarca Juan Pablo, quien es propietario de la firma de tecnología en nutrición animal Rusitec S.A.
En lo que respecta a las dietas de recría, es factible reemplazar al maíz con un silo de maíz de buena calidad complementado con pellet de girasol.
“En los sistemas lecheros la cuestión se torna más compleja porque, debido al impacto de la sequía, muchos consumieron de manera temprana las reservas de silo de maíz y no es sencillo gestionar la alimentación de las vacas sin ese recurso clave”, apunta el especialista.
A modo orientativo, los insumos de alimentación que se utilizan en dietas de vacas lecheras se pueden dividir en cinco grupos. “Cualquiera de los silajes energéticos, por ejemplo, puede ser reemplazado por otro, porque desempeñan una función similar dentro del rumen. Por supuesto, cuando se intercambian es necesario ajustar la dieta e incrementar la participación de otros subproductos, de manera tal que la energía y la proteína final sean las deseadas”, explica Juan Pablo.
“Al confeccionar una ración, los alimentos de un mismo grupo pueden intercambiarse; no ocurre lo mismo entre los alimentos que pertenecen a grupos diferentes, dado que, por más que químicamente puedan resultar similares en algunos casos, se degradan en el rumen de manera distinta, por lo tanto, no son equivalentes en términos nutricionales”, agrega.
Así que, en la presente campaña, para afrontar el problema de la falta de silo de maíz, una alternativa consistió en adquirir megafardos o rollos de alfalfa, complementados con gluten feed o burlanda de maíz, de manera tal de buscar un “puente” viable hasta la producción del próximo silo de maíz. “Otra posibilidad que se recomendó es emplear los rastrojos de cebada o trigo para confeccionar rollos, con el propósito de asegurar una adecuada provisión de fibra a los planteles de vacas de tambos y sobre todo para las recrías.”, señala.
Las proyecciones indican que en la presente campaña 2022/23 alrededor del 75% de la oferta total de maíz corresponderá al cereal de siembras tardías, con lo cual en el segundo semestre de este año la provisión de ese recurso crítico debería –en caso de no haber ninguna sorpresa– estar asegurada.