El pasado 2 de abril el presidente de EE.UU. Donald Trump anunció una serie de medidas proteccionistas ("guerra comercial") que incluyeron la imposición de aranceles a 185 de sus socios comerciales. Este giro en la política económica comercial de EE.UU. no sólo afectó a los países involucrados, sino que también desató una reacción inmediata en los mercados globales.
La medida impuesta por Trump –que fue reformulada el 9 de abril– tiene como objetivo principal proteger industrias clave dentro de los EE.UU., como la automotriz y la construcción, entre otros sectores.
Así impacta la guerra comercial en la economía argentina
En la Argentina el impacto del arancel aplicado del 10% no sólo se ha sentido en la reducción de las exportaciones, sino también en la presión inflacionaria y en la incertidumbre económica generalizada.
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Argentina, como parte de los 185 países a los que se les aplican aranceles, ha visto un impacto directo en tres sectores clave: la agroindustria, la industria metalúrgica y la automotriz.
Así afectan los aranceles de Trump a la agroindustria argentina
“La agroindustria, en particular, se ha visto afectada por la reducción de la demanda estadounidense de productos como carne, vino, pescados y lácteos, productos que tradicionalmente tienen un mercado importante en ese país”, explicó Laura María Valle, contadora pública especializada en impuestos y docente de la Universidad de Buenos Aires, durante una charla ofrecida en la última reunión del área de Lechería de CREA.
La reducción de las exportaciones, como consecuencia de los aranceles, ha generado una presión considerable sobre la balanza comercial de Argentina. Este fenómeno se traduce en una reducción de las reservas internacionales y en una presión creciente sobre la política cambiaria del país.
Además, el desvío del comercio es otro de los efectos inmediatos que se observan, con importadores estadounidenses buscando proveedores en otros países que no se vean tan gravemente afectados por los nuevos aranceles. “Esto podría tener efectos negativos sobre las exportaciones argentinas, que se enfrentarían a la competencia de países con menores aranceles o acuerdos comerciales más favorables con Estados Unidos”, indicó la especialista.
“Argentina, como exportador de lácteos, ha visto cómo el desvío de comercio afecta sus ventas a mercados clave como EE.UU. Los aranceles más altos aplicados a los principales exportadores de lácteos, como la Unión Europea y Nueva Zelanda, pueden generar una sobreoferta en el mercado global, lo que a su vez podría presionar a la baja los precios”, alertó.
La incertidumbre global también ha reducido la demanda de productos lácteos, lo que complica aún más la situación de los productores argentinos. Además, la suba de los costos de los insumos importados, como maquinaria y tecnología para la producción láctea, también impacta negativamente en el costo final de los productos.
Ante este panorama incierto, Valle propuso varias estrategias para mitigar los efectos negativos de la política arancelaria de Trump. Una de las principales recomendaciones es la diversificación de mercados. Otra estrategia clave es mejorar la competitividad mediante la inversión en tecnología y procesos de control de calidad.
Valle también subraya la importancia de continuar con las negociaciones diplomáticas bilaterales, tanto con EE.UU. como con otros países de interés para la Argentina.
También mencionó el potencial de fortalecer los lazos comerciales dentro del Mercosur. A pesar de que el presidente argentino Javier Milei ha puesto en duda la utilidad de Mercosur para negociar con EE.UU., Valle señaló que fortalecer al bloque podría ser una salida viable para contrarrestar el impacto de los aranceles.
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La política arancelaria de Trump ha generado una gran incertidumbre en los mercados globales, y Argentina no ha sido ajena a este fenómeno. Sin embargo, el escenario también presenta oportunidades para aquellos que sepan adaptarse.
La clave será encontrar maneras de aumentar la competitividad, no solo a nivel de costos, sino también en términos de calidad y diferenciación de productos. Si bien los desafíos son enormes, Argentina tiene el potencial de salir fortalecida.