Los abogados Esteban y Fernanda, socios en un estudio jurídico y sin tradición familiar en el agro, comenzaron veinticinco años atrás a ahorrar en hacienda a partir de los consejos aportados por un médico veterinario que, posteriormente, se transformó en socio al comprar juntos un campo en Formosa.
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Esteban Isoardi y Fernanda Yrazola
Del derecho a la red CREA
Así, lo que comenzó como una inversión se convirtió con los años en un proyecto de vida que involucró a toda su familia y que se consolidó luego de pasar a formar parte de la red CREA.
“Los primeros kilómetros del viaje hacia Formosa voy hablando de cuestiones relativas a la abogacía, pero después ya entro a relajarme para pensar y conversar sobre temas propios de la empresa agropecuaria”, comenta.
“Tenemos cuatro hijos, el menor de los cuales está estudiando agronomía, y todos estamos muy entusiasmados con la empresa porque, luego de mucho esfuerzo e inversión, contamos con un campo de cría y recría muy bien desarrollado que está en proceso de intensificación para poder alcanzar el ciclo completo”, añade.
La metodología CREA resultó de gran ayuda para optimizar la gestión de la empresa, dado que les permitió estar en contacto con otros productores que enfrentan problemáticas similares y así aprender de sus éxitos y errores.
“El CREA requiere compromiso y tenemos que acomodar nuestras agendas con las tareas del estudio jurídico, pero es un ámbito en el cual podemos sentirnos acompañados al momento de tomar decisiones”, explica.
Los intercambios, facilitados por el asesor del grupo Marcelo Barboza, son especialmente valiosos en una región caracterizada por enormes desafíos en cuanto a clima, modelos productivos y tecnologías. “El CREA seguramente es importante en todo el país, pero lo es mucho más en zonas como Formosa en las cuales aún queda mucho por conocer y desarrollar”.
La base forrajera del modelo productivo está compuesta por Gatton panic. “También hemos obtenidos excelentes resultados con las brachiarias Ruziziensis, Brizantha Marandú y el híbrido Mulato II; el año pasado comenzamos a sembrar también alfalfa”.
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La base genética del rodeo es Brangus
Además incursionaron en agricultura –produciendo trigo, soja y maíz y sorgo doble propósito– no sólo para incrementar la oferta de recursos forrajeros, sino también para ordenar lotes antes de pasarlos a pasturas y diversificar las fuentes de ingresos.
Por medio de un crédito, construyeron un encierre –no un feedlot– para poder proveer raciones durante los períodos del año con lluvias escasas, así como también durante las campañas caracterizadas por déficits hídricos. “Además de maíz, cosechamos pasto para confeccionar rollos y poder pasar el invierno”.
El equipo de trabajo –integrado por jóvenes formoseños– es un factor clave para poder consolidar la empresa y gestionarla desde la distancia. “Representa una satisfacción muy grande verlos progresar junto con el desarrollo de la empresa; todos compartimos la pasión por la actividad agropecuaria”.
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El equipo de trabajo está conformado por Arturo Monasterio (encargado), Néstor y Manuel Monasterio, Abraham Carlerma, Esteban Romero y José Ramírez.
El encargado, Arturo Monasterio, es asistido por dos asesores externos formoseños –una médica veterinaria y un ingeniero agrónomo– que se mantienen en contacto permanente a través de grupos de mensajería.
El agua, un gran desafío
Un desafío recurrente en Formosa es la gestión del agua. A diferencia de otras zonas productivas, donde el agua subterránea es fácil acceso, en gran parte de la provincia las napas son superficiales y tienen la tendencia a salarse si se extraen en exceso. Por esta razón, además de realizar numerosas perforaciones que se emplean racionalmente, implementaron un sistema de represas para cosechar agua en los períodos más lluviosos.
El manejo adecuado del agua es una prioridad ya que sin acceso suficiente al recurso el proyecto ganadero no sería sostenible. A lo largo de los años, el matrimonio aprendió a gestionar el agua de manera eficiente, invirtiendo constantemente en infraestructura para asegurar que la hacienda siempre tenga acceso al agua incluso en los años de sequía.
“En Formosa es indispensable usar tanto el agua de abajo como la de arriba y entre ambas debe buscarse un equilibrio para lograr cuidar la calidad de las napas freáticas; estos desafíos se incrementan en las años secos donde las represas se secan. Por eso, nunca podemos dejar de invertir en infraestructura para gestionar el recurso hídrico”, apunta Esteban.
“Un agrónomo amigo de La Carlota, que nos enseñó mucho sobre la actividad, nos decía que las sequías las provocamos nosotros y no entendíamos inicialmente a qué se refería. Hoy sabemos que cada milímetro que cae en el campo tiene que ser aprovechado, ya sea por las pasturas o almacenado en las represas”, remarca.
Si bien en el promedio el régimen pluviométrico parece adecuado con una media histórica anual superior a los 1000 milímetros, las enormes variaciones intraestacionales y entre campañas, además de las elevadísimas temperaturas estivales, hacen que la gestión hídrica no pueda hacerse de manera improvisada: debe ser planificada y ejecutada con profesionalidad.
“Una ola de calor sin lluvias puede quemar cultivos y pasturas, razón por la cual la integración de actividades, la gestión hídrica y la planificación son esenciales para poder llevar adelante un planteo ganadero de manera eficiente”, relata el empresario cordobés.
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Arturo Monasterio, encargado del campo, en un lote de maíz.
Cosechar agua y pasto
“Los campos son extraordinarios durante los períodos de lluvias porque la producción de pasto explota y es ahí cuando tenemos que aprovechar para cosecharlo y poder afrontar los períodos de escasez. En definitiva, la meta es cosechar tanto agua como pasto cuando se pueda”, agrega.
La zona permite lograr dos cosechas de granos gruesos por año –con siembras en agosto y luego en febrero–, pero los rendimientos logrados son muy erráticos por la enorme amplitud térmica y la variabilidad que registra el régimen de lluvias. En ese sentido, la integración de la agricultura con ganadería es un aspecto clave para poder aprovechar los cultivos fallidos por factores climáticos o biológicos.
La base genética del rodeo es Brangus, aunque en algún momento también incorporaron sangre Bonsmara, un biotipo más rústico, a medida que iban colonizando lotes más complicados. “Inseminamos todos los años las terneras de reposición con genética Brangus muy bien adaptada a las condiciones de la región”
Esteban se encarga de la comercialización de la hacienda, la cual se realiza por medio de consignatarias locales. “En el último año, por la sequía, enviamos animales para capitalizar en la provincia de Corrientes y ahí abrimos otro canal de comercialización”.
A lo largo de estos años, la empresa de la familia Isoardi ha demostrado que es posible hacer de la ganadería una actividad sostenible y rentable en una zona desafiante como Formosa. Con un enfoque centrado en la intensificación, la mejora constante de los lotes y el manejo adecuado del agua, lograron consolidar una empresa sólida con gran potencial de crecimiento que contribuye al desarrollo provincial.