24 de marzo de 2024 en Buenos Aires

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El valor de la producción orgánica

La familia Sigstad, integrante del CREA Yungas, produce en forma orgánica y comercializa cítricos, palta y caña de azúcar en el sur de Tucumán.

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Por Luz Urruspuru

Descendientes de familias productoras, Claudia Jalil y Juan Sigstad llegaron casi naturalmente al mundo de los cítricos. Pero lo hicieron con un agregado de valor, o, para ser más precisos, con dos: además de sumar otros productos, decidieron avanzar en la cadena productiva con el acondicionamiento y empaque de fruta de producción orgánica fresca, que hoy comercializan en el mercado interno y de exportación bajo la denominación Biotuc.

Para conocer más acerca de este interesante grupo empresarial de La Cocha, Tucumán, miembro del CREA Yungas, conversamos con Carolina Sigstad, encargada de Compras y Marketing de la firma.

El grupo empresario

“Ellos fueron los artífices”, asegura Carolina, la menor de las tres hijas del matrimonio, al hablar de sus padres. Y se remonta al año 1989, cuando dieron sus primeros pasos, aún con las firmas Juan Sigstad y Juan Sigstad S.R.L., la primera orientada a producir granos y pollos, y la segunda, a comercializar mercadería de terceros, fundamentalmente cítricos que compraban a sus abuelos.

Fue bajo esta última que realizaron su primera venta a Rusia. “Quien exportó por primera vez fue mamá. El primer embarque de limones fue de tan sólo 1800 cajas, como para ver de qué se trataba”, recuerda.

En 1998 la firma Juan Sigstad pasó a producir su propia fruta, que sería comercializada por la exportadora del grupo. “Papá era el gerente de la empresa productora y mamá desempeñaba la misma función en la firma comercializadora; los dos empezaron de cero y lograron darle forma a lo que es el grupo en la actualidad. Ellos fueron los pilares de este proceso”, enfatiza.

Tres décadas después, Juan Sigstad es la empresa que genera toda la producción orgánica de cítricos, palta y caña de azúcar, mientras que Biotuc (ex Juan Sigstad S.R.L.) es la sociedad propietaria de las cámaras de frío, que tiene a su cargo el empaque y la comercialización en el mercado interno y externo. “Decidimos cambiar la denominación porque generaba confusión. Además, este cambio permitió darle impulso a una nueva identidad de marca y de empresa”, aclara Carolina.

A todo o nada

¿Qué los motivó a volcarse a la producción orgánica? Los Sigstad advirtieron la aparición de un consumidor consciente y exigente respecto de las prácticas de producción de los alimentos, y eso los llevó a replantear su esquema productivo.

“En Europa y EE.UU. -nuestros principales consumidores- el cliente busca especialmente productos orgánicos; sin embargo, esto no ocurre tanto a nivel local o en los países menos desarrollados. No hay todavía una concientización acerca de las bondades de la producción orgánica, tanto en lo que refiere al consumo de esos productos como a sus efectos sobre el ambiente”. “En Europa y EE.UU. -nuestros principales consumidores- el cliente busca especialmente productos orgánicos; sin embargo, esto no ocurre tanto a nivel local o en los países menos desarrollados. No hay todavía una concientización acerca de las bondades de la producción orgánica, tanto en lo que refiere al consumo de esos productos como a sus efectos sobre el ambiente”.

Otro disparador fue su breve paso por el mundo del tabaco, actividad que llevaron a cabo hasta el año 2008 a través de otra sociedad. “El período que transcurrió desde fines de la década del 80 y comienzos de los 90 se caracterizó por el auge de las acciones contra el consumo de tabaco, dados los perjuicios que ocasionaba a la salud humana, y por ende, a los presupuestos de salud pública. Eso obligó a la industria a efectuar grandes inversiones para morigerar los daños derivados del consumo. En aquellos tiempos, Juan Sigstad se vio directamente involucrado en la situación, que lo llevó a conocer y a tomar conciencia de las consecuencias de la utilización de pesticidas como las nitrosaminas. Eso los condujo a pensar que el futuro de la alimentación pasaba por lograr una nutrición 100% saludable y que había que plantearse un cambio en la manera de producir” señala.

Juan fue el ideólogo de ese cambio. En aquel entonces, había muy poca investigación sobre el tema. “Ni en la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC) ni en el INTA tenían experiencia porque nadie producía de manera orgánica. Papá se puso a investigar, a buscar bibliografía para saber cómo se trabajaba en otras partes del mundo, y así se fue acercando a esta nueva manera de hacer las cosas”, relata.

El vuelco fue rotundo pero progresivo. Empezaron con la palta en el año 2009. Luego, en 2011 iniciaron el traspaso de la producción de cítricos: limón, naranja y mandarina. Finalmente, en 2016, en respuesta a la iniciativa de Arcor de industrializar y vender azúcar orgánica empezaron a producir caña de esas características.

En esos primeros años, los Sigstad debieron pagar por su falta de experiencia en el tema: el rinde cayó considerablemente. “Teníamos perfectamente claro cómo producir de manera convencional, pero eso nada tenía que ver con lo orgánico. Y todo ese proceso que implicó analizar cómo alimentar a la tierra para que ésta a su vez alimentara a la planta insumió varios años”, explica.

Tal evidencia provocó, recuerda divertida, algún que otro conflicto familiar. “Papá sostenía que no volvería a la producción convencional porque veía todos los efectos negativos que tenía, y se propuso que lo orgánico funcione. Pero mamá, por su lado, veía los resultados económicos, ya que Biotuc comercializaba sólo productos propios”.

No obstante, siguieron adelante. Sobre suelos Molisoles del pedemonte de la provincia de Tucumán realizan hoy 260 hectáreas de limón y 40 hectáreas de mandarina, naranja y palta orgánica. Por otra parte, hacen 270 hectáreas de caña de azúcar con manejo orgánico y 210 en forma convencional.

Certificación orgánica

La agricultura orgánica implica mucho más que la no utilización de agroquímicos u organismos genéticamente modificados. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés): “Se trata de un sistema de producción que procura utilizar al máximo los recursos del campo, dándole énfasis a la fertilidad del suelo y a la actividad biológica, al tiempo que minimiza el uso de recursos no renovables y suprime el empleo de fertilizantes y plaguicidas sintéticos para proteger la salud humana y el medio ambiente”.

“No se puede producir orgánico con la teoría de la nutrición química. Este sistema lo que hace es alimentar los suelos con compost y nutrientes esenciales para la vida de los microorganismos, cuya digestión será fuente de aminoácidos para las plantas. Sin embargo, no hay una fórmula única, porque cada suelo tiene sus propias necesidades. En nuestro caso, efectuamos diferentes tratamientos para cada lote de acuerdo con los análisis de suelo. Así, partiendo de suelos que no superaban los 2 x103 microorganismos rizosféricos, hoy el peor lote tiene 3x106. “Pasamos de 20.000 a 3 millones de unidades formadoras de colonias por gramo de suelo (UFC/gr), con máximos de 7,3 millones”, subraya. En definitiva, se trata de un sistema de producción basado en el manejo racional de los recursos naturales.

Requisitos para certificar orgánico

  • Un período de transición de dos a tres años en el cual se deben utilizar métodos de producción orgánicos.
  • Selección de semillas y materiales vegetales.
  • Método de mejoramiento de las plantas.
  • Mantenimiento de la fertilidad del suelo y el reciclaje de materias orgánicas.
  • Técnica de labranza.
  • Conservación del agua.
  • Control de enfermedades, malezas y plagas.

Una vez obtenida la certificación, se la debe renovar año a año. “Hay una serie de registros y procedimientos que se deben presentar. Las normas no sólo conciernen a la etapa productiva sino también a la instancia posterior de empaquetado. Por eso, poseen una línea para lo que es producción convencional –ya que le prestan servicio a terceros− y otra para lo que es orgánico. “Si una fruta orgánica circulara por donde pasó otra con determinados residuos, obviamente se contaminaría, por lo que manejan líneas separadas”, advierte.

Manejo sanitario

En el marco de un sistema orgánico, los microorganismos del suelo son complementados con otros específicos para el control de plagas y enfermedades. Lo que habitualmente se conoce como control biológico.

El control de plagas y enfermedades se establece siempre por competencia. Existen hongos que controlan a otros, por ejemplo Trichoderma sp. controla muy bien a Phitoftora; Beuveria controla bien a pulgones, trips, etcétera. Hoy hay muchas herramientas disponibles, por lo que cada año se ven mejoras ambientales y seguimos aprendiendo. Lo orgánico es muy dinámico, es vida continua. En lugar de producirse entropía (dispersión de energía) se genera sintropía (acumulación de energía)”, relata con entusiasmo Carolina.

“La cosecha de palta se realiza desde marzo hasta fines de mayo en el caso de la variedad Hass, y en el mes de junio en el caso de la Torres. En general, es menos susceptible al ataque de hongos y plagas, aunque sí lo es a enfermedades de raíz”. “La cosecha de palta se realiza desde marzo hasta fines de mayo en el caso de la variedad Hass, y en el mes de junio en el caso de la Torres. En general, es menos susceptible al ataque de hongos y plagas, aunque sí lo es a enfermedades de raíz”.

Dependiendo de la variedad, las naranjas se recolectan de mayo a septiembre, y la mandarina de junio a julio. “En estos casos, el manejo resulta más sencillo; el ciclo reproductivo comienza en primavera con una única floración, que se produce en agosto-septiembre, por lo que los tratamientos sobre esas frutas son más precisos”, detalla.

El limón, en cambio, tiene dos épocas de cosecha: de marzo a julio, momento en que se recolecta el 70% de la producción, y de septiembre a febrero. El de la temporada invernal es el de mayor calidad.

El limón tiene inflorescencias continuas; por lo general se producen tres floraciones al año, lo que complica el control de enfermedades por efecto del clima. Cuando se efectúa un manejo biológico, la humedad ambiente es un aspecto fundamental. La mayoría de los hongos o bacterias que se utilizan para el control de plagas y enfermedades necesitan humedades por encima del 60-65%, mientras que nosotros, durante la primavera, tenemos humedades muy bajas (20%), por lo que este tipo de tratamientos no resulta muy efectivo”, señala.

En este sentido, contra lo que podría suponerse, la caña de azúcar no presenta mayores problemas. Es difícil que barrenadores como Diatraea logren atravesar la membrana celular para instalarse dentro del tallo. “Esta es una observación que venimos realizando año tras año. La única explicación que encontramos es el buen equilibrio nutricional logrado en los momentos de brotación y macollaje. Además, los microorganismos rizosféricos generan una buena simbiosis con la raíz de la caña, ya que ésta produce energía, por lo tanto, se da una buena adaptación y fijación de nitrógeno”, enfatiza Carolina.

Para combatir las malezas, el manejo orgánico exige un control de tipo mecánico, lo que implica que la demanda de mano de obra sea elevada. “En la caña no es posible usar una máquina porque los surcos se encuentran muy próximos entre sí, entonces se requiere mucho personal”, explica.

La palta, si bien es considerada un cultivo intensivo, demanda menos mano de obra para esta labor, ya que la distancia entre surcos posibilita el ingreso de segadoras o cortadoras de césped.

Comercialización

Mientras que la caña de azúcar orgánica es entregada en su totalidad a Arcor, con quien mantienen un convenio, el resto de la fruta sigue diferentes caminos. La mayor parte del limón orgánico se destina al mercado interno, con excepción de algunos contenedores que son enviados a Canadá. “Es un mercado reducido, así que se exporta poco”.

Los Sigstad vienen solicitando a organismos como Senasa que se trabaje para poder llegar a Europa y EE.UU., destinos donde se encuentra la mayor parte de los consumidores de estos productos. “Lamentablemente, la falta de regulación nos impide acceder a estos mercados. Somos productores chicos, entonces quizás no despierte un gran interés, pero la demanda está”, asevera.

El limón orgánico, que permanece en el país como el resto de los cítricos y la palta, se dirige a supermercados y distribuidores de los grandes ejidos urbanos, fundamentalmente Buenos Aires y Mendoza. Este mercado no está demasiado desarrollado a nivel local. “En la mayor parte de las provincias, el producto orgánico todavía no es muy conocido, por lo que es poco habitual encontrarlo en los supermercados de, por ejemplo, Tucumán o del norte del país”, señala.

Los cítricos que se descartan por una cuestión estética, se venden a la industria para obtener jugo orgánico. El empaque se realiza en función del modo en que cada punto de venta haya desarrollado su presentación. Carrefour, el primer supermercado con el que comenzaron a trabajar, por ejemplo, posee góndolas exclusivas para productos orgánicos, de modo que la mercadería es enviada en cajas. Lo mismo ocurre con otras cadenas. “Pero también hay supermercados como Coto, que llevan la fruta en rejillas más chicas, de menos kilos, porque es el tipo de desarrollo que ellos están promoviendo”, indica Carolina.

Balance

A 12 años de la transformación y con un sistema ya estabilizado, para los Sigstad no hay vuelta atrás en el camino emprendido. Además de los logros productivos, ya se ven sus frutos a nivel económico. “Si bien el rinde final en toneladas es un poco menor, la producción orgánica tiene costos inferiores por el hecho de no demandar la aplicación de agroquímicos, que son realmente onerosos”, subraya la menor de las hermanas.

Otra ventaja en la ecuación es el sobreprecio que reciben de parte de supermercados y distribuidores por tratarse de fruta producida bajo los estándares de lo orgánico. Carolina estima que este diferencial ronda el 30-40%. “Finalmente, en la comparativa de márgenes brutos nos terminamos acercando a la producción convencional. Esto no quiere decir que quién produce en forma orgánica gane más, pero tampoco hay una pérdida”, puntúa.

A futuro, siempre y cuando la demanda siga creciendo, la idea de los Sigstad es sumar nuevos productos, por ejemplo, hortalizas para el mercado doméstico. Teniendo en cuenta que se trata de productos cuyo precio es mayor, y que el bolsillo del consumidor tiene un margen acotado, el crecimiento dependerá fundamentalmente de los vaivenes económicos que experimente el país. “Hasta el anteaño pasado se veía una tendencia a favor muy marcada. A futuro, nuestra expectativa es que el crecimiento de la producción permita ir reduciendo ese diferencial de precios para que cada vez más personas puedan acceder a nuestra producción”, concluye.

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