2 de julio de 2025 en Buenos Aires

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Riego en campos alquilados: una apuesta de largo plazo

Para implementar el sistema de riego, la familia Sportelli cerró contratos a 12 años y planificó mejoras en rendimientos y en el suelo, con más cultivos.

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Por CREA Región Sudoeste | SUO

Mediante la puesta en marcha de un sistema de riego en campos con limitaciones productivas, la empresa Familia Sportelli y Bonjur SA apuesta a incorporar más cultivos en la rotación y mejorar la sostenibilidad de sus planteos agrícolas y ganaderos. Tras una experiencia exitosa, prevén instalar nuevos equipos, para superar las 1000 hectáreas irrigadas.

La firma es miembro de los CREA Ventania y Pirovano La Larga, de las regiones Sudoeste y Oeste, respectivamente. “Nos nutrimos de dos grupos para llevar adelante nuestra explotación, porque uno tiene un perfil más ganadero y el segundo es más agrícola”, explicó Gustavo Sportelli, quien conduce la firma junto a su familia.

La actividad agrícola se concentra en campos propios y alquilados ubicados la provincia de Buenos Aires, en Saldungaray, Puán, Erize, Carhué y Pigüé para cultivos de invierno, y en Daireaux, Salliqueló, Casbas y Henderson para cultivos de verano. La ganadería se desarrolla en las localidades de Villa Iris, Puán, Cascadas y Carhué.

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El productor apostó al riego en campos agrícolas de baja calidad, para sumar cultivos de verano en la rotación.

El productor apostó al riego en campos agrícolas de baja calidad, para sumar cultivos de verano en la rotación.

“Tenemos dividida la siembra por zona según la aptitud de los campos. En general hacemos los cultivos de fina en suelos someros”, explicó el productor. En esos ambientes, con lluvias escasas y perfiles poco profundos, los mejores rindes se obtienen con trigo y cebada. Frente a ese escenario, el productor decidió apostar por el riego por pivote en algunos de esos campos agrícolas de baja calidad, con la posibilidad de sumar cultivos de verano en la rotación.

“Dependiendo del caudal disponible, podemos proyectar rindes de entre 10.000 y 12.000 kilos por hectárea en maíz, unos 3.500 kilos en soja y valores mucho más altos en cultivos de fina”, explicó. Bajo condiciones de secano, el trigo alcanza un potencial de 3.000 kilos y la cebada, 3.800; con riego, esos valores prácticamente se duplican.

En paralelo, la ganadería sigue siendo una parte central de la empresa. Esta actividad se realiza en campos propios y alquilados, con un planteo de cría, recría y terminación en feedlot.

El riego como un motor de crecimiento

La primera experiencia con riego por pivote llegó hace tres años, cuando la familia adquirió un campo en Pigüé cuya forma permitía la instalación de un sistema de gran tamaño. “Pusimos un equipo que abarca 280 hectáreas y nos fue muy bien”, contó Gustavo.

Al poco tiempo, y tras negociar con propietarios de campos alquilados, la empresa logró incorporar otros dos equipos —de 65 y 180 hectáreas— en lotes tradicionalmente destinados a cultivos de invierno. “Gracias al riego, nos metimos a hacer cultivos de gruesa en una zona de fina”, resumió.

Este año están abocados a un proyecto de expansión del sistema de riego, que incluye la incorporación de cinco nuevos equipos: dos de 175 hectáreas, uno de 280, otro de 85 y uno más de 110.

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En 2025 están invirtiendo en cinco nuevos equipos de riego: dos de 175 hectáreas, uno de 280, otro de 85 y uno más de 110.

En 2025 están invirtiendo en cinco nuevos equipos de riego: dos de 175 hectáreas, uno de 280, otro de 85 y uno más de 110.

Uno de los desafíos para sostener estas inversiones fue lograr contratos de arrendamiento acordes al horizonte de amortización. En la zona, mientras que los alquileres agrícolas para gruesa suelen ser anuales, los de fina se firman, en general, por tres campañas. Pero en los casos donde se proyectó el riego, la empresa consiguió acuerdos a 12 años con propietarios con quienes ya tenía una relación de confianza.

“Pudimos presentarles el proyecto y les gustó la idea, porque les pareció que era una mejora para el campo”, sostuvo. En esos contratos se acordó que la infraestructura instalada —como las perforaciones y el tendido eléctrico interno— quedara como mejora para el propietario al finalizar el vínculo. “El equipo es nuestro. El día de mañana, si no podemos renovar el contrato, veremos cómo lo aprovechamos, pero ya lo vamos a tener amortizado”, aclaró.

La incorporación del riego también exigió una planificación técnica. Cada proyecto comenzó con un estudio hidrogeológico, para determinar la viabilidad de perforaciones con buen caudal y calidad de agua. Luego se avanzó en la ejecución de obras eléctricas, que incluyeron más de 3000 metros de línea y la instalación de transformadores.

Números finos

La incorporación del riego requirió un análisis financiero detallado. “No es algo lineal. Cada campo y situación es un caso aparte, porque depende del caudal que genere la perforación y la distancia a la luz eléctrica, entre otros factores. El pivote a instalar también va a depender de la forma de campo”, señaló Sportelli.

“En términos generales, la inversión en riego ronda entre los 2.000 y 2.500 dólares por hectárea”, estimó. Sin embargo, advirtió que ese número puede variar según la escala del proyecto y las condiciones específicas del campo. “Un equipo que cubre 280 hectáreas requiere, por ejemplo, cuatro perforaciones, pero los costos fijos —como transformadores y obras eléctricas— se reparten en una mayor superficie. En cambio, un equipo para 100 hectáreas puede necesitar dos perforaciones y una infraestructura similar, lo que eleva el costo por hectárea”, explicó.

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La inversión en riego ronda entre 2.000 y 2.500 dólares por hectárea.

La inversión en riego ronda entre 2.000 y 2.500 dólares por hectárea.

Para firmar contratos de arrendamiento a 12 años, la empresa realizó un análisis económico por cada equipo. En el nuevo proyecto de riego —que abarca cinco equipos sobre 840 hectáreas— la inversión total asciende a 1.700.000 de dólares, lo que arroja un promedio cercano a los 2000 dólares por hectárea.

Pero Sportelli aclaró que ese valor no debe tomarse como un estándar aplicable a todos los casos. “No significa que con 2.000 dólares se pueda regar una hectárea en cualquier situación. En un campo de 50 hectáreas, por ejemplo, podría ser necesario hacer dos perforaciones, igual que en uno de 100. Pero como la inversión se distribuye sobre una superficie menor, el costo por hectárea resulta mucho más alto”, explicó.

El caudal de agua disponible también puede modificar la ecuación. Una perforación que entrega 200.000 litros por hora permite regar más superficie que otra de 60.000, aunque el costo de ambas sea prácticamente el mismo. “Ahí es donde empiezan a jugar los depende. Por eso quiero ser cauteloso con la información”, advirtió.

Un círculo virtuoso

La incorporación del riego transformó no solo los números de la empresa, sino también la dinámica productiva de los campos. “Con el riego aumentamos el gasto, pero también aumentamos la producción y generamos un círculo virtuoso en todo sentido”, indicó Sportelli, y destacó que los beneficios se expresan en una mejor nutrición, mayor cobertura y más vida en el suelo.

El sistema permite reducir los períodos en que el suelo permanece desnudo. “Si alcanza el agua de riego podemos hacer un cultivo de segunda, con lo cual el lote está parado menos tiempo”, explicó. Además, al diversificarse los ciclos productivos, también mejoran las oportunidades comerciales y logísticas. “Dividimos un círculo de riego en tres tercios y podemos sembrar maíz, girasol y trigo. Con esto cosechamos, movemos mercadería y generamos ingresos en tres épocas distintas del año”, señaló.

El impacto del riego también tuvo un efecto positivo en la sustentabilidad del sistema. “Generamos más biomasa, más cobertura y más vida en el suelo”, destacó.

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Sportelli junto al equipo de trabajo familiar, con su hermano franco y su cuñado, Fernando Ducid.

Sportelli junto al equipo de trabajo familiar, con su hermano franco y su cuñado, Fernando Ducid.

En los años previos, la empresa ya venía implantando cultivos de cobertura en secano, como vicia y centenos, con el objetivo de cuidar las lomas en los campos arenosos de Salliqueló y Daireaux. También sembraron vicia como antecesor del maíz, una práctica que ahora planean adaptar al esquema bajo riego. “La idea es hacer vicia como cultivo de segunda, donde el agua no alcanza para un cultivo de cosecha, pensando en el maíz que viene”, explicó.

La intensificación abre la puerta a nuevas combinaciones productivas. Si bien aún no lo implementaron, están evaluando incorporar ganadería en parte de la superficie bajo riego. “Cuando tengamos todos los equipos instalados podríamos agregar ganadería en algún tercio. Es algo que todavía no hemos hecho, pero que estamos mirando con muchas ganas”, anticipó.

Corazón ganadero

La ganadería ocupa un lugar central en el modelo productivo de la Familia Sportelli y Bonjur SA. Hoy el planteo incluye un rodeo de cría de unas 2700 vacas, distribuidas entre campos propios, alquilados y un esquema parcial de capitalización. Toda la producción propia se recría y se complementa con la compra de invernada. “Recriamos en verdeos de avena y raigrás, donde metemos entre 80 y 100 kg por animal; después entran al feedlot en el campo de Carhué con entre 260 y 280, y de ahí se le meten otros 120 kg con silo”, detalló el productor CREA. El ciclo completo se cierra con una producción anual de entre 5000 y 5200 animales —machos y hembras—. “El macho se lleva entre 400 y 420 kilos, y la hembra sale de 360 a 380 kilos”.

La estrategia actual se consolidó con el tiempo. “Si hacemos un poco de historia, inicialmente teníamos solo campos propios. En 1997, cuando empezamos a crecer en siembra directa, comenzamos a desplazar la ganadería a los sectores ganaderos del campo”, recordó. Ese avance agrícola obligó a achicar la ganadería, pero el vínculo con la actividad nunca se perdió. “Como nosotros tenemos el corazoncito ganadero, fuimos manteniendo la hacienda y creciendo despacito para volver a tener el rodeo inicial. Así surgió la idea de alquilar un campo para ganadería”.

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Ahora están evaluando incorporar ganadería en parte de la superficie bajo riego.

Ahora están evaluando incorporar ganadería en parte de la superficie bajo riego.

“Somos muy estrictos en que el campo ganadero es para las vacas y el campo agrícola es para los cultivos, y que no se pisan ni se comen los rastrojos”, explicó. Esa política responde a la fragilidad ambiental de algunos sectores. “Tanto en Salliqueló como en Daireaux tenemos campos muy frágiles, que si les metemos las patas del ganado se vuelan. Entonces cuidamos muchísimo la cobertura y por eso no nos gusta cruzar la agricultura con la ganadería”.

“Ahora, después de muchos años de siembra directa, estamos viendo meter alguna categoría de animales muy liviana sobre algunos lotes que tienen buen volumen de cobertura”, contó, y especificó que podría implementar este manejo con un destete liviano que aproveche rastrojos de maíz. “El año pasado sembramos los lotes de maíz con avena y raigrás, y este año lo hicimos con centeno. Ahora vamos a entrar a pastorearlos con una carga baja por hectárea y con animales livianos”, detalló

La innovación no se detiene ahí. Actualmente están ensayando con remolacha forrajera en campos someros, buscando ampliar las posibilidades de alimentación en invierno. “El cultivo se siembra en octubre y es necesario cuidarlo durante todo el verano, de plagas y maleza. Los animales entran a pastorear a fines de abril, mayo y junio, hasta noviembre”, concluyó.

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Gustavo con su hijo mayor, Benjamín, sobre el cultivo de remolacha forrajera.

Gustavo con su hijo mayor, Benjamín, sobre el cultivo de remolacha forrajera.

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