En plena cosecha gruesa, el desabastecimiento de gasoil ocasionó graves trastornos para la recolección y el transporte de granos en muchas regiones productivas. Sin embargo, cuatro empresarios del centro de Santa Fe no tuvieron ningún inconveniente al respecto.
¿Cómo hicieron? Cuentan con su propia fábrica de biodiésel. “Con este proyecto buscábamos generar valor agregado en origen y asegurar el abastecimiento de combustible para el parque de maquinarias propio”, explica Diego Lescano, integrante del CREA Elisa- Humberto Primo (región Santa Fe Centro) y uno de los cuatro socios de la planta.
“Ya hubo desabastecimiento de gasoil en otras épocas y sabíamos que era una cuestión de tiempo que un fenómeno similar volviese a repetirse, entonces decidimos hacer algo al respecto”, añade el empresario. Hoy puede asegurar que la inversión realizada fue una decisión acertada.
Luego de visitar a diversos proveedores de plantas elaboradoras de biodiésel y hacer los números de la nueva unidad de negocio con el asesor CREA, decidieron invertir en conjunto unos 60.000 dólares (valuados al tipo de cambio oficial) en una unidad montada por una empresa cordobesa localizada en la zona de Villa María.
El diseño fue planificado para elaborar hasta unos 250.000 litros de biodiésel por año, que es la cifra consumida por los tractores y cosechadoras de las cuatro empresas socias. El principal insumo empleado es el aceite de soja desgomado, que es comprado a la fábrica aceitera que Agricultores Federados Argentinos (AFA) tiene en la zona de Los Cardos, que se encuentra a unos 180 kilómetros de la planta de biodiésel.
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La fábrica estuvo lista en marzo de 2020, pleno inicio de la pandemia de Covid-19. Los primeros meses no fueron fáciles, dadas las dificultades logísticas presentes por entonces. Recién hacia mediados de ese año comenzó a funcionar en función de lo previsto.
“Cuando empezamos, el valor del biodiésel producido era un 30% inferior al precio del gasoil en surtidor, por lo que constituía un negocio muy favorable para los socios del emprendimiento”, relata Diego. Sin embargo, en 2021 el precio internacional del aceite de soja comenzó a experimentar subas considerables y las relaciones de precio se tornaron desfavorables para el biodiésel de propia elaboración.
“Entendimos que toda crisis representa una oportunidad si uno se mantiene activo, por lo que comenzamos a emplear una parte del aceite de soja para elaborar aceite metilado que luego sería utilizado en pulverizaciones de fitosanitarios. Esto nos permitió compensar las pérdidas económicas generadas por la producción de biodiésel”, comenta Diego.
Sin embargo, nunca dejaron de fabricar y utilizar biodiésel de propia producción porque, desde el día uno, los socios se propusieron mantener siempre activa la unidad, independientemente de lo que sucediera con las relaciones de precios.
El tiempo demostró que esa estrategia resultó acertada, porque, cuando en marzo pasado comenzaron a registrarse problemas para abastecerse de gasoil, los vehículos de los socios del emprendimiento permanecieron ajenos a esa crisis. Los especialistas en mercados energéticos suelen decir que “no existe energía más cara que aquella que no está disponible cuando se la necesita”. Y los empresarios santafesinos pueden dar cuenta de ello.
¿Cuál es la rentabilidad de la planta? No existe una respuesta única para esa pregunta ya que los números –en una situación macroeconómica tan caótica– cambian mes a mes. Por ejemplo, en febrero de este año salieron empatados; es decir, las ganancias generadas por el aceite metilado para usar como coadyuvante en aplicaciones de fitosanitarios -valuado en 2,0 U$S/litro- permitieron compensar las pérdidas generadas por el mayor valor relativo del biodiésel respecto del precio del gasoil.
¿Cuál es la rentabilidad de la planta? No existe una respuesta única para esa pregunta ya que los números –en una situación macroeconómica tan caótica– cambian mes a mes.
A partir de marzo. las cuentas se tornaron más complejas, porque, además del desabastecimiento de gasoil, los precios cobrados por ese combustible en diferentes zonas del centro santafesino comenzaron a registrar variaciones muy importantes, que en algunas situaciones superaban por lejos el valor de la salida de planta del biodiésel de propia elaboración (155 $/litro).
La planta se montó sobre un predio gestionado por uno de los socios que tiene acceso a una toma trifásica de electricidad. “Si bien la unidad consume poca energía eléctrica, necesita una fuente de energía potente que pueda atender los pulsos intensos requeridos para calentar el aceite durante unas dos horas”, remarca el empresario CREA.
Una vez que el aceite de soja desgomado ingresa a la planta de producción de biodiésel, se mezcla con un reactivo –provisto por la misma empresa cordobesa que montó la unidad– que rompe las cadenas carbonadas del aceite para alivianarlo. Como resultado de esa reacción química se obtiene biodiésel en una proporción del 85%, mientras que el 15% restante corresponde a glicerol. Ambos productos se depositan en un tanque cónico de decantación donde el glicerol, por ser más pesado, es eliminado por gravedad.
El glicerol o glicerina es comprado por uno de los socios del emprendimiento, que lo emplea como aditivo energético en las raciones diseñadas para un feed lot propio. Un grupo de alumnos de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) investigó las propiedades nutricionales del producto en novillos y determinó que es adecuado como aporte energético. De hecho, están elaborando una tesina de grado al respecto para la cátedra de Nutrición animal. “Por lo tanto, la planta de biodiésel no genera ningún desperdicio, constituyéndose en un ejemplo de la denominada economía circular”, apunta Diego.
Cada socio dispone de una parte proporcional del capital de la planta de biodiésel y tiene derecho al uso del 25% del biocombustible generado, aunque mes a mes los consumos realizados entre uno y otro van variando y se realizan luego ajustes periódicos de cupos.
La planta es gestionada por un empleado que trabaja a tiempo completo de lunes a viernes y se encarga tanto del proceso de elaboración como de los análisis químicos del aceite de soja recibido y del biodiésel producido, además de llevar registros de las operaciones y los números del negocio.
El encargado de la planta no tenía experiencia previa en el tema –antes de incorporarse a ella era un empleado administrativo–, pero fue capacitado por técnicos de la firma encargada de montar la unidad. Si bien no se requieren conocimientos previos para el puesto (dado que pueden ser adquiridos), sí se necesita a una persona criteriosa y responsable.
El proceso de producción es continuo, de manera tal que el biocombustible se almacena en los períodos estacionales de baja demanda para ser empleado en las épocas de siembra y cosecha. Todo el producto elaborado se emplea para consumo propio (no se comercializa).
El biodiésel se utiliza puro en un 100% en todos los tractores y cosechadoras de las empresas propietarias de la planta. “No existe ningún problema en el uso de B100 (biodiésel puro al 100%); de hecho, a fines de 2020 adquirí un tractor nuevo que jamás uso gasoil de origen fósil”, comenta Diego.
El biodiésel se utiliza puro en un 100% en todos los tractores y cosechadoras de las empresas propietarias de la planta.
“El sistema de la planta de biodiésel es muy sencillo y exige una baja inversión si se concreta en sociedad. Si bien, obviamente, una gestión eficiente es importante, la clave reside en no considerarla como un negocio, sino como una solución logística para el parque de maquinaria agrícola y, en definitiva, para el buen funcionamiento de los procesos y plazos de trabajo establecidos”, resume.