Ya están disponibles los resultados de las primeras tres campañas de un estudio de largo plazo emprendido por la región CREA Litoral Sur en el cual se evalúa, con una mirada integral, el impacto de diferentes sistemas productivos.
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SUSCRIBITEEl “Proyecto Rotaciones”, que se llevó a cabo en la región CREA Litoral Sur entre 2020 y 2024, evaluó indicadores químicos, físicos y biológicos del suelo.
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SUSCRIBITEYa están disponibles los resultados de las primeras tres campañas de un estudio de largo plazo emprendido por la región CREA Litoral Sur en el cual se evalúa, con una mirada integral, el impacto de diferentes sistemas productivos.
El “Proyecto Rotaciones”, que se llevó a cabo en sitios representativos de la región Litoral Sur entre 2020 y 2024, evaluó indicadores químicos, físicos y biológicos del suelo, además de estudiar la macrofauna presente en el mismo.
“Los sistemas más intensificados tienden a registrar más compactación que los menos intensificados por el mayor tránsito de maquinaria, pero en nuestra región ese inconveniente no es tan relevante por la característica de los suelos, aunque se pueden tomar medidas operativas para mejorar el tránsito”, explica Natalia Pelossi, responsable técnica del Proyecto Rotaciones.
“La variable que sí es crucial para la región Litoral Sur es la infiltración”, añade. Eso porque el agua que precipita y no infiltra, corre y erosiona. “La erosión es el principal flagelo de los suelos en esta provincia. Por eso antes de pensar en rotaciones, hay que tener implementada la sistematización y la siembra directa”, apunta Natalia.
En promedio, durante los primeros tres años de la experiencia, se registró un leve aumento de la materia orgánica en aquellos sistemas intensificados respecto de las rotaciones tradicionales, mientras que otros parámetros fueron más difíciles de evaluar debido a las restricciones hídricas ocurridas en el período de estudio.(fase ENSO “La Niña” 2021, 2022 y 2023).
“El nivel de carbono evoluciona de manera muy lenta, al tiempo que el nitrógeno mineralizado en anaerobiosis (NAN) es un buen indicador para medir la salud del suelo”, explica Natalia.
Debido a las precipitaciones menores a las normales registradas durante los tres ciclos, los rendimientos obtenidos fueron variables según sitios, aunque, en promedio, los sistemas intensivos generaron rendimientos mayores que los convencionales.
Por otra parte, la riqueza de la experimentación no sólo reside en los promedios generales obtenidos, sino en las situaciones particulares evidenciadas en los diferentes ensayos.
Por ejemplo: en un lote con antecesor trigo en el sitio de Montoya (“El Progreso”) se sembró una vicia en abril que en un sector fue cosechada para elaborar rollos en el mes de octubre, mientras que en otro sector se dejó para cobertura. El maíz posterior, sembrado en diciembre, registró un rendimiento promedio de 85 qq/ha, pero en el sector en el cual se había removido la vicia en octubre el rinde obtenido fue 10 qq/ha superior.
“La gestión de los cultivos de servicio debe hacerse con un enfoque integral que combine tantos los aspectos ambientales presentes en cada campaña como la conveniencia de un aprovechamiento económico racional”, remarca Natalia.
En lo que respecta a la evaluación de la macrofauna edáfica, el relevamiento realizado permitió generar información para que la estudiante de ingeniería agronómica Agustina Florencia Gebhart pudiese elaborar su tesis de grado.
“En lo que respecta a la macrofauna edáfica, relavada por Carolina Masin, la presencia de lombrices es uno de los indicadores más representativos de la salud del suelo”, comenta Natalia.
“El proyecto se extenderá por tres años más porque resulta indispensable, en un ensayo de largo plazo, evaluar los impactos de los diferentes diseños agronómicos en condiciones ambientales contrastantes”, resume.
Los estudios de parámetros físicos del suelo fueron realizados por los investigadores Juan José De Batista y Juan Pablo Hernández, mientras que los relativos a la mesofauna fueron instrumentados por Carolina Masin.
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