Las variables macroeconómicas argentinas se están desarrollando de una manera tal que conspiran contra la competitividad del sector agropecuaria argentino.
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SUSCRIBITELas variables macroeconómicas argentinas se están desarrollando de una manera tal que conspiran contra la competitividad del sector agropecuaria argentino.
La última devaluación instrumentada por el gobierno argentino, que fijó el tipo de cambio oficial comprador Banco Nación en 347,5 $/u$s hasta fines del próximo mes de octubre, podría diluirse a causa de la inflación.
Con una inflación proyectada en proceso de aceleración, que para el presente mes de agosto se ubicaría en torno al 12% mensual, la competitividad cambiaria de las exportaciones argentinas disminuiría de manera progresiva hasta regresar al nivel previo a la devaluación.
En el siguiente gráfico puede verse la evolución de la competitividad cambiaria del sector exportador argentino a través del indicador del “Tipo de Cambio Real Multilateral” de Argentina, el cual refleja, en función de la inflación presente en cada nación, la situación del peso argentino con relación a las monedas de las principales naciones que comercian con la Argentina.
“Si el tipo de cambio oficial, tal como anunció el gobierno, se mantiene fijo hasta fines de octubre, entonces es posible proyectar que la competitividad cambiaria obtenida con la última devaluación volverá a foja cero”, explicó Santiago Giraud, economista de la Unidad de Investigación y Desarrollo de CREA, durante una charla ofrecida este martes en la reunión de la Comisión de Agricultura de CREA.
Otra particularidad de la última devaluación del tipo de cambio oficial es que no logró reducir la brecha respecto del valor del dólar negociado en los mercados bursátiles local (MEP) y externo (“contado con liquidación” ó CCL).
“La brecha entre tipos de cambio, si bien creció, aún se mantiene por debajo de la registrada a mediados de 2022 con la salida de Martín Guzmán del Ministerio de Economía”, dijo Santiago.
La contrapartida de ese fenómeno es un notable encarecimiento de los insumos dolarizados, dado que los mismos están experimentado problemas crecientes para ingresar al país a causa de las restricciones oficiales vigentes.
“Para poder gestionar una importación es necesario tramitar la SIRA (sigla del “Sistema de Importaciones de la República Argentina”) y luego solicitar que se autorice el pago en divisas”, remarcó el economista.
“Las trabas burocráticas suelen generar problemas logísticos y sobrecostos financieros que terminan impactando en los precios de los insumos importados, los cuales, además, experimentaron recientemente un incremento impositivo”, añadió.
Eso porque la suspensión del régimen de exenciones a las percepciones de IVA y del impuesto a las Ganancias para empresas importadoras, junto con la implementación del impuesto PAIS del 7,5% para insumos importados, potenció el encarecimiento de los agroinsumos importados o bien los de aquellos que contienen componentes provenientes del exterior.
“El hecho de hacer frente a estos problemas en pleno proceso de planificación de la campaña de granos gruesos argentinos representa un gran desafío para las empresas agrícolas”, resumió.