14 de diciembre de 2025 en Buenos Aires

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Innovación: Microcápsulas para fortalecer el uso de bioinsumos

Innovación. BeCaps, proyecto incubado en CREA Lab, creó una tecnología que protege a los microorganismos y mejora la eficacia de los productos biológicos.

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Por Contenidos CREA

El uso de bioinsumos en la agricultura crece a nivel global, aunque todavía está lejos de alcanzar su potencial por problemas de estabilidad, logística y compatibilidad que limitan su uso. Para abordar y resolver esas limitantes, la startup agtech BeCaps desarrolló como innovación una microcápsula capaz de proteger y concentrar microorganismos, que permite lograr aplicaciones más eficientes y eficaces.

Durante cuatro meses, referentes del proyecto participaron en CREA Lab, el programa de incubación del Movimiento CREA, donde accedieron a capacitaciones y mentorías que les permitieron contrastar su propuesta con las necesidades del sector.

Recientemente participaron en el Demoday 2025. Allí mostraron los resultados de tres años de validación de su solución y explicaron cómo esta tecnología podría integrarse a insumos que se encuentran comercialmente disponibles, como fertilizantes, para ampliar el mercado y acelerar la adopción.

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María Flavia Luna, Emiliano Agustin Barbero y Juan Manuel Crespo

María Flavia Luna, Emiliano Agustin Barbero y Juan Manuel Crespo

Lo esencial es invisible a los ojos

“A los cuatro años tuve mi primer contacto con El Principito. Siempre me quedó grabada la frase ‘lo esencial es invisible a los ojos’. Al principio pensé que hablaba de emociones, pero cuando me acerqué a la agricultura entendí otra cosa: que lo esencial para que una planta viva son los microorganismos, y los microorganismos son invisibles a simple vista”, contó Emiliano Barbero, CEO de BeCaps.

Actualmente diferentes tipos de microorganismos se desarrollan como bioinsumos: ayudan a regenerar el suelo, aumentan el rendimiento de los cultivos y reducen el impacto ambiental. Sin embargo, su adopción sigue limitada por problemas presentes a lo largo de la cadena logística.

“Una vez que los microorganismos se producen y pasan los controles de calidad, tienen que llegar vivos al lote para cumplir su función y generar ese plus de rendimiento que prometen. Los inconvenientes aparecen durante el transporte, el almacenamiento y la aplicación, cuando son expuestos a altas temperaturas o entran en contacto con productos no compatibles que los matan y anulan su efecto”, explicó.

Las estadísticas son contundentes. Según afirmó Barbero, cerca del 80% de los bioinsumos llegan en mal estado al momento de la aplicación. Esto explica por qué solo uno de cada 20 productores en el mundo los utiliza.

Un soporte más eficiente

Desde la startup aseguran haber desarrollado una respuesta concreta al principal problema de los productos biológicos. “Diseñamos una matriz de protección en la que combinamos el bioinsumo con una formulación específica y un proceso de encapsulación que genera una microcápsula: una estructura que rodea al microorganismo y lo protege de las condiciones externas”, explicó Barbero.

Esta microcápsula permite concentrar los bioinsumos hasta 100 veces. “Antes se aplicaba ahora con 10 gramos podemos tratar una hectárea”, detalló. Además, pueden almacenarse a temperatura ambiente durante más de dos años sin pérdida de efectividad.

La encapsulación también posibilita combinar con otros microorganismos e insumos tradicionales, lo que simplifica el manejo. “Un ejemplo es la urea, el fertilizante más utilizado en el mundo. La recubrimos con microorganismos benéficos y logramos obtener un aumento de rendimiento de 10% en el cultivo de maíz”, señaló. De acuerdo con sus estimaciones, por cada dólar invertido en esta tecnología el productor podría obtener más de 60 dólares de retorno.

Barbero advirtió que hoy la mayoría de los bioinsumos se comercializa en formato líquido y no llegan en buen estado al campo, lo que lleva a incrementar las dosis. “Para que un bioinsumo funcione, una planta necesita alrededor de 80.000 bacterias. Como muchas bacterias no sobreviven, se termina aplicando más producto del necesario para compensar esas pérdidas. Con nuestra tecnología, esa dosis llega completa al cultivo”, afirmó.

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Ensayo en invernadero en maíz realizado en el INTA Castelar. A la izquierda se observa el resultado con semilla tratada tradicionalmente más el recubrimiento biológico. A la derecha, solo con tratamiento tradicional. El resultado es una mayor uniformidad y aumento de biomasa

Ensayo en invernadero en maíz realizado en el INTA Castelar. A la izquierda se observa el resultado con semilla tratada tradicionalmente más el recubrimiento biológico. A la derecha, solo con tratamiento tradicional. El resultado es una mayor uniformidad y aumento de biomasa

En sus ensayos, con apenas 10 gramos por hectárea alcanza para obtener buenos resultados, aunque luego deban diluirse para facilitar la aplicación. Esa concentración también reduce los costos logísticos. Según Barbero, “entre 20 y 30% del costo de un producto biológico es logística, y al concentrar el producto de 1 litro (1 kg) a 10 gramos, podemos reducir casi un 99% esa fracción del costo”

El recubrimiento utilizado es, en mayor medida, de origen natural, con otros usos validados en las industrias alimenticia y farmacéutica, lo cual abre oportunidades en otros mercados. En la empresa advirtieron que, si bien uno de los componentes no es de origen natural, es considerado GRAS (Generally Recognized as Safe), lo que significa que se puede usar casi sin impedimentos.

Según el emprendedor, el diferencial de la firma es haber encontrado un modo económicamente viable para proteger microorganismos que se utilizan en el agro. “La agricultura necesita insumos accesibles. En comparación con otras empresas que realizan encapsulación, nuestro proceso tiene costos más bajos, admite aplicaciones como tratamiento de semillas o recubrimiento de fertilizantes y no compromete la viabilidad de los microorganismos”, resumió.

“En nuestro producto hay hasta mil veces más microorganismos que en el competidor más cercano”, subrayó. Ese diferencial impulsó a empresas del sector agrícola a realizar ensayos a campo y a compañías de bioinsumos a evaluar este método de encapsulación.

Con ese enfoque, la startup trabaja en desarrollos que combinan cinco microorganismos con funciones complementarias —como bioestimulación y solubilización de fósforo y zinc— y busca posicionarse en el diseño de carriers que aseguren su estabilidad, viabilidad y compatibilidad.

Mercado en expansión

“El mercado global de bioinsumos ronda los 17 mil millones de dólares y crece cerca del 14% anual. Es un sector joven, aunque con baja adopción”, advirtió Barbero. Estas estadísticas reflejan tanto el potencial de expansión como los desafíos que aún enfrenta la industria para consolidarse.

A su entender, una de las oportunidades es integrar esta tecnología con productos ya establecidos, como los fertilizantes químicos. La estrategia consiste en apoyarse en insumos que ya forman parte del manejo habitual para reducir barreras que limitan la adopción y favorecer un escalamiento más rápido.

BeCaps trabaja con un modelo de licencias B2B, orientado a desarrollar nuevos productos o reformular productos existentes para empresas de bioinsumos y fertilizantes. La empresa recibe regalías sobre el precio final del producto, lo que le permite enfocarse en el desarrollo de la tecnología sin asumir directamente la distribución ni la venta al productor.

En los últimos años, el equipo avanzó de la investigación al desarrollo de aplicaciones concretas. Entre 2021 y 2024 validaron los desarrollos en laboratorio y en condiciones de invernadero, mientras que en 2025 obtuvieron una inversión de 100.000 dólares que les permitió escalar la tecnología y comenzar los ensayos industriales.

Actualmente cuentan con pedidos por más de media tonelada de productos, un volumen que marca el inicio de la etapa de expansión. El plan prevé comenzar la comercialización en 2026, incorporar nuevos cultivos y, en 2027, iniciar la exploración de mercados internacionales.

Barbero destacó que la etapa que viene requiere sumar experiencia de uso. “Los miembros CREA pueden ser los primeros en probar esta nueva generación de bioinsumos en distintos cultivos, incluidos los de invierno y la soja”, afirmó. A comienzos del próximo año abriram su primera ronda de inversión, con el objetivo de incorporar a usuarios interesados en acompañar el desarrollo.

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Ensayos a campo

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Un puente entre innovación y uso real

Para Barbero, la participación de la startup en CREA Lab fue valiosa porque acercó al equipo a quienes utilizan este tipo de tecnologías. “Nos permitió tener cercanía con el usuario final de productos biológicos, que es el productor y, en particular, los miembros CREA”, señaló. Ese contacto directo les permitió contrastar sus ideas con las necesidades de los productores.

Además destacó el rol del Movimiento CREA. “La red tiene un ecosistema que impulsa la innovación, la creación de nuevas tecnologías y la búsqueda de soluciones a problemas que los productores tienen todos los días en el campo”, afirmó. Los emprendedores ya conocían la experiencia de otras startups que habían pasado por CREA Lab y eso los motivó a presentarse, con la expectativa de validar su propuesta.

El proceso les permitió comprender mejor cómo piensa el productor y cuáles son sus principales dificultades. En palabras de Barbero, la incubadora ayudó a “entender, adaptar las soluciones que creemos que pueden funcionar y llevarlas desde la teoría a la práctica”. Esa interacción fortaleció el proyecto y orientó los ajustes necesarios para avanzar hacia la aplicación a campo.

También valoró el acompañamiento del equipo de la incubadora. “Tenemos mucho contacto con Gabriel Tinghitella, líder del Área de Innovación de CREA, y con Damián Silva, coordinador de CREA Lab. Siempre están a disposición para ayudarnos y generarnos vínculos que nos permitan crecer. Valoramos mucho sus aportes”, expresó.

De cara al futuro, el objetivo es mantener ese intercambio. “La idea es que los miembros CREA sean los primeros en probar esta tecnología, que podamos tener su feedback y buscar la mejor solución para todos”, planteó. En su visión, los bioinsumos ofrecen una alternativa complementaria a los productos químicos y requieren del aporte de los usuarios para mejorar cada desarrollo.

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