Testimonio de una empresa de la región CREA Sur de Santa Fe que sembró el cultivo el año pasado y este año repetirá la experiencia.
El año pasado, debido a un nivel de agua útil inferior al óptimo al momento de la siembra, la empresa Taguay S.A. redujo el área de trigo y, con el propósito de generar cobertura, decidió probar nuevas alternativas, una de las cuales fue la camelina en un sector de 40 hectáreas.
La camelina es un cultivo de la familia de las crucíferas que se caracteriza por ser adaptable a distintos tipos de climas y calidades de suelo, además de tener un ciclo de crecimiento corto y requerir bajos requerimientos hídricos.
Por lo tanto, en el marco de un acuerdo con LDC (Louis Dreyfus Company), realizaron la producción de camelina bajo contrato. La compañía, además de proveer la semilla curada y asesoramiento agronómico, compra la totalidad de la cosecha, la cual se exporta para la obtención de aceite destinado a la elaboración de biocombustibles.
Sembraron un cultivar de ciclo corto en la zona de San José de la Esquina (Santa Fe) a mediados del mes de julio. “La camelina es muy sensible a los herbicidas inhibidores de ALS, por lo que tuvimos que tomar muestras del suelo del lote seleccionado, enviarlas a un laboratorio y sembrar recién cuando tuvimos certeza de un bajo nivel de residualidad”, explica Milton Marchetti del área de producción de Taguay S.A, empresa integrante del CREA Monte Buey Inriville (región Sur de Santa Fe).
“Este año, ya con la regularización del régimen de precipitaciones, los parámetros de residualidad se van a calcular de acuerdo a las aplicaciones realizadas y las lluvias acumuladas posteriores”, añade.
La camelina se sembró con antecesor maíz, lo que no es habitual porque, debido al diminuto tamaño de la semilla, la tarea se complejiza por demás. Sin embargo, el maíz en cuestión, como había resultado muy afectado por el desastre climático del ciclo 2022/23, había dejado un nivel de residuos escaso que permitió realizar la implantación sin inconvenientes.
La siembra –a razón de 16 kg/ha de semilla– se llevó a cabo con una sembradora de granos finos de 17,5 centímetros y un cajón alfalfero. “Al tratarse de una semilla muy pequeña, uno de los desafíos de la camelina es la implantación, por lo que lo ideal es sembrarla en lotes con antecesor soja y con baja cobertura”, remarca Milton.
La fertilización –que no estaba especificada en el contrato de producción de la especialidad– se hizo con un arranque de 90 kg/ha de fosfato diamónico a la siembra y una aplicación de 140 kg/ha de urea durante la formación de la roseta del cultivo.
Diez días antes de la siembra, el lote destinado a camelina se controló con glifosato y 2,4-D etilhexilixco. Luego el cultivo no recibió ninguna aplicación de herbicidas durante todo el ciclo de vida. “Se trata de un cultivo que genera una gran alelopatía, con un gran desarrollo radicular y una roseta que cubre el 100% del suelo y no permite prácticamente el nacimiento de malezas”, resalta.
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Por otra parte, al tratarse de un cultivo nuevo en la zona pampeana, la presión de plagas y enfermedades es casi nula y se prevé que continuaría siendo así por algunas campañas más. “Lo controlamos una vez por semana y la realidad es que resultó ser un cultivo de fácil manejo”, afirmó.
“El año pasado recibimos a último momento la semilla y la sembramos tarde para cosecharla a fines de noviembre. Este año vamos a sembrar con mayor anticipación para poder realizar la recolección a fines de octubre o principios de noviembre”, agregó Milton.
La posibilidad de liberar temprano el lote representa una ventaja agronómica considerable, ya sea para sembrar el cultivo posterior de granos gruesos si las condiciones ambientales son adecuadas o bien para esperar una recomposición de la humedad en el perfil del suelo en caso de que no lo sean.
El precio de referencia determinado por el contrato se establece a partir de la posición Soja Enero del CME Group (“Chicago”). Para la campaña 2024/25, el mismo consiste en Soja Enero 2025 CME + 50 u$s/tonelada y adicionales según volumen entregado y si el lote seleccionado comprende estándares equivalentes a los exigidos por la “soja EPA” (campos que no han registrado deforestación desde 2007). A valores actuales, el precio en cuestión representa una cifra superior a los 500 u$s/tonelada.
El empresario agrícola tiene la posibilidad de fijar precio por un volumen de hasta 400 kg/ha durante el ciclo del cultivo, mientras que luego de la cosecha puede realizar fijaciones con la fecha límite del 31 de diciembre 2024. La entrega debe realizarse –según solicitud de la LCD– en Pergamino o en Chivilcoy.
“La cosecha , junto con la siembra, es el otro gran desafío del cultivo porque el secado es bastante desparejo y resulta necesario –estando muy atento a los pronósticos meteorológicos– aplicar un desecante en el momento oportuno”, especifica Milton.
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Al contar con una semilla muy pequeña, la regulación de la cosechadora debe ser realizada por un profesional bien entrenado, tarea que requiere gran paciencia y puede tardar varias horas hasta poner a punto la máquina. La tolerancia de recibo tiene un máximo del 12% de materias extrañas.
“La semilla debe ser transportada en bateas y la cosecha no debería realizarse durante un día de mucho viento porque parte de la misma corre el riesgo de volarse a medida que es recolectada”, aconseja.
“Logramos cosechar 1200 kg/ha el año pasado y el número del negocio resultó favorable a pesar de haberlo sembrado tarde, por lo que este año volveremos a sembrar el cultivo”, resume Milton.