El argumento era claro y contundente: “Si comenzamos a pulverizar de manera selectiva, podremos ahorrar entre el 80 y el 85% de productos fitosanitarios. En lugar de aplicar 100 litros, solo necesitaríamos 15”.
La clave de este ahorro radica en la precisión de la tecnología. Mientras que una pulverizadora tradicional aplica un volumen uniforme de herbicidas en todo el lote sin discriminar entre las partes sucias y limpias, la pulverización selectiva identifica las plantas invasoras y aplica el producto sólo donde es necesario.
La pulverización selectiva comenzó a implementarse en el norte del país, donde la problemática de malezas resistentes se manifestó con mayor intensidad. La necesidad de incrementar las dosis y combinar principios activos para combatir estas resistencias había encarecido notablementeb los costos de las aplicaciones tradicionales. Frente a este escenario, la eficiencia de las nuevas técnicas permitieron ahorrar insumos y facilitó el uso de productos costosos, pero más efectivos.
Con el tiempo, esta tecnología se expandió hacia el centro y sur del país, masificándose y volviéndose más accesible en términos económicos. “Hoy, en nuestra zona debe haber alrededor de 30 máquinas equipadas con sensores de pulverización selectiva”, señaló Ghigliazza.
Resultados tangibles
Sastre Inchauspe comenzó a utilizar la pulverización selectiva en la campaña 2019/20, cuando adquirió 30 sensores Weed It, una de las primeras soluciones disponibles en el mercado, con una inversión total de 250.000 dólares. La instalación no requirió reemplazar la maquinaria existente, ya que los sensores se adaptaron al ala de un pulverizador convencional, conocido como "mosquito". Para llevar adelante este proyecto, la empresa estableció un acuerdo con su contratista de confianza, con quien colabora desde hace dos décadas. Este acuerdo incluyó condiciones especiales que reconocen la responsabilidad adicional asociada al manejo de la nueva tecnología.
El sistema implementado cuenta con un sensor por metro. Cada sensor controla cinco picos de pulverización, espaciados a 20 centímetros entre sí. Cuando el sensor detecta una maleza, activa uno de estos picos, aplicando el herbicida en un área específica de 20 centímetros de ancho. Esta precisión permite maximizar la eficiencia y minimizar el uso de insumos.
“Una vez que implementamos la tecnología, logramos un ahorro promedio del 87% en cada hectárea tratada”, explicó Ghigliazza. Y detalló: “Antes de adoptar Weed It, el costo promedio de pulverización por hectárea era de 27 dólares. Con esta tecnología, el gasto se redujo a 10 dólares por hectárea, lo que representa un ahorro inmediato de 17 dólares por hectárea aplicada. Esto equivale a una reducción del 87% en el uso de formulados”.
Gracias a este ahorro en insumos, la empresa recuperó la inversión inicial en solo dos años. Considerando que la vida útil estimada del equipo era de cinco años, los tres años siguientes representaron un beneficio neto para la compañía. Actualmente, el equipo lleva seis años en funcionamiento y continúa operando en perfectas condiciones. Sin embargo, ya están evaluando la posibilidad de renovar la tecnología, dado el surgimiento de opciones más avanzadas en el mercado.
Estrategias de aplicación y avances tecnológicos
Tradicionalmente, los productores suelen esperar a que los lotes presenten un elevado nivel de infestación de malezas antes de realizar las aplicaciones de herbicidas. Sin embargo, este enfoque no es viable si se busca maximizar el ahorro que permite la pulverización selectiva. “Cuando analizamos la inversión, calculamos que podíamos aceptar un umbral de malezas de hasta 40-50% en el lote. Superado ese porcentaje, ya no resultaba conveniente”, informó Ghigliazza. No obstante, destacó que hoy están ingresando a los lotes con no más del 20% de enmalezamiento. "Esto nos permite controlar las malezas cuando aún son pequeñas, lo que facilita su manejo y genera un ahorro significativo en insumos”, detacó.
Además, el sistema de pulverización selectiva permite optimizar el tiempo de trabajo. Al aplicar pequeñas dosis de herbicidas, se reduce la necesidad de recargar el tanque con frecuencia. “Antes, con un tanque de 3000 litros nos permitía cubrir unas 60 hectáreas antes de tener que regresar a recargar, lo que implicaba una pérdida de tiempo considerable. Ahora, al usar solo el 15% del producto, el tanque rinde para muchas más hectáreas. Esto nos permite cubrir una mayor superficie por día y trabajar de manera más eficiente”, detalló.
En la actualidad, la empresa combina la pulverización selectiva con el uso de drones para enfrentar malezas resistentes, como el nabo, que se volvió un problema creciente en la zona. El proceso comienza con un vuelo de reconocimiento, donde un dron equipado con tecnología de georreferenciación identifica y mapea cada maleza en el lote. Luego, esta información se carga en un segundo dron, que realiza la aplicación de herbicidas de manera precisa, siguiendo las coordenadas registradas.
“Podríamos utilizar imágenes satelitales para la georreferenciación, pero los satélites disponibles gratuitamente tienen una resolución de píxel de 10 x 10 metros, que resulta insuficiente para identificar malezas individuales”, detalló el profesional. “En cambio, los drones ofrecen una resolución de 2 x 2 centímetros, o incluso de 1 centímetro, lo que permite un mapeo mucho más detallado y preciso”, añadió.
Sin embargo, advirtió que los drones presentan limitaciones operativas, como una autonomía de vuelo de apenas media hora, que restringe su uso a gran escala. “Aunque no son viables para aplicaciones masivas, los drones se están utilizando cada vez más como una herramienta complementaria”, aseguró.
Avances, inversión y escalabilidad de la tecnología
“En estos años, la tecnología ha mejorado significativamente. Los equipos son más precisos, se rompen menos, son más fáciles de instalar, más livianos y mantienen el ahorro de agroquímicos. Incluso, han surgido nuevos modelos que incorporan inteligencia artificial, la cual ofrece funcionalidades avanzadas”, destacó Ghigliazza.
Entre los principales proveedores de esta tecnología se encuentran Geosistemas y, más recientemente, DeepAgro, una empresa reconocida a nivel mundial por sus innovaciones. ¿En qué consisten estos avances? Los primeros sensores, como los utilizados por Sastre Inchauspe, emiten un haz de luz infrarroja que, al rebotar en una planta, permite identificarla y aplicar el producto. Sin embargo, no son capaces de distinguir entre maleza y cultivo, lo que limita su uso a la etapa de barbecho, cuando sólo están presentes el rastrojo y las malezas. “Solo es posible aplicar con el cultivo nacido si la maleza tiene un tamaño significativamente mayor, lo que permite ajustar la sensibilidad del sensor para detectarla”, explicó Ghigliazza. Por ejemplo, si una hoja de soja de tres centímetros se encuentra junto a un cardo de 40 centímetros, el sensor puede ser configurado para reconocer solo la maleza de mayor tamaño.
DeepAgro marcó un hito al incorporar inteligencia artificial en sus equipos. Mediante el entrenamiento de un algoritmo con millones de imágenes de cultivos y malezas en diferentes etapas de crecimiento, los sensores comenzaron a poder identificar cada planta en el lote con mayor precisión.
A diferencia de los sistemas anteriores, que dependían de un rayo infrarrojo, estos nuevos equipos utilizan una cámara que captura imágenes y, mediante inteligencia artificial, determina si se trata de una maleza (como yuyo colorado, quinoa o pasto cuaresma) o de un cultivo (como soja o maíz). Esto permite realizar aplicaciones incluso con el cultivo ya emergido, ampliando la ventana de aplicación.
Algunas malezas son más difíciles de controlar que otras. Con la metodología actual, Sastre Inchauspe utiliza los mismos productos para manejar malezas de hoja fina (gramíneas) y de hoja ancha (como quinoa y yuyo colorado) durante el barbecho. Las malezas de hoja ancha suelen ser más resistentes, pero con la aplicación de glifosato y 2,4D, es posible controlarlas eficientemente. Sin embargo, el 2,4D no puede aplicarse sobre malezas como el yuyo colorado una vez que el cultivo está sembrado, ya que también lo afectaría. En esos casos, las pulverizaciones convencionales demandan productos más costosos, que no siempre son efectivos y pueden dañar el cultivo. Aquí es donde la inteligencia artificial marca la diferencia, ya que permite aplicar herbicidas solo donde están las malezas.
DeepAgro lleva aproximadamente cuatro años perfeccionando esta tecnología, logrando avances en la identificación de malezas. “Hoy estamos considerando adoptar esta innovación, ya que nos permitiría ampliar la ventana de aplicación más allá del barbecho. Esto no solo incrementaría el ahorro en insumos, sino que también reduciría el tiempo de amortización de la inversión”, señaló Ghigliazza.
¿Cuánto cuesta hoy adquirir un equipo de pulverización selectiva? Con el mismo monto invertido en 2019, ahora sería posible acceder a tecnologías más avanzadas. En Geosistemas, la instalación de 30 metros de sensores Weed It Cuadro (la última versión) tiene un costo aproximado de 230.000 dólares, es decir, 9000 dólares por metro. Por su parte, DeepAgro ofrece equipos a un precio de alrededor de 6.500 dólares por metro.
Con respecto a la escalabilidad, Ghigliazza aclaró: “En nuestro caso, adquirimos 30 sensores, lo que nos permite cubrir un ancho de labor de 30 metros. Un productor con menor escala puede adaptar el sistema comprando menos sensores, lo que hace que la tecnología sea accesible para diferentes tamaños de operación”.
Más allá del ahorro económico, cabe destacar el impacto ambiental positivo de la pulverización selectiva. “Al utilizar menos productos, generamos menos bidones, que son residuos difíciles de manejar. Estos bidones deben enjuagarse, lavarse tres veces, perforarse y llevarse a un centro de acopio. Desde que implementamos esta tecnología, dejamos de usar más de 5000 bidones”, apuntó Ghigliazza. Además, esta tecnología representa una alternativa más segura para lotes cercanos a zonas pobladas, ya que reduce la cantidad de agroquímicos aplicados y minimiza el riesgo de deriva.