Quienes viven en las grandes ciudades se encuentran, por lo general, desconectados de la dinámica presente en los sistemas de producción de alimentos. No conocen del todo bien cómo se produce la leche que compran, como tampoco saben de qué modo se elabora un fármaco y, sin embargo, lo consumen sin cuestionamientos. El problema surge cuando aparece la desconfianza.
Resulta entonces indispensable darle crédito a la preocupación de aquellos que quieren saber cómo fue producido el alimento que consumen; se trata, por lo general, de inquietudes genuinas, tanto en el orden nutricional como social y ambiental.
La imagen pública de un sector no es una cápsula cerrada, sino una construcción social de sentido, que implica tensiones, interacciones constantes y, fundamentalmente, paciencia y tiempo. Para construir confianza hay que conectar, escuchar y comprender.
“Partimos de la base de que vale la pena abrir espacios de intercambio genuinos en los cuales se puedan establecer conversaciones fértiles”, indicó la especialista en comunicación María Inés Rimondi al inaugurar en el Congreso Lechero CREA, realizado en la ciudad de Rosario, un panel sobre comunicación.
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