Entre 1995 y 1998, se desempeñó como encargado de agricultura en las empresas San Juan y Los Mistoles, miembros del CREA Totoral. "Era un campo ganadero con 1.500 hectáreas agrícolas, pero en tres años desplazamos la ganadería y lo convertimos en un sistema agrícola de 8.000 hectáreas, con 1.600 bajo riego", detalló.
Con un porcentaje de la producción como incentivo, pudo ahorrar y ser un productor independiente. "Compré una sembradora y un tractor, empecé a brindar servicios y la empresa en la que había trabajado me propuso seguir asesorándolos y crecer juntos. Arrendamos campos y sembré mis propios lotes. Llegamos a manejar 44.000 hectáreas en Córdoba, Santiago del Estero, Chaco, San Luis y Buenos Aires", explicó.
El crecimiento también se reflejó en el negocio de la maquinaria agrícola. Sin embargo, en 2008 decidió volver a independizarse y continuó sembrando en 22.000 hectáreas. "En 2011 incursioné en la ganadería, que siempre fue mi vocación", destacó.
Por aquellos años, el modelo productivo basado en la siembra directa, la soja y el glifosato era criticado por distintos sectores de la sociedad, lo cual impactó en su familia. "Mi hijo, que en ese momento tenía siete años, escuchaba estos debates en la escuela y me preguntó si podía producir sin agroquímicos", relató. La pregunta implicaba un enorme desafío: la empresa era esencialmente agrícola y contaba con cosechadoras, sembradoras, pulverizadoras y hasta un avión fumigador.
"Einstein decía que ante una crisis, la imaginación es más importante que el conocimiento. Las crisis traen oportunidades y me gusta asumir desafíos", expresó Grion, que por entonces presidía el CREA Cañada de Luque Sitón. Allí, analizaban las dificultades de las empresas familiares en la transición generacional, sobre todo cuando los padres imponían a sus hijos que continúen su negocio. "Pensé que si el patrimonio iba a quedar en manos de mi hijo, debía escucharlo", sostuvo.
Entre 2018 y 2020, su rol como vocal de AACREA le ayudó a reflexionar sobre la posibilidad de transformar su empresa sin agroquímicos. "Decidimos dejar de usar insumos sintéticos y que nuestra producción fuera un sumidero de carbono y no un emisor", explicó. En ese proceso, vendieron la maquinaria agrícola y adquirieron cuatro campos en la zona de Ischilín, San Pedro Norte y Macha, en el norte de Córdoba.
"De un día para el otro dejamos de comprar insumos químicos y con ese dinero empezamos a invertir en maíz, forraje y hacienda", indicó Grion. Ahora llevan nueve años sin utilizar agroquímicos.
Vacas como acciones
En 2020, Grion dejó el grupo CREA Cañada de Luque Sitón y se sumó al grupo Ganadero Noroeste. "Había dejado de sembrar y quería participar en un grupo más orientado a la ganadería", explicó.
Sin embargo, no se considera un productor ganadero tradicional. "Manejo un portafolio de capitales y los voy rotando para obtener una renta mayor. Utilizo la ganadería como herramienta para la acumulación de patrimonio", señaló. En este tiempo incursionó en la bolsa de valores y trasladó ese enfoque a la administración rural. "Tomo datos semanalmente sobre los precios de commodities, hacienda, vehículos, combustibles, maíz, soja, expeller, postes, alambres y tanques australianos. Analizo cómo se comportan y decido en función de esas variaciones", detalló.
La estrategia se basa en salir de aquellos activos que alcanzan su mayor valor y reinvertir en otros con potencial de crecimiento. "Históricamente, 100 novillos gordos equivalían al valor de una Toyota full. En un momento, esa misma chata pasó a costar el equivalente de 45 novillos gordos. Vendimos los animales, compramos cinco camionetas, las conservamos y, cuando el valor volvió a equivaler a 90 novillos gordos, las vendimos y capturamos la renta. En 90 días, logramos una ganancia significativa solo con la diferencia de precios", ejemplificó.
A veces este enfoque implica dejar los campos sin carga ganadera. "No me preocupa porque, mientras tanto, los lotes se perennizan y generan más fibra. Eso me da una ventaja en comparación con los vecinos, porque cuando ellos se quedan sin pasto, yo tengo disponibilidad y puedo comprar terneros baratos en momentos de seca", indicó.
Otro ejemplo de este esquema se basa en la relación entre el precio del maíz y el ternero. "Hasta hace dos meses, convenía comprar maíz en lugar de invertir en terneros de 150 a 200 kg, que costaban entre 2.800 y 3.000 pesos por kilo. Sabemos que se necesitan 5 kg de maíz para producir 1 kg de ternero de 150 a 200 kilos. Si el maíz costaba 1.500 pesos por tonelada, 5 kg equivalían a 750 pesos. En lugar de comprar el ternero a 3.000 pesos, compraba el maíz y lo almacenaba para alimentar los animales más adelante. Es como comprar un kilo de ternero a 750 pesos, asegurando una mejor rentabilidad", explicó.
El manejo del rodeo se ajusta a estas estrategias. "Mantenemos 300 madres para conservar el estatus de criador y buscamos que el stock no baje de 1.000 cabezas, aunque puede llegar a 4.000 según las condiciones del mercado", indicó. En épocas de precios altos, la estrategia es salir con hacienda gorda, que se comercializa con un peso promedio de 380 kg, ya sean novillos o vaquillonas. El capital obtenido se invierte en otros activos hasta la zafra, cuando el ternero alcanza su menor valor. "Si el negocio es rentable, compramos terneros de entre 100 y 130 kg y los llevamos hasta los 300 kg. Luego analizamos si conviene enviarlos a un feedlot de terceros o venderlos recriados", señaló.
Mientras tanto, los ciclos productivos en los campos siguen su curso. "Aprovechamos las lluvias estivales para dejar lotes sin carga y permitir que se semillen. Estamos implantando coloratum en casi todas las áreas, lo que nos permite cosechar la semilla para utilizarla en nuevos lotes, venderla o canjearla por insumos como maíz o expeller de soja", explicó. Así, la ganadería se acerca a los márgenes brutos de la agricultura.
"Somos pragmáticos", afirmó Grion. En su visión, el productor agropecuario tradicional suele tener una vocación más arraigada en la actividad que en la rentabilidad. "El productor siembra aunque sepa que va a perder plata. Yo no tengo esa capacidad, por eso los admiro, porque cumplen un rol social fundamental", sostuvo.
Grion se define como un actuario. "Los fenicios tenían actuarios en sus barcos. Cuando llegaba una tormenta, esta persona decidía qué mercadería arrojar al mar para evitar que el barco se hundiera con la menor pérdida posible. Ese mismo criterio lo adoptó la marina inglesa y, con el tiempo, dio origen a los seguros marítimos", explicó.
Aplicando esta lógica, prioriza la toma de decisiones basada en datos históricos y proyecciones realistas. "No puedo tomar decisiones en función de lo que quiero que pase, sino de lo que creo que va a suceder. Por eso, cuando vi que no iban a eliminar las retenciones, decidí comprar maíz y almacenarlo, en lugar de invertir en cultivos con mayor riesgo", apuntó.
Campo Experimental
Hace ocho años, con 48 años, Grion quiso reducir el nivel de estrés y disfrutar más de su vida. "En CREA siempre se apunta al crecimiento, y eso me generaba presión. Me pregunté: ‘¿para qué? Si cada vez que crezco tengo menos tiempo’", relató.
Analizó un flujo de fondos a 50 años con su asesor de CREA. "Nos reunimos con mi esposa y mi hijo y les pregunté qué necesitarían dentro de cinco décadas, cuando yo tenga 98 años o ya no esté. Su única condición fue que no vendiera dos campos y la casa donde vivimos. Con el resto, me dijeron que hiciera lo que quisiera, que disfrutara la vida. Ahí fue cuando decidí bajar el ritmo y comenzar a experimentar", explicó.
Dado que hay pocos ensayos aplicables a su zona, hace tres años estableció un campo experimental de 300 hectáreas, con el objetivo de generar información. "Nos animamos a realizar pruebas con ganadería para superar el margen bruto agrícola sin utilizar agroquímicos y capturando carbono, que no hubiésemos hecho si el foco estuviera en la rentabilidad", señaló.
Aprovechando su experiencia en agricultura de precisión, incorporó tecnología para obtener datos detallados sobre la producción. "Todos nuestros animales están chipeados. Cada 15 días monitoreamos múltiples variables, para tomar decisiones basadas en datos concretos", explicó.
"Sabemos exactamente qué comió cada animal, cuánto pesaba al ingresar y cuánto al salir. En un lote, logramos producir 2000 kg de carne por hectárea. De esos, vendimos 1000 kg para cubrir los costos de insumos, lo que nos dejó un saldo de 900 kg netos. Esto duplica o triplica el margen bruto de una hectárea agrícola en el norte de Córdoba", indicó. Además, el coloratum implantado en el campo experimental también generó valor agregado. "Al cosechar la semilla, vimos el potencial de replicar esta estrategia en todas las hectáreas destinadas a este forraje", agregó.
Un descubrimiento relevante surgió al observar el rebrote del coloratum. "Notamos que algunas áreas tenían mejor crecimiento que otras. Al analizar las muestras de suelo, encontramos una relación entre la orina del ganado y la fertilidad. Descubrimos que los animales eliminaban fósforo a través de la orina, proveniente del grano con el que eran suplementados. Estimamos que el aporte de fósforo equivalía a unos 160 dólares por hectárea, lo cual representaba una mejora en la fertilidad del suelo sin necesidad de utilizar fertilización química. Es un costo que nos ahorramos", explicó.
Esto los llevó a innovar en la siembra. "Nos dimos cuenta de que no era necesario utilizar sembradoras ni gastar en gasoil para implantar coloratum. En cada ración suplementaria del mixer, agregamos dos baldes de semillas, que los animales luego dispersaban en el campo. Así, logramos implantar 1000 hectáreas sin costos adicionales", detalló. En contraste, en un lote de 50 hectáreas sembrado de manera convencional, la germinación fue mínima.
La estrategia también se aplicó en la conversión de lotes con especies forrajeras de menor calidad. "El último campo que compramos tenía una gran presencia de pasto llorón, que tiene escaso valor nutricional. Lo estamos reemplazando progresivamente por coloratum. Para lograrlo, suplementamos el ganado sobre el pasto llorón con semillas de coloratum en la ración. Así, evitamos que el pasto llorón semille y facilitamos la implantación del nuevo forraje. En algunos lotes, pasamos de un 100% de pasto llorón a un 90% de coloratum", afirmó.
Otro hallazgo surgió en la interacción del ganado con el monte nativo. "En épocas de sequía, nuestras vacas estaban en mejor estado que las de los vecinos. Nos preguntaban con qué las estábamos suplementando, pero no estábamos usando insumos adicionales. Descubrimos que estaban consumiendo las chauchas del algarrobo, una fuente natural de alimento", explicó.
“A partir de esta observación, empezamos a planificar el pastoreo para aprovechar la disponibilidad de chauchas en el momento óptimo, antes de que caigan al suelo. Esto nos permitió reducir costos de suplementación y mejorar la eficiencia del sistema", indicó. Esta estrategia también facilitó la certificación orgánica del establecimiento.
El negocio ganadero de la empresa evolucionó hacia la flexibilidad. "Siempre trabajamos en cría y recría. Este año, con la sequía en San Juan y La Rioja, muchos productores vendieron vacas a precios bajos. Compramos esos animales en octubre, los llevamos al campo y ahora los estamos vendiendo con un peso óptimo", relató.
El resultado económico superó las expectativas. "El valor actual de la hacienda, en torno a 1900 pesos por kilo, nos permitió obtener una ganancia equivalente a dos terneros por vaca. Fue más rentable que la producción de pedigrí, donde la tasa de destete ronda el 70%", comparó.
Para Grion, la clave está en identificar oportunidades. "Estamos atentos a las señales del mercado. Últimamente, tomamos el 80% de las decisiones considerando la mirada de mi hijo. Mi esposa, que es escribana, nos acompaña en este proceso. Hoy, él tiene 18 años y está cursando el primer año de Agronomía", dijo.
Sostenibilidad Social
Para la familia, el crecimiento económico dejó de ser un objetivo en sí mismo. "Ya no nos motiva acumular dinero. Viajamos unos 60 días al año, siempre a un destino diferente. Consideramos que no es un gasto, sino una inversión en conocimiento", explicó.
Además, destinan el 20% de las ganancias a ayuda social. Un ejemplo de este compromiso surgió en un reciente viaje a Kenia. "Conocimos a dos niñas de 12 años cuyos padres no podían costear su educación y, como consecuencia, estaban por ser obligadas a casarse con hombres de 45 años. Decidimos ayudarlas para que puedan seguir estudiando y evitar ese destino", relató.
"Nos reconforta poder ayudar, no solo en nuestra comunidad, sino también a personas que conocemos en el camino y que realmente lo necesitan. También colaboramos con escuelas de nuestra zona, impulsando proyectos educativos", concluyó.