De aquella etapa, destaca el recibimiento que tuvo de parte de la mayoría de los productores contactados. “Advertí que teníamos muy buena llegada. Sobre todo, en los empresarios de cierta edad, que lo visualizaban como un espacio más que interesante para que las nuevas generaciones se capaciten y sociabilicen con colegas”, agrega.
La reunión a campo no tardó en llegar. Rosario López Seco, reconocida empresaria quesera de la zona, puso a disposición su establecimiento para llevar adelante el primer encuentro. A él se sumaron otros productores que no habían podido participar de las charlas virtuales. Fue más que nada “verse las caras”, con un espacio de presentación para cada una de las empresas. También fueron de la partida miembros de los grupos CREA ya consolidados, lo que ayudó a darle un marco de legitimidad a la propuesta.
“Todos los que vinieron se fueron encantados. Fue como una brisa de aire nuevo, dan ganas, contagia. Me parece que es un efecto que alimenta cosas buenas”, enfatiza Pilar.
La propuesta de la región para el grupo era concreta: realizar una prueba durante tres meses, en los cuales la zona se haría cargo de los honorarios del asesor y de los gastos de funcionamiento. Pasado ese lapso, el costo correría por cuenta de ellos, sin cuota regional por espacio de un año.
“Desde el principio dijimos: tenemos tres meses para acompañarlos y ver si les gusta, si les suma, si les resulta funcional”, destaca la coordinadora. Y la decisión de continuar fue unánime. En el mes de septiembre, el CREA Abasto (así lo bautizaron los organizadores y así quedó) tomó la decisión de formar parte del Movimiento y comenzó la búsqueda de un asesor oficial.
Osvaldo había ejercido las veces de tutor y era hora de que el grupo eligiera el profesional que mejor les “calzara”. Durante ese tiempo, recrearon lo que son las reuniones, simularon el funcionamiento del grupo, empezaron a familiarizarse con la metodología CREA”, explica.
En la búsqueda del profesional colaboraron Pilar, pero también Erika Schild, integrante del Área de Metodología y Desarrollo Personal del Movimiento. A lo largo de una mañana, trabajaron con los miembros para definir el perfil de asesor que necesitaban, tanto en lo que refiere a habilidades blandas como a competencias técnicas.
Tras algunas entrevistas virtuales y otras tantas presenciales, se llegó a la figura de Juan Manuel Vismara, un veterinario sin experiencia como asesor CREA, pero que conocía el Movimiento por un trabajo anterior. “Trabajé por más de nueve años en el establecimiento La Fayuca, lo que me permitió participar de muchas reuniones y familiarizarme con la dinámica. Tras desempeñarme durante nueve años y medio como encargado de tambo, me pareció una gran oportunidad”, reconoce.
Sin embargo, esta posibilidad constituía también un desafío: el de salir de la zona de confort (la producción) para desempeñar un rol diferente. Hoy, a dos reuniones y varias giras de haber comenzado, asesor y grupo se encuentran muy conformes.
Un grupo diverso
El CREA Abasto se compone de 10 empresas, cinco encabezadas por mujeres y cinco por varones. Si bien todos se dedican fundamentalmente a producir leche (algunos realizan, además, agricultura y algo de ganadería de carne), difieren en escalas, visiones y sistemas. Esa heterogeneidad, sumada a sus ganas de compartir, lo vuelve un CREA especialmente rico.
“Es muy interesante y como son todos muy abiertos, aprendo. Me han recibido bárbaro, es muy agradable ir de visita a los campos. Hay mucho para trabajar y obviamente voy a poner lo mejor de mí para que el grupo vaya progresando, por lo menos en lo que buscan y quieren hacer”, asegura Juan.
Pilar, desde su lugar de impulsora, coincide en el diagnóstico. Pese a estar ahora un poco más afuera, está feliz de haber participado en el proceso.
“Es un grupo espectacular, activo y diverso… muchas mujeres, nuevas generaciones y el condimento de la industrialización de la leche. Recién empiezan, de allí el entusiasmo inicial, ojalá se mantenga porque me parece que tienen mucho para aportarse mutuamente”.
“Es un grupo espectacular, activo y diverso… muchas mujeres, nuevas generaciones y el condimento de la industrialización de la leche. Recién empiezan, de allí el entusiasmo inicial, ojalá se mantenga porque me parece que tienen mucho para aportarse mutuamente”.
En una primera reunión presencial, el grupo trabajó en la definición del plan de trabajo para 2023. Los temas de mayor interés fueron el manejo de efluentes, cuestiones legales vinculadas al personal del tambo y el factor humano más allá de lo contractual. También, se comprometieron a asistir al Congreso Lechero CREA y a efectuar un viaje “de expedición” a empresas tamberas de otras cuencas.
Una mirada orgánica
Muy cerca de la localidad de Brandsen, Rosario López Seco elabora productos lácteos con certificación orgánica (quesos, dulce de leche y manteca). Durante un tiempo trabajó en sociedad con sus hermanos (son 10), pero luego decidió seguir sola, en compañía de sus hijas. Además de hacerlo por convicción, su arribo a lo orgánico tuvo que ver con un proyecto de Danone para fomentar este tipo de producción diferenciada. “Luego la empresa desistió, pero nosotras continuamos en este camino. Durante un tiempo derivamos la leche hacia estos dos destinos hasta que en 2020 empezamos finalmente a procesar toda la producción”, relata.
Se trata de un tambo pastoril con muy poco balanceado y algo de suplementación cuando los recursos lo permiten. “Hace dos años que venimos fracasando con los cultivos para silo, que dieron poco o, como este año, nada”, se lamenta.
Hoy cuentan con 170 vacas en ordeñe y aspiran llegar a las 200 en octubre. Históricamente fueron todas Holando, aunque están comenzando a incorporar otras razas: Jersey, Kiwi Cross (5/8 de Holstein neozelandés y 3/8 de Jersey) y cruzas.
La posibilidad de compartir experiencias y conocer distintas realidades y formas de hacer las cosas es uno de los aspectos que más valora de ser parte de CREA, incluso cuando sus pares puedan llevar adelante distintos sistemas de producción. “Si bien no somos un grupo uniforme, la mayoría tiene una pata bastante importante en lo pastoril, le prestamos mucha atención a lo que es el manejo del pasto. Creo, en definitiva, que eso fue lo que más me motivó a sumarme al grupo, además de la participación de Pilar y Osvaldo, que son super profesionales”, destacó.
A un año de haber comenzado destaca la parte metodológica del Movimiento, que les ha permitido llevar las reuniones de manera fructífera y ordenada. “Todo lo que es la organización CREA, el know how que tienen acerca del manejo de grupos a nosotras nos sumó muchísimo. Y, sin dudas, la estandarización en la forma de ordenar la información para no comparar peras con manzanas”, distinguió.
“¿Qué creo aportar yo? Diversidad, abrir las puertas a un sistema de producción totalmente distinto al resto, sin fertilizantes ni herbicidas químicos, y con un manejo de efluentes bastante aceitado. Desde el año 2019 y según la normativa del agua, tenemos en funcionamiento un biodigestor que genera gas a partir de los purines. No estamos inventando nada, en el mundo esto está totalmente desarrollado, pero quizás en la zona no se veía tanto”, concluye.
Aunque ella no lo menciona, Pilar Laurel destaca de Rosario su sabiduría y habilidad para incorporar a sus hijas a la actividad, dándoles un lugar de desarrollo en la empresa.
Reincidir en CREA
Diego Espinosa es otro de los flamantes integrantes del CREA Abasto. Junto con su hermana Alejandra constituyen la tercera generación de una empresa familiar de alrededor de 70 años.
Juntos llevan adelante un tambo de 200 vacas en ordeñe y 100 vacas de cría a 20 kilómetros de Jeppener, en el partido de Brandsen. Se trata de un tambo pastoril con algo de silaje.
Además, ambos tienen otras ocupaciones. Alejandra produce quesos dentro de la firma junto con su marido, y Diego trabaja en una empresa de genética animal.
Para ellos, el Movimiento CREA no es algo nuevo; entre 2008 y 2010 habían participado de otro grupo. “Siempre tuve la idea de volver. Me gusta la idea de reunirme con colegas para compartir y mejorar. Incluso con Rosario, siempre quisimos hacer algo en conjunto, así que cuando nos lo propuso, agarramos viaje enseguida”, asegura.
Entre los mayores aportes del grupo, Diego coincide en mencionar la estandarización en la presentación de los datos, el intercambio de “buenas prácticas”, incluso cuando se trate de diferentes sistemas, y el aspecto social. En cuanto a su propio aporte, cree que puede estar ligado a su experiencia recorriendo campos y cuestiones vinculadas a la genética.
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Muy cerca de la localidad de Brandsen, Rosario López Seco elabora productos lácteos con certificación orgánica.
Del movimiento de suelos al tambo
Dedicados originalmente al movimiento de suelos y a la prestación de servicios agropecuarios, los Parodi desembarcaron en la lechería hace 10 años con la idea de percibir un ingreso mensual que les permitiera pagar los alquileres, ya que el resto de las actividades que desarrollaban dependían demasiado del clima.
“Comenzamos con dos bajadas y ocho horas de ordeñe. Habremos permanecido así unos dos o tres meses hasta que pudimos poner un tanque y 16 bajadas, para luego pasar a las 24 actuales”, recuerda Yamila, la menor de cuatro hermanos. Todos trabajan en la firma junto a su padre: Yamila y su hermana Noelia en la administración; Néstor en lo que es movimiento de tierras y agricultura en campo arrendado, y Ezequiel, volcado más al tambo, la cría y la agricultura. Pese a esa distribución de tareas, todos están al tanto de todo. “No tenemos mucho personal. En general, todos están abocados a la actividad que estemos realizando en ese momento. Si picamos o sembramos, por ejemplo, estamos todos ahí”, relata.
Hoy cuentan con tres tambos, uno de ellos, totalmente estabulado, donde también preparan a las futuras madres. Todo el alimento que administran se realiza en el mismo establecimiento (maíz, reservas, etc.), con excepción del expeller de soja y la malta.
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Yamila Parodi trabaja en la empresa junto a su padre y sus tres hermanos; con su hermana Noelia llevan adelante la parte administrativa.
Acerca de sus comienzos en el grupo, Yamila relata: “Fui la primera en participar y volví encantada. Y eso que tampoco estaba muy bien predispuesta, ya que hay que dedicarle tiempo a la organización de la reunión, y ese es nuestro recurso más escaso”.
La reunión del mes de abril se realizó en su campo, con un balance más que positivo. “Sirvió para analizar cosas a las que uno no suele prestarle demasiada atención en la diaria. Así que por ahora estoy conforme, contenta con el grupo, se aprende mucho. También fue de gran ayuda en el aspecto emocional, ayudándonos a enfrentar el tema de la seca. La posibilidad de compartir tu experiencia con gente que está en la misma situación que vos está buenísima”, admite.
Al ser consultada sobre el aporte que su empresa efectúa al grupo, Yamila destaca el hecho de formar parte también de otros rubros. “Mi padre pasó por un montón de situaciones, trabajó de lo que se te ocurra… Esa experiencia y la manera de manejarnos con las diferentes actividades, pienso que es algo valioso para el grupo”.
Aprendizajes
Más allá de los resultados, Pilar y Osvaldo insisten en el vasto aprendizaje que deja el proceso. “Lo interesante de esto es que no es instantáneo, lleva tiempo, y esto te lo dice el asesor de un grupo de 18 años, en el que aún sigo descubriendo cosas y adaptándome. Los integrantes del CREA Abasto se tienen que conocer, generar sus propios códigos, conocer al asesor y él a ellos. Es todo un camino y no es para ansiosos”, advierte Spina.
“Lo importante, agrega, es persistir. El Movimiento es consciente del valor de la dinámica grupal. Lo mismo ocurre con la renovación permanente de autoridades, la ‘competencia colaborativa’, la crítica honesta y constructiva, y la búsqueda constante de la mejora”, señala. Su consejo a los flamantes miembros del CREA Abasto es aprovechar todas las conexiones posibles, la generosidad de los demás al abrir las tranqueras de su empresa para acelerar el aprendizaje y minimizar errores. “No se trata sólo de sentarnos y contar las amarguras que estamos atravesando sino también de disfrutar buenos momentos construyendo juntos. Porque de esa evolución personal, nos nutrimos mutuamente”, enfatiza.
De cara al futuro, las expectativas del CREA son grandes. Además de afianzarse como grupo, aspiran a integrarse a esa red mucho más amplia que es la del Movimiento. “Hay mucha tela para cortar”, asegura Rosario.
Por el lado de la región, procuraremos seguir recorriendo el camino iniciado con este proyecto. “Con el CREA Abasto obtuvimos un muy buen resultado. El valor del camino recorrido está en el aprendizaje y en el convencimiento de que hay que hacer acciones para crecer, ya que no es algo que venga solo. Creo que esta determinación ha dado sus frutos”, enfatiza Pilar Laurel, mientras destaca el propio aprendizaje en este proceso. “Rompimos paradigmas, nos animamos a hacer cosas nuevas y diferentes, y eso nos hizo derribar prejuicios y llevarnos más de una sorpresa. Por ejemplo, que el Movimiento no se conoce en todos lados, aún hay margen para trabajar y potencial para seguir creciendo”.