20 de enero de 2025 en Buenos Aires

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Caza y ganadería en un modelo sostenible y rentable

En La Pampa, la empresa El Carrizal integra un coto de caza mayor con un sistema ganadero de recría adaptado a las exigencias de la Región CREA Semiárida.

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Por Región CREA Semiárida I SAR

¿Es posible combinar un coto de caza con un planteo ganadero de recría en un mismo establecimiento? Durante los últimos 13 años, Carlos Torriglia, director de la empresa El Carrizal e integrante del CREA Utracán, trabajó junto a su padre, Aldo, en esta propuesta en la provincia de La Pampa. El resultado es un modelo que integra ambas actividades con buenos resultados, perspectivas de crecimiento y un esquema sostenible que prioriza el cuidado de los suelos y el manejo del pasto natural.

"En 2011 compramos este campo con mi padre, con la idea de establecer un coto de caza mayor y desarrollar la ganadería como actividad secundaria para diversificar los ingresos y alcanzar mayor estabilidad económica. Desde el inicio, buscamos que el proyecto fuera mixto, y consideramos que la ganadería era una opción compatible y complementaria”, explicó Torriglia.

Desde el punto de vista financiero, la integración de ambas actividades permite equilibrar las cuentas durante el año, debido a que la cacería concentra sus ingresos y egresos en el primer semestre, mientras que la recría genera ingresos principalmente en los últimos meses del calendario, entre octubre y diciembre.

"Después de 13 años de trayectoria, somos uno de los cotos más grandes de La Pampa. La cacería sigue siendo nuestro negocio principal, ya que aporta la mayor facturación y sustenta el proyecto", afirmó. No obstante, adelantó que, a futuro, los objetivos de la empresa incluyen un crecimiento significativo de la ganadería en su aporte a los ingresos totales: "Hoy la ganadería representa el 10% de nuestros ingresos, y queremos llevar al 30% en cinco años".

Coto de caza

El coto de caza se desarrolló desde cero. "Siempre me interesó cazar y soñaba con armar un proyecto vinculado a esta práctica", explicó el empresario. Durante cinco años vivió en Estados Unidos con su familia. En 2006, cuando decidió regresar a Argentina, su padre se encontraba por jubilarse y buscaba un nuevo proyecto. "En ese momento surgió la idea de combinar un coto de caza con ganadería. Queríamos hacer algo distinto y complementario", recordó.

La primera temporada de caza en el campo se llevó a cabo en 2012. "Al principio, cometimos muchos errores", admitió. Uno de los mayores desafíos fue construir una base de clientes que cumpliera con los requerimientos del negocio. "Necesitábamos entre 75 y 80 cazadores. Una vez que alcanzamos ese número, sabíamos que no podíamos superar los 140 o 150, porque manejar más sería muy complicado por la logística que implica este tipo de turismo", detalló.

En el coto trabajan principalmente con caza mayor, aunque también ofrecen algo de caza menor. "Se cazan unas 12 especies de animales. El ciervo colorado es el principal atractivo en Argentina y en La Pampa, en particular", explicó. También mencionó otras especies como los ciervos dama y axis, el jabalí europeo, el búfalo de agua, el antílope de la India, y distintas variedades de carneros y chivos. "Son todos animales exóticos y no están en peligro de extinción. Por eso, su cacería está permitida", aclaró.

El coto recibe alrededor de 150 cazadores al año, en su mayoría extranjeros. "El 95% de los cazadores que nos visitan son estadounidenses, mientras que el 5% viene de Europa", indicó. Además, la empresa diversificó su oferta con una agencia que organiza cacerías en campos cercanos y otras localidades. "Incluso vendemos cacerías de ciervos en la Patagonia, lo que amplía nuestras opciones de negocio", agregó.

Ganadería

Con la ganadería comenzaron trabajando en un planteo de cría, que inicialmente dio buenos resultados en indicadores como las tasas de preñez y destete. Sin embargo, siempre enfrentaros restricciones debido a la competencia con el negocio de la caza. "Los bovinos y los animales de caza compartían parte de la superficie del campo y otros recursos, como nuestro tiempo y el de los empleados. Eso hacía que tomáramos decisiones poco eficientes en el negocio de cría", explicó el productor. "Nuestro foco principal estaba en el coto de caza", agregó.

El campo tiene 3.250 hectáreas. Durante la temporada de caza, que ocupa casi la mitad del año (del 1 de marzo al 31 de julio), el área destinada a la ganadería se reduce a 1.050 hectáreas. "Esto afectaba la planificación del pastoreo y las rotaciones. La mitad del año trabajábamos con un campo reducido, y el resto del tiempo regresaba a estar disponible toda la superficie. Además, los animales de caza también necesitan calidad nutricional en determinados momentos del año, lo que hacía más complejo compartir el recurso forrajero”, detalló.

La alta demanda del negocio de caza dificultaba dedicar el tiempo necesario a la actividad de cría. "Por ejemplo, no podíamos mover a las vacas de un lote a otro cuando estaban en avanzado estado de preñez o con un ternero muy pequeño. Esto hacía que las vacas permanecieran más tiempo del adecuado en un lote, lo que afectaba su alimentación y el manejo general”, comentó. Esta situación provocó, además, los primeros síntomas de degradación en los suelos.

Frente a estos desafíos, en El Carrizal se decidió implementar un modelo de recría, que ofrecía mayor flexibilidad y facilidad de manejo. "Pasamos a mover terneros y novillitos, lo que simplificó nuestro trabajo. También crecimos en el negocio alquilando otros campos", señaló. La empresa creó Ganadería Holística SA y, junto con un socio, Víctor Viniegra, arrendaron dos campos de 2500 hectáreas en el norte de La Pampa. "En estos campos funcionamos con unidades de cría, cada una con unas 500 vacas. El campo original quedó solo para recriar los terneros", explicó.

El nuevo modelo simplificó el manejo y se adaptó mejor a las condiciones del establecimiento. "El Carrizal es un buen campo para recría, pese a las limitaciones de la zona semiárida. Es un ecosistema frágil, con suelos pobres y precipitaciones anuales de entre 600 y 700 mm, mal distribuidas. Además, enfrentamos inviernos secos y fríos, y veranos calurosos y secos", detalló Torriglia.

El campo cuenta con un 80% de monte y pasto natural. En el 20% restante se siembran pasturas perennes como panicum y pasto llorón, además de algo de avena y centeno. "En 2025 queremos probar con sainfoin", adelantó. Excepcionalmente, se trabajan pasturas de verano, aunque en general se hacen verdeos de invierno. "Estos recursos son compartidos entre la hacienda y los animales de caza, por lo cual es necesario hacer un manejo eficiente", sostuvo.

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Modelo holístico

El pastizal natural es un recurso muy sensible a las malas prácticas ganaderas. "Tanto el sobrepastoreo como el subpastoreo terminan degradando el ambiente", afirmó. Con este diagnóstico, hace un año implementaron un manejo holístico para preservar el recurso natural. "El principal beneficio de este sistema es que permite lograr un pastizal más robusto y resistente a las contingencias climáticas. Esto lo comprobamos con los diferentes manejos que realizamos en los lotes de campo natural", explicó.

Torriglia dio ejemplos concretos: "Un lote que era de muy buena calidad, si se come mal y no se le da el tiempo necesario para recuperarse, en un año deja de producir. Ahora, si se lo vuelve a cuidar, en uno o dos años puede generar 80 o 90 raciones de excelente calidad. Es un recurso muy valioso, pero hay que cuidarlo".

El manejo holístico que adoptaron se basa en dos pilares fundamentales. El primero es concentrar los rodeos en un solo grupo más grande que pastorea lotes más pequeños. "Un campo convencional tiene 4 o 5 grupos de animales, como rodeos de vacas, vaquillonas, toros o recría de terneros, cada uno con su circuito de pastoreo. Con este sistema, se reúne a todos los animales en un rodeo más grande. En lugar de tener rodeos de 100 animales, se puede pasar a tener un rodeo de 600”, detalló Torriglia. Esto simplifica los circuitos de manejo y optimiza el uso del pasto. "Los animales comen mejor, se vuelven menos selectivos, consumen más y de todo, lo que aumenta la productividad del pastizal y simplifica el trabajo", explicó.

Sin embargo, para implementar este sistema se requiere una infraestructura adecuada. "Invertimos mucho en callejones, alambres y, especialmente, en aguadas para manejar 600 animales en lugar de 100. Ese cambio es clave", señaló el productor.

El segundo pilar del manejo holístico es el tiempo de descanso que se le da a las plantas. "El tiempo de descanso varía según la época del año. En primavera y verano, cuando el pasto crece rápido, los ciclos son más cortos. En otoño e invierno, los tiempos se alargan porque el crecimiento es más lento", comentó. Este descanso busca permitir que las plantas se recuperen, no solo en su parte visible, sino también en las raíces. "Si no les das ese tiempo, el suelo queda desnudo y aparecen problemas asociados a la desertificación", advirtió.

Gracias a este enfoque, en El Carrizal lograron desarrollar un pastizal más fuerte y productivo. "Un pastizal sano y vigoroso necesita menos agua porque su estructura está mejorada", indicó Torriglia.

Inversiones

En estos 13 años, la empresa realizó numerosas inversiones en El Carrizal, principalmente enfocadas en diseñar los circuitos de caza y ganaderos. "Fuimos armando distintos sectores para cazar y para que los animales tengan la capacidad de reproducirse y generar trofeos de caza en el futuro", explicó.

Unas de las inversiones se destinaron al diseño de los alambrados. "Hay sectores del circuito de caza que tienen alambres altos, de 2,10 metros, mientras que otros cuentan con alambres bajos reforzados, para contener a los animales de cacería más pequeños", detalló.

Estos alambrados también ayudaron a lograr un sistema de pastoreo más eficiente. "El problema es que a los animales de caza no los podés arrear como a las vacas. Esto genera problemas de pastoreo continuo en algunos sectores del campo, para lo cual necesitamos soluciones creativas que morigeren las consecuencias negativas", dijo.

Un ejemplo de estas soluciones se encuentra en el sector más grande de cacería, de 800 hectáreas, que está delimitado por alambres altos. "Cercamos un lote contiguo de 100 hectáreas también con alambre alto e instalamos dos portones para que los animales puedan pasar de un sector a otro", explicó. Este lote más pequeño se siembra con pasturas de invierno. "Cuando el verdeo está disponible, una buena proporción de los animales de caza pasa al lote chico, se instalan ahí a comer y así le damos un poco de descanso al monte", agregó.

El otro 70% del campo es compartido por las actividades de caza y ganadería. "Hay sectores reservados exclusivamente para la ganadería, donde no entran animales de cacería, y otros que son únicamente para los animales de caza", subrayó.

Metodología CREA

El Carrizal se incorporó a la red CREA hace unos ocho años. “Fue algo fundamental. Siempre se aprende algo nuevo y vas mejorando”, expresó. En los últimos años lograron hacer un negocio sólido de la cacería, pero en el caso de la ganadería, que inicialmente manejaban con menos conocimiento, el ingreso al CREA Utracán fue clave. "Nos ayudó a pulir nuestras prácticas y a evolucionar en ambas actividades combinadas. Gracias al intercambio con el grupo, llegamos a la conclusión de dedicarnos a la recría y crecer en vientres en campos alquilados", explicó.

"Así como nosotros aprendimos mucho del grupo, también plantamos la semillita de la cacería en algunos de sus miembros", señaló. Actualmente, dos empresarios del grupo están desarrollando sus propios proyectos de cotos de caza, inspirados en la experiencia de El Carrizal.

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