Empresa familiar: cómo organizar la transición en una familia empresaria CREA
El recambio generacional y la apuesta por la tecnología impulsaron al establecimiento Agrodel a transformar su empresa lechera en un caso de crecimiento y sostenibilidad.
De izq. a der.: Joaquín, Magalí y Sergio Delfino, Gladis Durando, y Federico Delfino.
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"Hace unos seis años, cuando ingresé al grupo CREA Cuenca, les decía a los demás productores que pensaba jubilarme a los 65, y todos se reían. De aquí a pocos meses, en abril de 2025, voy a lograr esa meta", comentó Sergio Delfino, dueño del establecimiento Agrodel SA, ubicado en la provincia de Santa Fe. Alcanzó este objetivo luego de atravesar un proceso de cambios en su empresa lechera, que incluyó la incorporación de sus hijos al directorio y la asunción de nuevas responsabilidades.
La transición fue impulsada por el interés de sus hijos: Joaquín, de 35 años, el mayor, licenciado en Administración, asumió el rol de gerenciar esa área en la empresa; Federico, de 34 años, dirige las actividades del campo, desde la siembra hasta el manejo de los tambos, y Magalí, de 29 años, contadora, colabora de manera parcial en las tareas de esa área en la que se formó profesionalmente. Además, se sumó Gladys Durando, esposa de Sergio, quien anteriormente se había mantenido al margen de las actividades, pero que ahora también forma parte en las decisiones.
El cambio generacional significó un punto de partida para el crecimiento. En los últimos años, la empresa incrementó tanto su superficie como sus unidades productivas: hoy cuentan con tres tambos, uno de ellos estabulado, y un campo destinado a recría. Sergio permanece vinculado a la empresa en calidad de asesor, sigue de cerca las actividades y, recientemente, pudo viajar a distintos países por placer, algo que había postergado durante años debido a sus responsabilidades laborales.
Proceso de cambio
“En 1988, mi padre nos cedió el manejo de un tambo en Colonia Dos Rosas y La Legua, Santa Fe, y nos donó los campos, aunque conservó el usufructo. Desde entonces, él continuó con su actividad de engorde de novillos, mientras que mi hermano y yo nos hicimos cargo del tambo”, recordó.
En 2013, los hermanos decidieron dividir la empresa y cada uno de ellos quedó al frente de un tambo. “Para ese entonces, tanto sus hijos como los míos estaban en edad de comenzar a involucrarse en las actividades de la empresa. Con distintas ideas, pero sin conflictos, cada cual siguió su camino", comentó.
Por ese entonces, Federico se incorporó como responsable de las tareas del campo y de la dirección del personal. Cuatro años después, Joaquín ingresó al área de Administración, compatibilizando su trabajo con el que realizaba en otras empresas. “No me daban los tiempos. No podía repartirme entre el campo y la oficina, así que su ayuda resultó muy importante”, señaló Delfino. Luego comenzaron a realizar reuniones familiares a las que también se integraron Gladys y Magalí.
Para avanzar en este proceso de recambio generacional, Sergio destacó la importancia de la decisión de sus hijos de sumarse al proyecto familiar y la buena disposición para acordar cómo llevar adelante la transición. "El apoyo de mis colegas del grupo CREA Cuenca, y especialmente el de nuestro asesor, Gustavo Schneider, fue fundamental", agregó.
“Gustavo nos guió en este proceso. Preguntó a cada miembro de la familia qué le gustaba hacer y qué rol quería ocupar en la empresa. Así, logramos organizarnos de manera consensuada, definiendo responsabilidades, roles y sueldos sin grandes discusiones”, explicó. "Cuando ingresé al CREA, iba solo a las reuniones. Luego sumé a Federico. Los demás productores siempre nos aportaron ideas y orientación. Nunca me sentí solo", agregó Delfino.
Durante este camino, se realizaron diversas charlas familiares en las que se plantearon nuevos objetivos, se repartieron los roles y se diseñaron los órganos de gobierno. Esto incluyó la formación de un directorio y la creación de una sociedad anónima. “Actualmente, soy presidente del directorio, mientras que ellos son miembros de la sociedad con distintas gerencias. Mi papel ahora es más el de observador, ayudándolos cuando lo necesitan, pero ellos están al frente de todo”, señaló.
Recambio generacional
El recambio generacional impulsó en gran medida el crecimiento de la empresa. Actualmente, la familia administra tres tambos. "Uno de ellos se desarrolla sobre superficie alquilada cerca de la localidad de Suardi, pero, además, creamos un nuevo tambo estabulado en Colonia Dos Rosas y, hace un año, alquilamos un campo cercano a San Guillermo, que estamos poniendo en marcha", explicó. Además, desarrollan un sistema de recría y producen sus propias pasturas para alimentar a los animales.
"Todo esto fue por iniciativa de mis hijos. A mí siempre me apasionó la actividad del tambo, pero trabajando solo, muchas veces no te das cuenta de lo que hace falta. Ahora se dieron las condiciones para crecer", reconoció.
El primer tambo, ubicado en Suardi, opera sobre una superficie de 200 hectáreas y cuenta con 12 bajadas donde se ordenan 180 vacas. "Los animales pastorean alfalfa y luego consumen silo de maíz o sorgo, priorizando siempre la mejor calidad posible. Aunque el año pasado, por la chicharrita, sólo logramos hacer volumen", detalló.
El segundo tambo se encuentra en la Colonia Dos Rosas, sobre 72 hectáreas. En este sistema estabulado los animales permanecen en confinamiento, y se ordeñan 260 vacas en instalaciones recientemente inauguradas, que incluyen 16 bajadas y mejoras como la ampliación de un techo para proporcionar mayor sombra. "Las vacas reciben todas sus raciones en la pista de alimentación, lo que reduce su estrés y mejora la producción", afirmó.
"Este tambo estabulado exige más trabajo, porque hay que arrimar la comida con un mixer y mantener limpias las pistas, entre otras tareas, sin embargo, permite lograr una mayor producción. En los tambos pastoriles podemos alcanzar hasta 21 litros diarios por vaca, mientras que en el tambo estabulado llegamos a registrar cerca de 30 litros. Cuando les damos más comodidad a las vacas, la producción aumenta”, explicó.
Actualmente, la familia trabaja en la puesta en marcha de un tercer tambo, ubicado en Colonia La Sarita, con una superficie de 220 hectáreas y 100 vacas en ordeñe. "El campo tiene potencial para llegar a 200 vacas. Por ahora es un sistema pastoril con silo para autoconsumo, pero desde hace un año lo estamos adaptando para incorporar más tecnología. Todavía no terminamos de ajustar el tambo de Colonia Dos Rosas y ya estamos avanzando con este nuevo proyecto”, se entusiasmó.
El crecimiento de la empresa requirió contratar y capacitar más personal. "Antes solo teníamos un tambero y nosotros hacíamos el trabajo del mixer en el tambo. Ahora trabajamos con 10 familias distribuidas en las distintas unidades productivas, además del personal dedicado a la recría", explicó. Esta etapa se realiza en un campo alquilado de 250 hectáreas, de las cuales 15 están destinadas al encierre de los animales.
"Con toda la recría y reposición que manejamos, nuestro objetivo es seguir creciendo, especialmente en el tambo de Colonia La Sarita. También buscamos mejorar las instalaciones para ordeñar más vacas en menos tiempo y con mejores condiciones para el personal", concluyó Delfino.
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Tercer tiempo
Luego de este proceso, Sergio se mostró satisfecho con los resultados: “Estoy muy contento. Posiblemente hay otras personas que siembre quieren seguir al frente de la empresa. Pero yo le dije a mis hijos que hasta acá llegué. Los voy a acompañar y asesorarlos, pero ahora el futuro es de ellos. Yo quiero empezar a disfrutar”.
De hecho, en este último tiempo aprovechó para hacer viajes que nunca había realizado. “En agosto del año pasado, luego de que falleciera mi papá, fui a visitar a unos parientes en Italia. Después se dio una oportunidad de viajar a un centro de inseminación en Nueva Zelanda y este año gestioné la visa y me fui al Farm Progress Show en EE.UU. Hacía muchos años que no viajaba al exterior. Estoy aprovechando el momento”, concluyó.