12 de abril de 2025 en Buenos Aires

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Una empresa pionera en la mecanización de cultivos industriales

Industria olivícola y nogalera: Francisco y Tomás Copello, del CREA Contratistas, ampliaron la cosecha mecanizada de estos cultivos y de cítricos.

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Por Contenidos CREA

La empresa AgroSquadra, miembro del grupo CREA Contratistas, se posicionó como un referente en la cosecha mecánica de cultivos poco explorados por otras firmas del sector. Hoy trabaja en más de 2000 hectáreas de cultivos industriales como nogal, pistacho, almendra, olivo, cítricos, ciruela y damasco, entre otros.

La firma fue fundada por Francisco Copello, quien llegó a Catamarca hace tres décadas para dedicarse a proyectos de la industria olivícola. Su interés por la mecanización lo llevó a explorar tecnologías innovadoras. “Entre 2003 y 2008, trabajé con una máquina brasileña de café, marca Jacto, que se podía adaptar al olivo”, relató. Sin embargo, fue en 2008, durante un viaje técnico a Australia con dos grupos CREA olivícolas de Catamarca, La Rioja y San Juan, donde descubrió una tecnología revolucionaria: la máquina Side by Side, de la marca COE, de origen estadounidense.

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“En el mundo se usaba para pistacho y ciruela deshidratada, pero en Australia la estaban adaptando para olivo”, explicó. Al regresar a Argentina, logró vender a un cliente la primera máquina de ese modelo y, en 2009, obtuvo la representación de la empresa fabricante. “Desde entonces, vendí unos 50 equipos, todos para olivo”, destacó.

Hacia 2017 el mercado comenzó a reducirse. “Mis clientes ya contaban con máquinas, así que decidí comprar una para ofrecer servicios”, señaló. Con un contrato inicial para cosechar 400 hectáreas de olivo, de a poco expandió su negocio. “Soy muy "culillo", como llaman en el norte a las personas inquietas, y empecé a brindar servicios para cosechas de otros cultivos”, señaló. Hoy cuenta con cuatro máquinas Side by Side.

Recientemente alcanzó un compromiso con Arcor. “Luego de nuestras demostraciones, en los últimos seis años la empresa reconvirtió su producción, que se comercializa bajo la marca La Campagnola”, explicó. Así, levantaron 100 hectáreas de damasco y ciruela para industria, y replantaron la mismo área con una estructura adaptada a las máquinas.

“Ofrecimos una solución con alta eficiencia de cosecha y, al mismo tiempo, logramos alargar nuestro período de trabajo”, afirmó Francisco. Las labores inician a fines de noviembre y se extienden hasta mediados de agosto, con la cosecha de limón en Tucumán. “Estamos arriba de la camioneta durante seis meses del año”.

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Energías renovadas

Tomás Copello, hijo de Francisco, se formó como ingeniero agrónomo en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Luego de trabajar dos años en Australia, regresó al país y se dedicó a la venta de insumos agronómicos durante un año. “En 2021 comencé a trabajar con mi padre, que estaba adquiriendo un nuevo equipo, e invertí capital propio para comprar la cuarta máquina. Nos asociamos y conformamos una SRL. Este es el quinto año que trabajamos juntos”, detalló.

Uno de los principales desafíos fue convencer a sus clientes para que adopten la mecanización. “En cada cultivo que abordábamos, no había máquinas o la mecanización era muy incipiente”, aseguró.

En este sentido, destacó que algunos cultivos, como la nuez, resultaron más fáciles de mecanizar. “Solo había que ajustar los terrenos, porque la estructura de las plantas se adaptaba bien a la máquina. No hacían falta grandes modificaciones”, precisó. En otros casos, como el limón, la mecanización aún está en proceso. “Hacemos entre 50 y 70 hectáreas por año. En muchos lugares todavía se cosecha a mano”, comentó Tomás.

Mecanizar un cultivo requiere cambios profundos: “Hay que adoptar el sistema desde el día uno o, en su defecto, modificar la estructura de la planta, el espaciamiento, la logística y la recepción en la fábrica. La cosecha es solo un eslabón dentro de un proceso mucho más amplio”, explicó.

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Un amplio territorio

Hoy, AgroSquadra cosecha alrededor de 2000 hectáreas en distintas regiones del país. La mitad de esta superficie corresponde a nogales, mientras que el resto se distribuye entre olivos, cítricos, almendras, ciruelas, damascos y otros cultivos. Aunque estos últimos representan superficies menores, su contribución es clave para mantener la continuidad del equipo de trabajo.

“El nogal se lleva la mitad de la participación porque está poco mecanizado y muy atomizado”, explicó Francisco. “Se cosecha del piso: primero se usa una vibradora para derribar los frutos del árbol, y luego las máquinas barren y recolectan la fruta caída. En el país, todavía se junta mucho a mano”, detalló.

En Mendoza y Catamarca, la empresa realiza la primera etapa del proceso, utilizando vibradoras para tirar la fruta, mientras que la recolección final sigue siendo manual en muchos casos. “Tenemos 35 clientes en Mendoza, con volúmenes que van desde 300 hasta 30.000 plantas”, señaló Francisco. “Hay mucha reconversión de la viticultura hacia el nogal, con lotes de entre 10 y 30 hectáreas. Son clientes pequeños, a los que les resulta difícil comprar una máquina, por lo que dependen de nuestros servicios”.

Esta actividad demanda un esfuerzo logístico significativo. “Trabajamos 40 días seguidos, las 24 horas, sin parar”, afirmó Francisco. Además del nogal, la empresa cubre superficies menores en otros cultivos, como 20 hectáreas de damascos, 30 de limón y 60 de ciruela. “Son escalas pequeñas, pero nos permiten darle continuidad al trabajo de los maquinistas y mecánicos, y mantener operativas las camionetas y cosechadoras”, explicó.

Al momento de hacer esta entrevista, la empresa tiene cuatro frentes de trabajo simultáneos: una máquina a 60 km al norte de Catamarca, otra a 250 km de la ciudad, una en Chilecito, La Rioja, y otra en Mendoza. Todas están dedicadas a la cosecha de nogal.

El traslado de las máquinas es un aspecto crucial para la empresa. “La ventaja es que la máquina entra en un camión semirremolque común”, explicó Francisco. “Solo hay que sacar un permiso gratuito de vialidad, que se gestiona por internet, porque el equipo tiene un ancho extra de 60 cm hacia la banquina”.

El transporte cumple con las normativas de altura y longitud, y cuenta con señalización adecuada para indicar las dimensiones especiales. “El cliente que nos contrata debe tener una rampa para bajar la máquina”, advirtió. “Para distancias cortas, fabricamos un tráiler homologado, tipo carretón, de tres ejes, que tiramos con la camioneta”, explicó Tomás. “Esto nos permite realizar viajes de hasta 60 km”.

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Un nuevo mercado con mucho potencial

El pistacho es un cultivo con potencial en Argentina, especialmente en San Juan, donde se establecieron plantaciones con resultados alentadores. “Hay producciones antiguas que están dando muy buenos resultados, y se han plantado alrededor de 8000 nuevas hectáreas. Sin embargo, el cultivo requiere un largo período para alcanzar volúmenes que justifiquen la cosecha mecanizada”, destacó Francisco.

Este año, el contratista incursionó en este mercado con éxito. “Cosechamos 110 hectáreas de plantas adultas, con más de 30 años, y otras 160 hectáreas de plantaciones jóvenes que dieron su primera producción”, explicó.

Para fomentar el desarrollo del mercado, la empresa decidió subvencionar las tarifas de cosecha. “Queremos impulsar la mecanización, vender más máquinas y aprovechar el alto potencial del mercado”, señaló. Según sus estimaciones, podrían llegar a cubrir el 10% del total de las hectáreas plantadas de pistacho en el país.

La ventana de cosecha de este cultivo es breve pero intensa. “La cosecha de pistacho dura solo un mes, desde el 15 de febrero hasta el 20 de marzo, en San Juan y Mendoza”, precisó. Este período concentrado representa un desafío logístico, pero también una oportunidad para consolidar su presencia en un mercado en crecimiento.

Eficiencia, velocidad y calidad

La cosecha mecanizada ofrece algunas ventajas frente a la manual, en términos económicos y operativos. Sin embargo, los costos dependen de la economía de cada año y de las particularidades de cada región. “En algunas zonas, como Tucumán y Salta, existe una cultura de cosecha manual y es más fácil conseguir mano de obra. Pero en otras regiones es cada vez más complicado encontrar personal, por lo que la mecanización se vuelve una necesidad”, señaló.

Desde el punto de vista operativo, Tomás subrayó la velocidad y la eficiencia de la cosecha mecanizada. “En el caso del nogal, por ejemplo, podemos hacer vibrar 3000 plantas en un día y tirar las nueces al suelo. Si el cliente tiene la máquina lista, puede juntarlas ese mismo día y enviarlas directamente a procesamiento. Con una cuadrilla de personas, el proceso sería más lento: en lugar de 3000 plantas en un día, harían 150”.

Este enfoque acelera el proceso y reduce algunos riesgos asociados a la cosecha manual. “Sin mecanización, la fruta cae naturalmente y puede tardar hasta 20 días en ser recolectada. Además, en otros cultivos, como los cítricos, se necesitan escaleras, morrales, bines (canastos de plástico o madera donde se almacena la fruta de manera temporaria hasta que es procesada) y cientos de personas involucradas, que incrementan los costos y la complejidad de la logística”, explicó.

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Respecto a la calidad de la cosecha, Tomás aclaró que varía según el cultivo. “Nosotros nos enfocamos en cosechas con destino industrial, que no requieren los mismos estándares de calidad que la fruta fresca destinada a verdulerías”, precisó.

En la nuez, el pistacho y la almendra, la mecanización no solo mantiene la calidad del producto, sino que puede mejorar. “Con nuestros equipos la fruta está menos expuesta a las inclemencias del clima y a enfermedades”, explicó.

En el caso de la aceituna para aceite, la mecanización permite retirar la fruta del campo más rápidamente, lo cual reduce la oxidación y mejora la calidad del aceite. Sin embargo, en algunos cultivos, como el limón, la cosecha mecánica puede tener un impacto en la calidad. “Si la fruta se golpea, se pierde algo de aceite esencial de la cáscara. Pero, en términos generales, la calidad del producto es igual o incluso mejor con la mecanización”.

Intercambio y gestión empresarial

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Desde 2021, los Copello forman parte del grupo CREA Contratistas, un espacio que les permitió intercambiar experiencias y conocimientos con otros profesionales del sector. “En el grupo, somos pocos los que nos dedicamos a este tipo de producciones”, explicó Tomás. “Ahora hay otros contratistas que realizan tareas complementarias, como Gonzalo Ezquerra, que hace rollos y nivelación, y otro productor de Suipacha, Buenos Aires, que se especializa en rollos de pasto. El resto se enfoca en cosecha y siembra de agricultura extensiva”.

La participación en el grupo les brindó herramientas valiosas para la gestión y para enfrentar desafíos específicos de las empresas familiares. “Nos interrelacionamos en temas como costos, tarifas, manejo de personal, seguros, fletes y el impacto del clima en nuestras tareas”, detalló Francisco. Pero el foco no está en los equipos o “los fierros”: “No hablamos de máquinas, sino de cómo gestionar mejor nuestros negocios”.

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