La tecnología Bt tuvo un impacto muy importante en la producción de maíz en Argentina, ya que al permitir la flexibilización de las fechas de siembra se pudo expandir el área maicera a zonas de alta presión de plagas. Así, el maíz tardío es hoy una alternativa que cubre el 50% o más (como ocurrió en la pasada campaña) de la superficie del cereal sembrada en el país.
Pero, como dice el tío (Ben) de Peter Parker, “un gran poder conlleva mucha responsabilidad” y esa responsabilidad radica en la aplicación de las Buenas Prácticas Agropecuarias, entre las cuales resulta fundamental la siembra y el correcto manejo del “refugio”.
La cuestión es que relevamientos realizados por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (ReTAA) muestran que en el ciclo pasado la adopción de “refugios” descendió de manera significativa.
“La situación de cogollero en la campaña 2022/23 fue importante, donde se evidenciaron altas presiones de la plaga, sobre todo en la zona centro norte del país”, indicó Lucas Cazado, coordinador del Proyecto Plagas CREA, durante una charla ofrecida en el Congreso Internacional de Maíz realizado esta semana en la ciudad de Paraná (Entre Ríos).
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“Lo que sí se observa es una muy buena eficacia de control por parte de los eventos biotecnológicos que tiene la proteína Vip 3; sin embargo, esto nos pone en un alerta amarillo por la alta presión que tienen los eventos para estas plagas”, añadió en el marco de un panel integrado por Juan Cruz Tibaldi (Aapresid) y coordinado por Fabiana Malacarne (Asociación Semilleros Argentinos). Los eventos siguen controlando muy bien a Diatraea saccaralis sin ningún problema.
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Por otra parte, Helicoverpa zea evidenció cambios en la susceptibilidad de control, observándose daños en espiga en cuatro regiones CREA del centro-norte del país.
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La tecnología Bt de protección contra plagas permite producir de manera sostenible, pero requiere ser cuidada por medio del establecimiento de “refugios” que ocupen al menos un 10% del área sembrada con maíz.
El propósito del “refugio”, integrado por plantas no-Bt, es precisamente generar adultos susceptibles que se puedan cruzar con los resistentes eventualmente presentes en el lote de maíz Bt, de manera tal que no se produzca el “quiebre” de la tecnología. Si bien se trata de una práctica agronómica que puede llegar a generar algunas dificultades operativas, la alternativa de no hacerlo y que las plagas se hagan resistentes a las proteínas Bt, representaría regresar a los problemáticos manejos realizados veinticinco años atrás. Y nadie quiere eso.
Entonces, ¿por qué resulta tan difícil aumentar la adopción de refugio? Los integrantes del panel indicaron que en muchos casos, cuando el productor compra la semilla de maíz, no se le ofrece el híbrido indispensable para confeccionar el “refugio”; por otro lado, algunos aducen que el manejo del mismo es difícil y complicado. Lo ideal, además de la disponibilidad del producto, sería establecer incentivos para premiar a quienes realicen buenas prácticas.
“Se monitorea más la soja que el maíz, en parte porque la soja tiene una mayor diversidad de plagas; sin embargo unos de los mayores problemas que detectamos en la encuesta SEA realizada en la red CREA es que un gran porcentaje del maíz no se monitorea porque se considera que la tecnología Bt tiene toda la responsabilidad en el control de la plaga”, apuntó Lucas.
¿Qué pasaría si las proteínas Bt pierden eficacia? ¿Cuál sería el futuro del maíz? ¿Nos arriesgamos a perder parte del maíz tardío o a resignar rentabilidad? Tales preguntas, realizadas durante la exposición, representan en sí mismas un llamado de atención para cuidar la tecnología disponible, la sostenibilidad de los sistemas agrícolas y, por extensión, también la de las empresas agropecuarias.