Con los datos relevados durante tres campañas, el equipo construyó un protocolo que permitió estandarizar las mediciones y generar conocimiento zonal. Esa información se comparte con los grupos CREA y con la comunidad. “Una de las primeras preguntas fue si era posible implementar cultivos de servicio en nuestra región. Muchos conocían experiencias del sur de Córdoba o de Buenos Aires, y si bien había casos locales, los productores no estaban midiendo lo que generaban. Después de tres años, vimos que sí se puede, que podemos lograr valores de biomasa aceptables y hasta prometedores, aunque las respuestas fueron muy distintas según el ambiente”, indicó.
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Recorrida a campo de la mesa agricola en el sitio de ensayos de Jesús María, realizada en agosto de 2024
Biomasa, carbono y eficiencia del agua
Uno de los principales interrogantes que se planteó el equipo técnico fue cuál era el potencial real de generación de biomasa de los cultivos de servicio en Córdoba Norte. “El gráfico que mostramos durante la jornada resume los valores registrados en cada uno de los sitios y en cada campaña. En Jesús María, por ejemplo, logramos casi 6000 kg/ha de materia seca promedio en 2023/24, con un promedio de 3677 kg para los tres años evaluados. En Sacanta, el promedio fue de 1944 kg/ha y en Sebastián Elcano alcanzamos 1350 kg/ha para las tres campañas”, detalló Rivelli.
La campaña 2022/23 fue la más desfavorable en términos climáticos. La sequía se extendió durante todo el invierno y los perfiles comenzaron vacíos. “Ese año, los cultivos de servicio se desarrollaron en condiciones muy limitantes. Sin embargo, incluso así, se logró generar cobertura. En Sebastián Elcano, con una mezcla de vicia y centeno implantada luego de una soja, alcanzamos 622 kgMS/ha. A pesar de ser un número bajo, el lote mantuvo cobertura, aportó carbono, generó raíces y compitió con las malezas”, señaló.
En contraste, la campaña 2023/24 ofreció condiciones ambientales más normales. En Jesús María, el perfil se cargó bien desde el inicio y las lluvias acompañaron durante el invierno. “Esa combinación nos permitió alcanzar casi 9000 kg/ha de biomasa aérea”, precisó. En general, para los tres sitios, con ambientes muy distintos, se exploraron valores de entre 1800 y 4000 kgMS/ha cada año.
El equipo también analizó la eficiencia en el uso del agua de los cultivos de servicio. “Medimos los kilogramos de materia seca producidos por cada milímetro de agua utilizado. En mezclas de gramíneas y leguminosas, obtuvimos 14 Kg.mm-1.ha-1; en gramíneas puras, como centeno, la eficiencia fue de 8 Kg.mm-1.ha-1”, explicó Rivelli. Para contrastar, se presentó un gráfico con datos de Santiago del Estero, donde las gramíneas alcanzaron 22 Kg.mm-1.ha-1 y la vicia mostró una alta variabilidad, con un promedio de 18 Kg.mm-1.ha-1 de biomasa.
A partir de la biomasa generada, se estimó el aporte de carbono al suelo. “Calculamos la biomasa radicular con una relación de 3 a 1 respecto de la biomasa aérea y aplicamos un coeficiente de 0,4 para estimar el contenido de carbono. Así, obtuvimos valores por sitio y por campaña”, explicó. El promedio fue de 1260 kg de carbono por hectárea y por año. Jesús María aportó 1912 kg/ha, Sacanta 1011 kg/ha y Sebastián Elcano 702 kg/ha.
Además se evaluó el impacto de los cultivos de servicio sobre los cultivos de renta. “Analizamos los rendimientos de maíz y soja posteriores. Hasta el momento, solo en Jesús María, en la campaña 2022/23, encontramos una diferencia de 3000 kg/ha en maíz entre el testigo y el cultivo de servicio, a favor del testigo (barbecho químico). En el resto de los casos, no hubo diferencias significativas”, indicó. En 2023/24, por ejemplo, en Jesús María el maíz implantado sobre el tratamiento de vicia y centeno que generó casi 9000 kgMS/ha de biomasa, rindió igual que en el tratamiento sin cultivo de servicio (64 qq/ha y 60 qq/ha respectivamente).
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Ensayos en el sitio de Sacanta con phacelia durante la campaña 2024/25, donde se observa una alta presencia de polinizadores
Manejo eficiente
Rodrigo Ingaramo, integrante del CREA Del Este y de la Mesa Agrícola de Córdoba Norte, participó en los ensayos de cultivos de servicio que se desarrollan en Sacanta. “Soy uno de los tres miembros CREA involucrados en esta línea de trabajo, y venimos acumulando experiencia para ajustar el manejo y medir los efectos en los cultivos de renta”, comentó.
Durante la campaña 2023/24, que se caracterizó por buenas lluvias, Ingaramo registró diferencias significativas entre los lotes con y sin cultivos de servicio. “En cultivos de cobertura, tuvimos dos aplicaciones menos de herbicidas respecto del testigo. Son intervenciones que pesan tanto en lo económico como en lo ambiental”, explicó. La cobertura también permitió mantener los lotes más limpios frente a la emergencia temprana de malezas.
Además, observó beneficios sanitarios. “La semilla de soja que cosechamos sobre vicia mostró una sanidad notable, sin enfermedades visibles, tanto en años secos como húmedos, a diferencia del testigo sin cobertura”, señaló. En cuanto a los rendimientos, destacó que “la soja antecedida por vicia y centeno rindió un 7% más que la sembrada sobre barbecho químico”.
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Miembro CREA Rodrigo Ingaramo- en el sitio de ensayos de Sacanta, sobre el cultivo de servicio Navo Tillage Radish
Ingaramo hizo hincapié en la necesidad de tratar los cultivos de servicio con un enfoque técnico y profesional. “No se manejan igual que un barbecho químico. Requieren ajustar fechas de siembra y secado, y eso lleva tiempo. Muchos abandonan porque no lo hacen con la seriedad que manejan un cultivo de renta”, afirmó. En su experiencia, el seguimiento climático y la sistematización de datos permitieron lograr mejores resultados en las últimas campañas.
Durante la sequía de 2022/23, la cobertura del cultivo de servicio ofreció ventajas concretas. “Teníamos el perfil seco, pero una lluvia mínima en noviembre nos permitió seguir sembrando. Esa cobertura mantuvo la humedad superficial y nos dio días extra para trabajar. En cambio, algunos vecinos tuvieron que frenar la siembra”, relató.
En los períodos críticos, como la primera semana de febrero, los lotes con cobertura mostraron una respuesta favorable. “La materia seca en superficie bajó la temperatura dentro del cultivo de soja. Mientras se quemaban lotes vecinos, nosotros seguíamos en carrera. En marzo tuvimos otro golpe de calor que nos afectó, pero aun así logramos una cosecha aceptable”, explicó.
Según Ingaramo, los efectos positivos se acumulan con los años. “En lotes con más historia de cultivos de servicio, el impacto es mayor. Se nota en el control de malezas, en el manejo del agua y en la temperatura dentro del cultivo de renta”, afirmó. También señaló mejoras en la implantación: “Con más años de experiencia, pudimos reducir la dosis de vicia y centeno en las siembras al voleo, primero con avión y ahora con drones, que nos permitieron lograr muy buenos resultados”.
Consumos de agua y costo hídrico
Otro eje de análisis en los ensayos fue el uso consuntivo del agua, es decir, la cantidad de agua utilizada por el cultivo de servicio durante su ciclo. “Calculamos el uso consuntivo como la suma del agua útil inicial en el lote y las precipitaciones durante el ciclo, menos el agua útil final al momento de interrumpir el cultivo”, explicó Rivelli. En promedio, el cultivo de servicio consumió 154 mm por hectárea, mientras que en los lotes en barbecho se perdieron 103 mm por hectárea.
La diferencia no radica solo en el volumen, sino en el destino de esa agua. “El cultivo de servicio transformó el agua en biomasa, raíces, cobertura, estructura del suelo y control de malezas. En cambio, el barbecho no generó nada: ese consumo fue una pérdida”, señaló.
Para entender el impacto del cultivo de servicio en el rendimiento del cultivo de renta, se midió el contenido de agua útil en el período crítico del cultivo de renta, cuando la demanda hídrica del cultivo es máxima. Con esos datos se estimó el costo hídrico, definido como la diferencia de agua útil entre barbecho y cultivo de servicio. Si el valor es negativo, indica que el barbecho contiene más agua al momento de la medición. Si es positivo, la ventaja la tiene el cultivo de servicio.
“En Sacanta, durante la campaña 2022/23, al momento del secado del cultivo de servicio y de la siembra de maíz, el barbecho tenía más agua que el cultivo de servicio. Sin embargo, durante el período crítico, esa situación se revirtió: el maíz sobre cultivo de servicio tuvo más agua disponible”, explicó Rivelli. Esta tendencia se repitió en dos de las tres campañas. En el ciclo 2024/25, el valor fue levemente negativo (–5 mm), y en soja, en 2022/23, también se observó una diferencia negativa en el periodo crítico. En el resto de los casos, los cultivos sobre cobertura mantuvieron o superaron los niveles de agua útil respecto al barbecho.
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Sitio de ensayos de Jesús María durante la campaña 2024-25, sembrado con Nabo Daikon, donde se observa la biomasa radicular.
Planificación y búsqueda de nuevas especies
A partir de la experiencia acumulada, los equipos técnicos y los productores comenzaron a ajustar el manejo de los cultivos de servicio para evitar que interfieran con los cultivos de renta y maximizar sus beneficios. Ingaramo señaló que este proceso implicó revisar algunas decisiones, como el momento de secado.
“Empezamos a interrumpir el cultivo de servicio cuando detectamos que consumió los primeros 60 centímetros del perfil, considerando las probabilidades de lluvia para los meses siguientes. Usamos modelos probabilísticos con datos históricos desde 1985”, explicó. El objetivo es lograr un manejo profesional, con criterios similares a los que se aplican en cultivos como soja y maíz.
Además, en el último año comenzaron a explorar nuevas especies para diversificar las coberturas y mejorar su adaptación al clima local. En la campaña 2024-25 probaron phacelia y camelina, con producciones de 3625 y 1730 kilos de materia seca por hectárea. “También incorporamos colza forrajera, con buenos resultados”, señaló Ingaramo. La idea es encontrar opciones que permitan adelantar la fecha de secado a octubre, con el fin de evitar interferencias con el cultivo siguiente y mejorar el uso del agua.
El desarrollo de esta línea de trabajo fue posible gracias al compromiso de los miembros CREA que ofrecieron sus campos como sitios de ensayo, junto con sus equipos técnicos. En Jesús María participó Tomas Drysdale y Cía. S.A., con la colaboración de Ezequiel Nasser y Emanuel Linch; en Sacanta, Rodolfo y Rodrigo Ingaramo; y en Sebastián Elcano, Javier Ventura, con el asesoramiento de Jorge Bustos. El seguimiento técnico estuvo a cargo de los ensayistas Juan Mengo, en las campañas 2022/23 y 2023/24, y Matías Rinero, durante el ciclo 2024/25.
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Sitio de ensayos de Sacanta durante la campaña 2024/25, cuando se realizaron las mediciones de agua útil tres la interrupción de los cultivos de servicio.