2 de julio de 2025 en Buenos Aires

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Una empresa que crece con las personas

En Oliva, Córdoba, La Perseverancia combina un sistema productivo intensivo con una estructura organizacional que prioriza el desarrollo del capital humano.

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Por CREA Región Centro

Ubicada en Oliva, La Perseverancia es una empresa familiar dedicada a la producción lechera intensiva y la elaboración de productos lácteos. En 2025 inició un proceso de transformación interna para fortalecer los vínculos laborales y mejorar la calidad de vida del equipo. Con apoyo profesional, comenzó a trabajar en la gestión del capital humano, con mejoras visibles en la organización y el clima de trabajo.

La empresa integra el grupo CREA Tambero Villa María, de la región Centro, y opera un tambo con sistema tipo dry lot, con 650 vacas en producción y unos 1400 animales entre ordeñe y recría. Los picos de producción alcanzan un promedio diario de 42 litros de leche por vaca, con tres ordeñes. Además, Damián Visconti –al frente de la producción– comparte con su hermano la administración de otros dos tambos y una fábrica de productos lácteos.

Entre los tambos y el área administrativa emplean a 60 personas. “Como el nivel de automatización aún es bajo, porque no contamos con robot, necesitamos personas que pongan las pezoneras a las vacas y ordeñen todos los días”, explicó Visconti.

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El 80% de la mano de obra del tambo proviene de las provincias del norte argentino. Muchas de estas personas sufren el desarraigo de vivir lejos de sus lugares de origen, con sus propias culturas e idiosincrasia.

El 80% de la mano de obra del tambo proviene de las provincias del norte argentino. Muchas de estas personas sufren el desarraigo de vivir lejos de sus lugares de origen, con sus propias culturas e idiosincrasia.

La mayoría del personal proviene del norte del país. “El 80% de nuestra mano de obra viene de allá. Muchos sufren el desarraigo de vivir lejos de sus lugares de origen, con sus propias culturas e idiosincrasia”, señaló. Esa realidad impulsó una reflexión sobre el modo de vincularse con los trabajadores y cómo acompañarlos en su integración.

Con el apoyo de la Mesa de Integración a la Comunidad de la zona Centro de CREA, comenzaron a diseñar un proyecto orientado a fortalecer los vínculos internos, generar oportunidades de desarrollo personal y construir una empresa más integrada. “Pensamos cómo avanzar en un proyecto para ofrecer mayores oportunidades de desarrollo personal, mejorar la comunicación hacia el interior de la empresa y que crezcamos juntos, la empresa y ellos”, recordó Visconti.

La coordinadora de la Mesa, María Elisa Bongiovanni, les propuso convocar al psicólogo Pablo Biassoni, especializado en dinámicas empresariales. “Él armó una propuesta y a comienzos de 2025 comenzamos a trabajar. En este tiempo profesionalizamos esa área blanda de la empresa, que todavía no teníamos bien desarrollada. Hemos encontrado muchas cosas para ir aprendiendo”, indicó.

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La empresa integra el grupo CREA Tambero Villa María, de la región Centro, y opera un tambo con sistema tipo dry lot, con 650 vacas en producción y unos 1400 animales entre ordeñe y recría.

La empresa integra el grupo CREA Tambero Villa María, de la región Centro, y opera un tambo con sistema tipo dry lot, con 650 vacas en producción y unos 1400 animales entre ordeñe y recría.

Una mirada clínica para comprender a la empresa

El primer paso del proyecto fue mejorar la comunicación entre los empleados, los encargados y los propios dueños. “Nuestra empresa no busca solamente ganar dinero y seguir creciendo, sino también mejorar la calidad de vida de las personas que la integran, y que se puedan proyectar con nosotros”, señaló Visconti.

El trabajo se realizó tanto a nivel individual como grupal, con la coordinación de Biassoni. Cada empleado tuvo la oportunidad de expresar sus pensamientos, motivaciones y expectativas. Además se llevaron a cabo reuniones grupales para mejorar la escucha, promover la empatía y construir relaciones más saludables dentro del equipo.

Biassoni es psicólogo clínico, egresado de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), con una década de experiencia en instituciones de salud mental. En los últimos años comenzó a trabajar con empresas, combinando esa formación con una especialización en dirección de proyectos con inteligencia artificial. “Me formé como psicólogo clínico para empresas. A diferencia de un psicólogo organizacional, mi objetivo es detectar dificultades y habilidades de las personas, y cómo eso involucra o afecta a la empresa”, explicó.

El contacto con La Perseverancia se dio a fines de diciembre, a través de una charla inicial con Visconti. A partir de ahí realizó una propuesta de intervención, que incluía un estudio inicial de la empresa, la revisión del organigrama, de procesos internos, así como de la misión, la visión y sus objetivos. Durante varias semanas realizó entrevistas individuales y grupales, con un estudio transversal que abarcó desde la dirección hasta el último operario, incluyendo tanto la administración como la producción. Concluido ese relevamiento, se definió un plan de trabajo de tres ejes basado en el método “Clínica para Empresas” en el agro.

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El equipo de clínica para empresas en una reunión con los mixeros e ingenieros del tambo

El equipo de clínica para empresas en una reunión con los mixeros e ingenieros del tambo

“El primero es la intervención directa sobre la empresa: hacer un seguimiento de la visión, los objetivos, a dónde va la empresa y cómo son esos procesos”, detalló. El segundo eje es el acompañamiento cotidiano al personal. “Para mí es fundamental entender que las empresas se sostienen con las personas. Ese es un capital que a veces se descuida. En pos de obtener resultados y métricas, no se tiene en cuenta quiénes son los agentes principales que están involucrados en ellas”, sostuvo.

Durante las entrevistas, se encontró con realidades muy diversas. “Hay personas que vienen del norte del país, como Chaco, Salta, Formosa o Santiago del Estero, con objetivos personales que a veces no están claros o no necesariamente están articulados con las metas de la empresa. También había personas que ya estaban trabajando y con las que hacía falta entender mejor su situación y cómo acompañarlas”, explicó.

La tarea del psicólogo consiste en identificar esas articulaciones –o la falta de ellas– entre los objetivos individuales y los de la empresa. “Mi trabajo principal es hacer una intervención en los conflictos que se generan o no en esas articulaciones, hacia el interior de la empresa”, afirmó.

El tercer eje está relacionado con las elecciones personales. A partir de ese conocimiento, Biassoni evalúa quiénes están capacitados para asumir determinados roles y, en caso contrario, colabora en la búsqueda de nuevos perfiles. “Hay muchos jóvenes que vienen de lejos, con un pequeño bolso bajo el brazo, y no saben con qué se van a encontrar. Entonces también hago un trabajo de inducción y de acompañamiento, para contarles cómo es la empresa, qué vamos a necesitar y cómo nos vamos a apoyar, para que ellos también puedan encontrar un objetivo como cuestión personal”, explicó.

Su enfoque parte de una premisa central: “Si entendemos cómo funciona el ser humano, también entendemos cómo afecta a la empresa y a su entorno”. En muchos casos se trata de jóvenes de entre 18 y 20 años y de personas que se mudan con sus familias. “El cambio de vida afecta a sus parejas e hijos. Entonces, hago un trabajo no solamente con la persona, sino también con el entorno. Es importante entender esos vínculos, porque al final también afectan y sostienen a la empresa”, señaló.

Esa comprensión integral tiene un impacto directo en la dinámica de trabajo. “Mejoramos la rotación del personal, la búsqueda de personas y la toma de decisiones en el largo plazo, con equipos que puedan gestionar sus conflictos, con sentido de pertenencia y mayor cohesión”, sintetizó.

Resultados visibles, procesos sostenidos

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En este tiempo disminuyó la rotación de personal, entre otros logros, aunque los principales resultados se verán a largo plazo.

En este tiempo disminuyó la rotación de personal, entre otros logros, aunque los principales resultados se verán a largo plazo.

Biassoni remarcó que los cambios en las personas requieren tiempo y continuidad. “Cuando trabajamos con las personas, los resultados siempre son a largo plazo, porque se ven cuando se sostienen estas acciones en el tiempo. No podemos guiarnos solo con un resultado cuando alguien hizo algo que esperábamos, porque después hay que ver si eso se sostiene”, explicó.

Aun así, algunos avances ya son visibles. “En este tiempo hemos hecho un trabajo donde se está sosteniendo a la persona. Ya no hay tanta rotación de personal y se han emprolijado los procesos y los errores de esas personas en los procesos”, indicó. También comenzaron a definir de mejor manera los roles y responsabilidades. “Hay más claridad con respecto a quién va a hacer qué cosa y de empezar a entender con quién trabajamos. Entonces, hay más sentido de trabajo de equipo”, afirmó.

Biassoni insistió en que el objetivo no es evitar los conflictos, sino afrontarlos con nuevas herramientas. “Obviamente esto es a largo plazo. Lo que más se busca es tener un modo de resolver conflictos, porque siempre surgen. Entonces nuestra idea es dotar de herramientas para resolverlos”, señaló.

Esa capacidad para gestionar diferencias, según destacó, es la base para construir equipos más sólidos y empresas más sostenibles. “Creo que a la larga vamos a ver un equipo funcionando y a una empresa creciendo con las personas que la componen”, afirmó.

Crecimiento de las personas y de la comunidad

La decisión de impulsar este tipo de iniciativas también se vincula con el recorrido personal de Visconti. “En 1993 terminé el secundario y no tuve la opción de continuar mis estudios. Cuando tenía 18 años, nos habían prestado 13 vacas para salir de una mala situación económica, y mi viejo me dijo: ‘Esto va a ser tuyo. No te puedo pagar una universidad, pero esa va a ser tu universidad’. Trabajé un año y medio ordeñando a mano, después pusimos una máquina”, recordó.

Durante una década continuó ordeñando, primero junto a su padre, luego como socio y más tarde de forma independiente. Además, para entonces había formado una familia: “A los 24 años tenía un hijo, y mi esposa, profesora de inglés. Y con mi papá ya teníamos 30 vacas. Después se las fui comprando”, contó.

El crecimiento fue gradual, con muchas decisiones tomadas a prueba y error. “No teníamos nada. El campo lo alquilaba a mi papa y otra parte a una de mis tías. Pero en este tiempo pudimos comprar algunas hectáreas, hasta tener casi 200 propias, pusimos equipos de riego y seguimos incorporando tecnología”, comentó.

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Hoy trabaja unas 1200 hectáreas, entre propias y alquiladas describió. Además maneja 1100 vacas en ordeñe, una planta de procesamiento y una estructura administrativa. “Se armó un equipo lindo, que me gusta y me entusiasma. Este año mi hijo se recibió de veterinario una de mis tres hijas está haciendo Zootecnia en la UNC. Tenemos muchos proyectos por delante”, destacó.

Sus hermanos también siguieron caminos profesionales. Dos se graduaron como ingenieros en alimentos y una como contadora. “Más allá de tener un título, lo importante es tener vocación, pasión y dedicarle tiempo. A prueba y error hemos aprendido muchas cosas”, afirmó.

Actualmente, su apuesta no solo está concentrada en mejorar la empresa, sino también en contribuir al bienestar del entorno donde viven y crecen las familias que forman parte del equipo. Entre otras acciones, comenzó a apadrinar una escuela rural a la que asisten hijos de sus empleados. “Hoy se están cerrando muchas escuelas de campo”, lamentó.

“Algunas de las familias que trabajan con nosotros viven en el campo y otras en la ciudad. A ellas les alquilamos casa y a algunos les ayudamos con la movilidad para que puedan venir a trabajar”, explicó. La propuesta es que esas familias puedan proyectarse junto con la empresa. “Tratamos de incentivar que tengan vida social, que puedan ir al colegio, a los clubes, a la plaza o simplemente salir a tomar un helado. A veces son familias con hijos chicos, que vienen de pueblos muy alejados y que tuvieron muy poco acceso a estas cosas”, dijo Visconti.

En ese marco, decidieron acompañar a una escuela rural cercana al establecimiento para evitar su cierre. “La propuesta que esos chicos puedan asistir a un colegio y tengan una buena educación. Ya estuvimos reunidos con la maestra y el inspector de la zona. Vamos a hacer todo lo posible para que no se cierre. Estamos dispuestos a colaborar con todo lo que esté a nuestro alcance para que se pueda sostener”, concluyó.

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