Para Verónica Torassa, lo que comenzó como un pedido de ayuda para resolver una cuestión social urgente, se transformó, con el tiempo, en una extensa red de colaboración que contribuiría a mejorar la vida de miles de personas a través de la promoción del arraigo rural.
A comienzos de la década del 80, Verónica coordinaba programas de atención primaria de salud en el Hospital Materno Infantil de Azul (Buenos Aires). Durante la crisis de 2001 encontró que las instituciones encargadas de brindar contención a niños, adolescentes y embarazadas en situación de vulnerabilidad se habían quedado sin presupuesto: no tenían recursos siquiera para suplir los requerimientos más inmediatos.
Al observar la compleja situación en la que se encontraba Verónica, María Cristina Seeber, una compañera y amiga del CREA Tapalqué II (región Sudeste) propuso recurrir al grupo para que realizara los aportes destinados a cubrir ese déficit. “No teníamos siquiera la posibilidad de comprar comida para las guarderías municipales y la Casa del Niño. Gracias a las donaciones del CREA pudimos avanzar para resolver ese problema”, recuerda Verónica.
Ambas convocaron a Horacio Navas, Fernando Rojas Panelo, Luis Cantallupi y Hernán Moreno, con quienes conformaron la ONG Azul Solidario, que fue de vital ayuda para asistir a cientos de niños y adolescentes embarazadas durante esa etapa tan difícil de la historia argentina. El apoyo se fue descontinuando progresivamente a medida que el Municipio pudo hacerse cargo de ese presupuesto.
Una vez finalizada la crisis económica, Verónica descubrió que la educación impartida en las escuelas rurales del partido bonaerense de Azul era por demás incompleta, y que eso dejaba a los alumnos en clara desventaja respecto de aquellos escolarizados en instituciones localizadas en centros urbanos.
Para incrementar la cantidad de materias impartidas, las escuelas rurales exigían contar con un mínimo de 20 alumnos por institución educativa. Entonces, Verónica tuvo una idea: reunir, al menos una vez por semana, a alumnos de escuelas vecinas para lograr ese cupo.
“Para solventar el costo del traslado de alumnos y docentes, el Concejo Deliberante de Azul aprobó una ordenanza que destina el 1% de la tasa vial del partido a ese propósito”, explica (en 2008 esa contribución se incrementó al 2%).
Así fue como en 2005, como resultado de un trabajo conjunto realizado con las autoridades educativas del distrito, nació el proyecto Mejoremos la Calidad de la Educación Rural (ProMeCER), por medio del cual una vez por semana 23 escuelas primarias pluriaño de baja matrícula visitan –en el marco de un circuito rotativo– a otras escuelas vecinas con el propósito de alcanzar el número de alumnos requerido por la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires para asignar profesores a materias especiales, tales como Plástica, Educación física e idiomas. Por otra parte, alumnos de la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires introdujeron a los alumnos rurales en el manejo de computadoras.
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“Además de brindar una educación más completa, la conexión de diferentes escuelas vecinas estimuló la socialización de docentes y familias de una misma zona rural, generando vínculos y promoviendo el arraigo”, remarca Verónica.
A partir de 2009 se sumaron talleres de banda, canto, danza contemporánea y circo, para lo cual, a través de la Fundación Puentes, que presentó un proyecto ante la Embajada de Canadá en la Argentina, se consiguió un equipo muy completo de instrumentos musicales nuevos.
Con la llegada de la pandemia, muchos de los logros pedagógicos obtenidos por Azul Solidario quedaron en suspenso durante los años 2020 y 2021, especialmente porque gran parte de las escuelas rurales no tenían acceso a una conexión de Internet.
En 2009, a partir de una gestión de Azul Solidario y del Consejo Escolar local, se había conseguido una conexión satelital, que era brindada a las escuelas azuleñas a través de la empresa estatal Arsat, pero el servicio fue descontinuado en 2012. Desde entonces se iniciaron gestiones ante autoridades provinciales y nacionales con el propósito de restablecer la conexión, pero sin éxito.
Finalmente, en el marco de un convenio con la Fundación Díaz Vélez, se logró brindar conexión a seis escuelas azuleñas entre junio y septiembre de 2021. Pocos meses después de esa iniciativa, el gobierno de la provincia de Buenos Aires implementó el servicio de Internet en la mayor parte de las escuelas rurales del partido.
Durante el año 2020 Azul Solidario implementó una iniciativa orientada a morigerar el aislamiento. “Mientras la pandemia continuaba, no era fácil entender por qué las escuelas rurales permanecían cerradas, al ser de baja matrícula y contar con espacio suficiente”, comenta Verónica.
Ese fue el origen del proyecto “Veo Veo en el Campo”, que consistió en solicitar a niños de entre 6 y 12 años que tomaran fotografías con los teléfonos celulares de sus padres para diseñar un calendario. La iniciativa fue coordinada por Margarita Pagliere e implementada en articulación con la carrera de Fotografía de la Escuela de Bellas Artes “Luciano Fortabat”, dependiente de la Jefatura Distrital de Educación de Azul, cuyos estudiantes, coordinados por el profesor Luis Navas, se comunicaban por videollamada con alumnos de las escuelas rurales para brindarles sugerencias al momento de realizar tomas sobre el tema propuesto: formas y texturas de troncos de árboles.
El producto final del proyecto se tradujo en una muestra fotográfica virtual y en la edición de un calendario con imágenes seleccionadas para cada mes. El impacto de la propuesta despertó en la ONG la idea de convocar voluntarios para relatar cuentos inspirados en dichas imágenes. Se logró así recolectar 16 relatos que fueron editados en el libro Veo Veo en el Campo, una historia por contar. El éxito de la convocatoria fue tan amplio que se repitió en 2021 con la temática de paisajes rurales del Martín Fierro, y este año nuevamente con imágenes ilustrativas de trabajos rurales, para lo cual se sumaron aportes de alumnos de escuelas rurales de nivel secundario.
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Si bien ProMeCER surgió con un fin pedagógico, lo cierto es también contribuyó a despertar nuevas inquietudes entre las madres de los alumnos, algunas de las cuales son cabeza de familia. Así fue como a partir de 2007 Azul Solidario, con el apoyo de la Sociedad Rural de Azul, comenzó a capacitar mujeres rurales en el oficio de hilado artesanal para terminar conformando el grupo “Hilados del Azul”, al que posteriormente se sumaron mujeres de la ciudad para promover la integración entre el ámbito urbano y el rural.
“Además de convertirse en una salida laboral, representa un lugar de encuentro y sociabilización que ayudó a fortalecer vínculos y a encontrar un camino propio para muchas mujeres”, señala Verónica.
Desde 2009, el Municipio y la Sociedad Rural de Azul financian los traslados de las integrantes de “Hilados del Azul” a ferias regionales y nacionales, al tiempo que productores rurales realizan donaciones de lana y Azul Solidario gestiona la adquisición o donación de ruecas, telares y vellones para hilar.
Por otra parte, desde 2013 Azul Solidario, en forma articulada con el Hospital Materno Infantil y la Dirección de Atención Primaria de la Salud del Municipio de Azul, promueve, junto a la Dirección de Zoonosis Rurales, la realización de ecografías abdominales para la detección precoz de quistes hidatíquicos, además de instrumentar campañas de comunicación destinadas a realizar pozos sanitarios donde se arrojen las vísceras de las ovejas que se carnean para consumo humano, de manera tal de evitar la propagación del parásito Echinococcus granulosus que ocasiona la enfermedad.
Las acciones de Azul Solidario son promovidas en un programa semanal transmitido en Radio Azul (AM 1320), cuyo espacio es financiado con aportes del CREA Tapalqué II.
“Las escuelas fueron los nodos necesarios para promover una serie de iniciativas que fortalecieron los vínculos entre los integrantes de las comunidades rurales. Si no se promueve el arraigo, mejorando la calidad de vida y educativa, el campo va a terminar siendo un desierto”, resume Verónica.