En los ambientes de mayor potencial se siembran verdeos de invierno y pasturas con base en alfalfa, mientras que los intermedios se destinan a festuca y los bajos anegables mantienen campo natural, promociones de raigrás y/o pasturas de agropiro y lotus. Como se muestra en la siguiente imagen, muchos de esos ambientes son anegables, por lo cual resulta una alternativa válida recurrir a promociones.
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Imagen 1: Raigrá y lotus como cultivo para mejora de bajos anegables. Fuente: INTA
Como el establecimiento no contaba con datos de productividad y distribución forrajera propios, se recurrió a valores de tablas de referencia para la zona, principalmente de CREA e INTA. A cada lote se le asignó un puntaje en función de su estado y manejo, lo que permitió estimar la producción de materia seca total y por ambiente. “La misma pastura de alfalfa puede estar en distinto estado en dos lotes contiguos, entonces le asignamos un puntaje diferente”, explicó Méndez.
En la planificación forrajera se contemplaron los requerimientos de las diferentes categorías de animales, diferenciando vacas de cría de menor demanda y recría, con mayores exigencias, que busca garantizar ganancias de entre 800 y 900 gramos por animal y por día en pastoreo. El objetivo es que la recría pastoril cumpla sus metas sin necesidad de utilizar el feedlot para corregir desvíos del manejo a campo.
En función de las entradas y salidas del rodeo se construyó la curva de demanda, que luego se comparó con la curva de oferta forrajera estimada para cada campo y para cada circuito de pastoreo. “El circuito es el conjunto de lotes en los que cada tropa va a pastorear, y así se puede ajustarse con más precisión la oferta y las necesidades de suplementación”, señaló Méndez.
Por ejemplo, en los gráfico 1 y 2 se visualiza el circuito de verdeos asignado a una tropa específica, lo cual permite afinar el balance y determinar de manera precisa las necesidades o no de suplementación. De esta manera se hace un uso más eficiente de los recursos forrajeros, integrando agricultura y ganadería en sistemas sostenibles y rentables.
De esta manera, la empresa comenzó a generar sus propios datos de producción de forraje. Durante 2024 realizaron ensayos con verdeos que se utilizaron como cobertura, con los cuales lograron rendimientos de 2000 kg de materia seca por hectárea, un dato que utilizaron como referencia en su balance forrajero.
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Gráficos 2 y 3: Circuito de verdeos asignado a una tropa específica y datos propios de producción de forraje. Fuente: INTA
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Líderes y seguidores
El establecimiento cuenta con una ventaja clave: su infraestructura de aguadas. Cada lote posee dos o tres bebederos. Esto permite que diferentes categorías pastoreen simultáneamente sin mezclarse, una limitación frecuente en otros campos que tienen un solo punto de agua. Esta infraestructura posibilitó la implementación de un sistema de “líderes y seguidores” en el pastoreo.
“Los líderes son las tropas cabeza, las que tienen mayores requerimientos, y entran primero a la pastura o al verdeo para despuntarlo y aprovechar el forraje de mayor calidad”, explicó Méndez. La tropa de seguidores ingresa después y aprovecha el material remanente, que, aunque de menor calidad, es suficiente para cubrir los requerimientos de categorías menos exigentes, optimizando así la utilización del recurso forrajero.
En la práctica, este sistema se reflejó en un lote donde la tropa líder, compuesta por novillos de 225 kg de peso de entrada, alcanzó ganancias superiores a 800 gramos por animal y por día. A medida que cada franja del lote era pastoreada por estos novillos, ingresaba una tropa de 80 vacas con 78 terneros, permaneciendo 131 días en el mismo potrero. Este manejo fue posible gracias a la infraestructura de bebidas distribuidas estratégicamente, que permitió coordinar eficientemente el ingreso de distintas categorías al mismo lote.
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La infraestructura de aguadas permite que diferentes categorías pastoreen simultáneamente sin mezclarse, e implementar un sistema de “líderes y seguidores”.
Como resultado, se alcanzaron los objetivos planteados: lograr una recría eficiente, con ganancias de 800 gramos por animal por día, y una utilización adecuada del recurso forrajero, que asegura una buena eficiencia de cosecha. “La idea es que las categorías que salen a la venta o entran al corral lo hagan con el peso adecuado, y que el corral no tenga que corregir errores de manejo de la recría a pasto”, detalló Méndez.
Este enfoque adquiere mayor relevancia en un contexto de precios relativamente estables, donde las oscilaciones de mercado ya no disimulan ineficiencias de manejo como ocurría en otras épocas. “Hoy es necesario maximizar el retorno por unidad de capital invertido, y la eficiencia individual de cada animal en la recría pasa a ser importante”, afirmó Méndez.
Manejo del pastoreo
La charla del INTA se desarrolló a campo, frente a un cultivo de raigrás. Técnicos y productores presentes consultaron por qué elegir este cultivo anual en lugar de una pastura perenne. La explicación se vinculó con las condiciones del ambiente: el lote, en 2022, había permanecido bajo agua y, aunque en 2025 se presentó un año mejor, sigue siendo una zona con alta probabilidad de anegamiento.
En ese contexto, el raigrás se presenta como un recurso estratégico por su rápida disponibilidad de forraje con escasas labores y sin una intervención agresiva en el ambiente. “Al ser un ambiente que se inunda, no amerita tener un recurso que requiera muchas más labores o insumos porque las probabilidades de perderlo son altas”, explicó Méndez.
Durante la jornada, se percibió el interés de los productores en este tipo de planteos, especialmente por la necesidad de mejorar el manejo pastoril. “Si bien nos enorgullece decir que los sistemas en Argentina tienen un componente pastoril importante, también es cierto que la producción de forraje y las posibilidades que tiene no son tan conocidas”, señaló el profesional del INTA. El monitoreo de la oferta forrajera y el seguimiento de las pasturas todavía son prácticas poco frecuentes, lo que genera que el manejo pastoril conserve un componente de azar en muchos sistemas.
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Durante la jornada, se percibió el interés de los productores en este tipo de planteos, especialmente por la necesidad de mejorar el manejo pastoril.
Un concepto central de la jornada fue aclarar que la eficiencia de pastoreo es, en realidad, eficiencia de utilización. “Muchas veces el productor ganadero confunde los términos. Ha tomado términos de la agricultura como eficiencia de cosecha y ha querido llevarlos al planteo ganadero, pero no es así”, detalló.
Mientras que en agricultura la eficiencia de cosecha implica ingresar en el momento óptimo para levantar todo el cultivo, en pasturas este enfoque no resulta adecuado. Si se pastorea con una eficiencia de cosecha muy alta, se remueve la mayor parte de las hojas, afectando el rebrote y comprometiendo la sustentabilidad del recurso forrajero.
La estrategia adecuada para mejorar la eficiencia de utilización consiste en aumentar la cantidad de estaciones de pastoreo a lo largo del ciclo, dejando siempre forraje remanente en cada estación. “Ese forraje remanente permite un rebrote rápido y así tener muchas estaciones de pastoreo. Eso va a mejorar la eficiencia de utilización del recurso”, explicó Méndez durante la jornada.
Trabajo colaborativo
La articulación entre el INTA y la red CREA es una práctica habitual en la región, fortalecida a partir de intereses y objetivos compartidos. Con algunos productores, la interacción se profundiza por afinidad y por la búsqueda de soluciones concretas a los desafíos de cada sistema productivo. En el caso del establecimiento Don Polito, el trabajo conjunto se sostiene desde hace ocho años, sobre diversas facetas del sistema mixto.
En este tiempo, se avanzó en líneas de trabajo vinculadas con la utilización del estiércol generado por el feedlot, el manejo de cultivos de cobertura, la determinación de momentos de aprovechamiento, la fertilización y el manejo integral de la agricultura. Desde hace un año, se incorporó de manera específica el trabajo sobre pasturas, centrado en el diseño de la planificación forrajera y en el seguimiento de los lotes para optimizar la producción de forraje y el manejo del pastoreo.
“El INTA, y en particular nuestra experimental, tiene mucha vinculación con el medio, lo que nos permite estar cerca de las problemáticas reales del productor”, explicó Méndez. Esta cercanía facilita el diseño de estrategias para abordar los desafíos productivos de manera colaborativa, con evaluaciones tecnológicas en situaciones reales. “Este vínculo nos permite ensayar distintas estrategias y probarlas en situaciones reales productivas, algo que venimos haciendo desde siempre en el INTA”, concluyó.
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“El INTA, y en particular nuestra experimental, tiene mucha vinculación con el medio, lo que nos permite estar cerca de las problemáticas reales del productor”, explicó Méndez.