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SUSCRIBITEBiodiversidad agropecuaria: un factor clave para la sostenibilidad. Resultados del proyecto InBioAgro en la región pampeana.
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SUSCRIBITEEn un contexto en el cual la sostenibilidad ambiental representa un activo clave, el proyecto InBioAgro se erige como una gran experiencia pionera que, desde hace ya cuatro años, busca integrar la producción agropecuaria con la conservación de la biodiversidad.
Impulsado desde el área de Ambiente de CREA, la iniciativa cuenta con la colaboración de investigadores del INTA, FAUBA y CONICET para gestionar desde 2021 acciones orientadas a consolidar la producción eficiente sin resignar el compromiso con la protección de la naturaleza.
Los integrantes del proyecto realizaron –por medio de un encuentro virtual– una puesta en común del conocimiento generado por InBioAgro en la región pampeana argentina.
En el encuentro se destacó que desde su inicio el proyecto se ha centrado en alcanzar cuatro objetivos principales. El primero de ellos consiste en diseñar una metodología para la gestión de la biodiversidad que vaya más allá de un simple diagnóstico, y que sea aplicable a diferentes contextos dentro del ámbito agropecuario. La idea es brindar herramientas prácticas que permitan a las empresas medir y gestionar la biodiversidad en sus campos de manera efectiva.
El segundo objetivo es sensibilizar a toda la red CREA sobre la importancia de conservar la biodiversidad. Para ello, se implementaron una serie de talleres con el fin de hacer conscientes a los productores y técnicos sobre el papel fundamental que la biodiversidad juega en la sostenibilidad a largo plazo de sus actividades.
El tercer objetivo se focaliza en la cocreación de soluciones con los productores e investigadores. Esto permite diseñar prácticas que no solo son viables desde un punto de vista técnico, sino que también resultan aceptadas y comprendidas por los productores. La colaboración entre diversos actores es clave para garantizar que las soluciones sean eficaces y adaptables a las realidades del campo.
Finalmente, el cuarto objetivo consiste en desarrollar indicadores específicos para medir el impacto de las prácticas implementadas sobre la biodiversidad. Este aspecto es crucial, ya que la medición de los resultados permite evaluar la efectividad de las estrategias y ajustar las prácticas conforme se avanza en el proyecto.
Una de las características más importantes de este proyecto es su enfoque en la implementación a largo plazo. La idea no es solo realizar una intervención puntual, sino realizar un seguimiento constante para evaluar cómo las prácticas afectan la biodiversidad de los ecosistemas. Esto permite realizar ajustes si es necesario y garantiza que las intervenciones sean efectivas.
Uno de los principales productos del proyecto es el Manual CREA de Gestión de Biodiversidad en los Agroecosistemas, el cual reúne todas las metodologías, prácticas y recomendaciones para la gestión de la biodiversidad en el contexto agropecuario. Este manual se presenta como una herramienta valiosa para productores y técnicos que deseen integrar la biodiversidad en sus prácticas de manejo agrícola.
Además, se elaboraron informes regionales para las áreas chaqueña y pampeana, los cuales proporcionan un análisis detallado de la biodiversidad en cada una de estas regiones y las prácticas recomendadas para su conservación. Estos informes se basan en los datos recolectados en los campos piloto y sirven como base para futuras intervenciones en otras zonas del país.
Los próximos pasos ya están definidos. Uno de los principales desafíos es implementar al menos una práctica de manejo alternativa en los establecimientos agropecuarios que participen de la nueva etapa del proyecto, asegurando que estas prácticas tengan un impacto positivo en la biodiversidad. Algunas de las estrategias propuestas incluyen la conservación y aumento de la diversidad vegetal, el enriquecimiento de los espacios de conservación con especies nativas, el rediseño de bordes de lotes agrícolas mediante el uso de cultivos de servicio, la mejora de los hábitats existentes y la restauración de áreas degradadas.
El estudio de la biodiversidad en los paisajes agrícolas de la región pampeana busca comprender cómo la agricultura intensiva afecta a los ecosistemas locales y cómo compatibilizar producción y conservación. El estudio se desarrolló en 15 establecimientos CREA distribuidos en las subregiones Pampa Ondulada, Interior y Deprimida, con el objetivo de analizar la biodiversidad en función del grado de agriculturización y del tipo de espacios de conservación
Estos espacios, seleccionados en colaboración con los productores, se dividen en tres categorías según su tamaño, forma y función ecológica: espacios puntuales, elementos lineales y espacios aéreas.
Los espacios puntuales son pequeños refugios de biodiversidad, como molinos, parches arbóreos; los lineales actúan como corredores biológicos que conectan hábitats, como bordes de cultivos o bordes de canales y, los areales o poligonales son zonas amplias, como humedales o pastizales, que concentran una alta riqueza de especies y cumplen un rol clave en la conservación de la biodiversidad.
Romina Suárez, coordinadora e investigadora del Área de Ecología y Gestión Ambiental de Biodiversidad en Agroecosistemas IRB-INTA-CNIA, explica que el proceso de investigación se guió por una serie de preguntas clave para comprender mejor la relación entre los espacios de conservación y la biodiversidad en los establecimientos.
Las principales interrogantes incluyeron: ¿Cuál es el estado de la biodiversidad en cada establecimiento agrícola? ¿Cómo influye el contexto del paisaje en el estado de la biodiversidad? ¿Cuál es el impacto de los diferentes tipos de espacios de conservación en la biodiversidad local? Estas preguntas se abordaron con una metodología estructurada que va desde el análisis a nivel de subregión hasta llegar a la escala de cada establecimiento.
Una de las conclusiones más importantes del estudio es que no basta con observar solo dentro del establecimiento agrícola. La relación entre los espacios de conservación y el contexto del paisaje circundante es fundamental para evaluar correctamente la biodiversidad
A partir de los resultados obtenidos, se elaboraron recomendaciones generales para mejorar la gestión de la biodiversidad en la región pampeana. Estas recomendaciones están basadas en el análisis de los diferentes tipos de espacios de conservación y su eficacia en función de la configuración del paisaje. En términos prácticos, se sugiere aumentar la conectividad entre los espacios de conservación, especialmente en áreas donde la agriculturización ha reducido las posibilidades de dispersión de especies. Además, es fundamental considerar la restauración de áreas degradadas y promover la integración de prácticas agroecológicas que favorezcan la conservación de la biodiversidad sin comprometer la productividad agrícola.
El desafío está en encontrar un equilibrio entre las necesidades productivas y la conservación de los ecosistemas. A través de la implementación de prácticas de manejo que respeten tanto la biodiversidad como la viabilidad económica, se podrá avanzar hacia un modelo agrícola más sostenible y responsable con el medio ambiente. A continuación se presentan los principales grupos taxonómicos estudiados:
Lucas Landi (INTA) presentó la información relativa a insectos benéficos: se registraron más de 120.000 ejemplares, de los cuales un 11% fueron polinizadores, predadores o parasitoides. Los elementos lineales y puntuales (bordes, molinos, cortinas) resultaron los más efectivos para mantener su abundancia y diversidad. Se sugiere fomentar estos espacios y reducir el uso de agroquímicos.
Romina Suárez mostró los datos recolectados sobre mariposas diurnas: se identificaron 36 especies y 1570 individuos. Son excelentes indicadores de calidad ambiental y dependen de la vegetación nativa. Los espacios lineales y puntuales aumentan su diversidad al ofrecer recursos y conectividad. Se recomienda conservar plantas hospederas y nectaríferas y evitar pesticidas en zonas clave.
Marta Telesnicki (FAUBA) expuso sobre artrópodos epígeos, los cuales incluyen arañas, ciempiés y pseudoescorpiones que viven en el suelo y actúan como controladores naturales de plagas. Los espacios areales con vegetación continua fueron los más favorables para su presencia, lo que resalta la necesidad de combinar distintos tipos de hábitats en los campos.
Cecilia Casas (FAUBA) mostró los resultados del relevamiento de microartrópodos del suelo, donde más de 45.000 individuos fueron clasificados en tres grupos tróficos: fungívoros, detritívoros y depredadores. Estos organismos son esenciales para la salud del suelo y el reciclado de nutrientes. Su abundancia se asocia con suelos ricos en materia orgánica y bien estructurados.
María Jimena Damonte (INTA) expuso sobre anfibios: se identificaron diez especies, con mayor riqueza en zonas menos agriculturizadas. Su presencia confirma la importancia de conservar bajos, estanques y conectividad entre hábitats. Los anfibios funcionan como bioindicadores de la calidad ambiental y alertan sobre los impactos de la agricultura intensiva.
Mariano Codesido (CONICET) mostró información relativa a aves de pastizales: se registraron 125 especies, la mitad vinculadas a pastizales y humedales. Ocho especies están amenazadas, principalmente por pérdida de hábitat. Dado que menos del 0,2% del pastizal pampeano está protegido, los establecimientos productivos son claves para la conservación. Mantener relictos de pastizales y corredores vegetales puede generar un “efecto paraguas” que proteja a múltiples especies.
Marcela I. Sánchez (INTA) expuso sobre vegetación pampeana: se relevaron 390 especies vegetales, con alta proporción de exóticas. Los espacios areales albergaron mayor diversidad. Se propone conservar y enriquecer estos ambientes con especies nativas, controlar invasoras y crear franjas de conectividad vegetal.
Tras la presentación de los resultados, se generó un valioso espacio de intercambio entre productores, investigadores y técnicos, centrado en cómo transformar el diagnóstico sobre biodiversidad en acciones concretas. Los participantes coincidieron en que el estudio permitió construir una sólida línea de base sobre el estado de la biodiversidad en los establecimientos, y destacaron la importancia de convertir ese conocimiento en orientaciones prácticas adaptadas a cada campo y situación productiva.
Entre las propuestas, se destacó la elaboración de recomendaciones temáticas con acciones específicas por eje, que sirvan como guía técnica aplicable en distintos contextos. También se revalorizó el papel de los espacios no productivos, como corredores biológicos, bajos o banquinas vegetadas, tradicionalmente considerados improductivos, pero esenciales para la conectividad ecológica y la restauración de hábitats sin comprometer la rentabilidad.
El encuentro puso en relieve además la dimensión cultural del cambio: la creciente conciencia ambiental dentro de las empresas agropecuarias comienza a reflejarse en prácticas concretas y en decisiones que priorizan la conservación.
Finalmente, se reconoció el carácter pionero del proyecto, que combina ciencia aplicada, colaboración con productores y abordaje interdisciplinario. Por su escala y enfoque práctico, esta experiencia podría convertirse en un modelo de referencia internacional hacia una producción agropecuaria más sustentable y biodiversa.