“Por ese motivo, diseñamos una hoja de ruta con criterios adaptados a diferentes niveles, lo que permite que cada empresa avance paso a paso, desde lo más básico hasta un sistema integral de gestión empresarial; es decir, se trata de un traje a medida que plantea la posibilidad de iniciar un proceso de mejora continua”, añadió.
El primer nivel (Inicial) representa el punto de partida para muchas empresas. Aquí el objetivo es claro: sentar las bases culturales del registro y comenzar a observar el negocio con mayor sistematicidad.
“El desafío no es tecnológico, sino conceptual: comprender que registrar es aprender y que, aunque los datos sean pocos o desordenados, el solo hecho de sistematizarlos representa dar un paso adelante”, comentó Alejandro.
En este nivel, el análisis económico es limitado, no se calculan tenencia de bienes de cambio ni de uso, ni se diferencian intereses o impuestos. Las decisiones suelen apoyarse más en la intuición que en información concreta. Las herramientas utilizadas son simples (como planillas Excel básicas). Dar este primer paso requiere de una participación activa del empresario, donde el acompañamiento del asesor CREA es fundamental.
Por la escasa capacidad que ofrece este nivel para sustentar decisiones relevantes, se recomienda que su permanencia no se extienda más allá de dos años. Superarlo debe ser un objetivo explícito en toda estrategia de mejora de la gestión.
A medida que se avanza hacia el segundo nivel (Intermedio), el foco se traslada hacia estructurar la información. La empresa aquí comienza a registrar datos productivos, comerciales y financieros con mayor detalle y frecuencia, utilizando herramientas más organizadas (como aplicaciones o planillas con estructura definida).
“En el nivel intermedio se aplica el criterio del devengado, se mejora el cálculo de márgenes brutos y se incorporan resultados operativos que permiten comparar campañas o actividades. Aquí el desafío radica en procesar los datos en tiempo y forma para tomar decisiones”, explicó el técnico CREA.
En esta etapa el empresario se apoya más activamente en su soporte administrativo, y el asesor CREA asume un rol creciente en el análisis y control de la información; además, se inician las articulaciones con el estudio contable, de manera tal de poner el foco en la gestión. Si bien aún puede haber errores de imputación, se accede a una primera mirada analítica del negocio que habilita decisiones más informadas.
Tanto el nivel inicial como el nivel intermediopueden gestionarse utilizando contabilidad de partida simple, ya sea a través de planillas de cálculo o de softwares específicos diseñados para registros básicos.
Sin embargo, ambas modalidades presenta una limitación estructural: no permiten evitar la aparición del “resultado no explicado”, un desvío económico que puede ser positivo o negativo y refleja un desacople entre lo que la empresa cree haber ganado o perdido (gestión económica) y lo que efectivamente muestran sus activos y pasivos (variación patrimonial).
En el nivel intermedio avanzado la empresa ya transita un proceso de profesionalización. La contabilidad adopta partida doble, el registro se realiza mensualmente y los sistemas (aunque aún no completamente integrados) ya permiten construir estado de resultados, calcular beneficios netos y analizar indicadores financieros con mayor rigor.
Vale recordar que la partida doble es una técnica en a cual toda aplicación de fondos (debe), tiene como contrapartida un origen (haber) de igual monto. La información se debe registrar con asientos que balanceen (igualen) unos con otros (debe = haber). Los registros son ordenados en activos (recursos), pasivos (deudas), patrimonio y resultados (ganancias y pérdidas). La ventaja de esta metodología es que todas las causas que generan una variación en el patrimonio de una empresa pueden ser justificadas. En cambio, el registro de información por el sistema de partida simple no posee esta ventaja.
“En la tercera etapa se instala una cultura contable en la empresa: los datos son parte de la operación cotidiana y el equipo que los gestiona se vuelve multidisciplinario. El desafío es sostener esta calidad de información en el tiempo y dar el salto hacia una interpretación estratégica”, remarcó Alejandro.
En esta instancia aparecen herramientas más robustas, con integración parcial entre sistemas, y los análisis abarcan tenencia, tipo de cambio e intereses, aunque todavía puede haber desvíos por diferencias en criterios de imputación.
En el tercer estadio el empresario debe asumir el desafío de conformar un equipo administrativo con competencias sólidas y capaz de sostener información precisa y oportuna. El asesor CREA cobra mayor protagonismo en el análisis y el control de la gestión, aportando una mirada estratégica. A su vez, el estudio contable debe involucrarse activamente en el desarrollo de competencias internas y en una imputación completa (ajustes contables). Además, es clave vincular lo productivo con lo administrativo, de manera tal de mejorar la calidad de la información, lo que requiere adaptar procesos en el campo y asegurar su flujo hacia la gestión.
Finalmente, en el nivel avanzado la gestión de la información se convierte en una capacidad estratégica de la empresa. Todos los sistemas (contables, fiscales, productivos, económicos) están integrados. Los datos se consolidan en tiempo real, se trabaja en doble moneda y con criterios ajustados por interés devengado.
Se dispone de tableros de control, modelos predictivos y análisis de escenarios. El objetivo ya no es solo analizar lo que ocurrió, sino anticipar lo que puede ocurrir. Las decisiones son dinámicas, basadas en evidencia, y el equipo actúa con un enfoque analítico consolidado.
“El principal desafío en este nivel es mantener una estructura de datos de alta calidad y continuar desarrollando capacidades para transformar información en conocimiento y estrategia. Aquí, las limitaciones ya no son estructurales, sino analíticas o tecnológicas”, apuntó el especialista.
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Criterios para integrar las cuatro categorías de nivel de gestión empresarial
“Cada empresa, por sus características, tendrá necesidades diferentes: no es lo mismo un planteo de cría en campo propio que otro de agricultura en campo arrendado con provisión de servicios a terceros y un feedlot. Sin embargo, más allá de cuál sea la meta del nivel de gestión por alcanzar, en todos los casos se pueden implementar mejoras”, expresó.
Autodiagnóstico: saber dónde estamos
Para poder conocer en qué estadio se encuentra cada organización, el área de Empresa de CREA está desarrollando una herramienta de autodiagnóstico accesible, en la cual cada empresario pueda visibilizar fortalezas y brechas prioritarias para la mejora.
El diagnóstico –que consiste en doce preguntas– posicionará a la empresa en uno de los cuatro niveles propuestos (inicial, intermedio, intermedio avanzado y avanzado) y sirve como base para trazar una estrategia de gestión de la información alineada con la situación detectada.
“Una vez identificado el nivel, comienza el trabajo concreto. La propuesta para cada caso contendrá recomendaciones organizadas en torno a las cuatro etapas clave del proceso de gestión de la información”, señaló Alejandro.
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Objetivos para cada etapa según el nivel en el que se encuentre la empresa.
Para eso se pondrá a disposición una lista de verificación (checklist) que identifica las tareas clave que una empresa debe implementar en cada etapa del proceso de gestión.
“Para cada tarea no realizada, el sistema brinda una recomendación concreta que orienta al empresario en la elaboración de un plan de trabajo adaptado, con el propósito de avanzar en forma ordenada y eficiente”, explicó.
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Ejemplo de recomendaciones realizadas para poder implementar el proceso de mejora en gestión empresarial.
Herramientas para potenciar la profesionalización de las empresas
En los próximos días comenzará a dictarse una capacitación para asesores CREA que ingresaron en los últimos años con el propósito de brindarles herramientas orientadas a realizar una adecuada interpretación de la gestión CREA.
La capacitación comprende los indicadores empleados en la metodología de cálculo de resultados económicos –tanto en una campaña productiva como en un ejercicio económico–, análisis patrimonial, órganos de gobierno empresarial y herramientas de diagnóstico de la situación de la empresa y el negocio.
La modalidad de la capacitación comprende cuatro encuentros en formato virtual, además de una última instancia presencial en la sede central CREA en la cual los asesores presentarán y analizarán un caso real. No se trata solamente de una capacitación teórica, sino que tendrá un fuerte componente práctico, con facilitadores expertos que ayudarán a los asesores a realizar la gestión de una empresa real de su grupo CREA
Por otra parte, referentes del área de Empresa de CREA están validando un agente de inteligencia artificial diseñado para asistir a los usuarios de las normas de gestión CREA.
El agente está siendo entrenado para comprender e interpretar las normas CREA en su totalidad, incluyendo los conceptos fundamentales establecidos en versiones anteriores que aún se mantienen vigentes. Esto permitirá a los usuarios acceder a una visión completa y coherente de la metodología de gestión promovida por CREA.
La importancia del análisis patrimonial
Entre sus principales aportes, el análisis patrimonial permite evaluar la estructura del capital, de manera tal de conocer cuánto del activo está financiado con recursos propios y cuánto con deuda, y así entender si la empresa crece con capital genuino o apalancamiento externo.
También facilita el análisis de la composición del activo para poder distinguir qué parte está invertido en bienes de uso (como maquinaria o instalaciones) y qué parte corresponde a activos circulantes (como mercadería, cuentas por cobrar o caja).
Además posibilidad identificar qué proporción de la deuda es de corto plazo y cuál de largo plazo (clave para planificar obligaciones financieras) y estimar los recursos disponibles para llevar adelante las operaciones a corto plazo e identificar necesidad de financiamiento para cubrir la totalidad del capital operativo.
“Uno de los conceptos más importantes es la variación patrimonial, que refleja los cambios en el patrimonio neto entre dos período, la cual puede deberse a resultados económicos (ganancia o pérdida operativa), pero también a movimientos no operativos como aportes de capital de socios, revaluaciones o ajustes contables y retiros o distribución de utilidades”, explicó Alejandro.
Con esa información es factible hacer un seguimiento de la evolución de una empresa y detectar si está creciendo, manteniéndose estable o deteriorando su patrimonio, además de identificar las causas detrás de tales procesos.
“El análisis patrimonial también es una herramienta de planificación estratégica porque permite identificar si los fondos se están asignando adecuadamente, si el endeudamiento es razonable en función del flujo operativo y si existe margen para sostener nuevas inversiones o enfrentar contingencias, entre otras posibilidades”, remarcó.
La gestión económica convierte la intuición en datos y los datos en decisiones. Incluso un excelente manejo técnico pierde valor si no se comprende su impacto económico. Por eso, una gestión rigurosa permite detectar ineficiencias (gastos innecesarios, cuellos de botella o actividades que están subsidiando a otras sin saberlo), comparar campañas y actividades, construir previsibilidad (establecer presupuestos, calcular márgenes y anticipar resultados) y minimizar riesgos (anticiparse a escenarios adversos con información real y actualizada).
“La gestión económica también facilita la comunicación y la transparencia, algo cada vez más valorado por aliados estratégicos como inversores, financiadores o socios, además de tratarse de un aspecto clave en empresas familiares que tienen como meta trascender generacionalmente”, resumió.